'Mitridate, re di Ponto', orgía canora en el Teatro Real de (maravillosas) arias de Mozart

El compositor de Salzburgo tenía solo 14 años cuando compuso su primera ópera, que ahora llega a Madrid en una nueva producción del Real con un trío femenino de escándalo y de marcado sello español: Sara Blanch, Elsa Dreisig y Marina Monzó.

Franco Fagioli, Farnace, y Sara Blanch, Aspasia, en un momento de 'Mitridate', que llega a Madrid en un montaje de Claus Guth. Foto: Javier del Real.
Franco Fagioli, Farnace, y Sara Blanch, Aspasia, en un momento de 'Mitridate', que llega a Madrid en un montaje de Claus Guth. Foto: Javier del Real.
Nacho Fresno

Nacho Fresno

Plumilla poliédrico -escondido tras una copa de dry martini- que intenta contar lo que ocurre en un mundo más absurdo que random.

24 marzo, 2025
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Cuando Mitridate, re di Ponto se estrenó –en versión concierto– en el Teatro Real, en  septiembre de 2005, en el programa resumieron así el argumento de esta ópera de Mozart, tres horas de maravillosa música y canto: «Mitridate ha difundido la noticia de que ha muerto en la batalla contra los romanos para poner a prueba a sus hijos, Sifare y Farnace, y a su pueblo. Descubre así que estos se han enamorado de la prometida del rey, Aspasia. Además, su hijo Farnace parece haberse hecho amigo de los romanos, convirtiéndose, por tanto, en un rival político. Solo Sifare está preparado para luchar junto a su padre contra los romanos. Cuando Asapasia confiesa que ama a Sifare, Mitridate decide que tanto ella como los hermanos tienen que morir. Sifare evita la muerte y ayuda a su padre en la batalla contra los romanos, pero son derrotados y Mitridate se atraviesa con su propia espada. Antes de morir recibe la noticia de que su hijo Farnace ha obligado a los romanos a retirarse. Entonces perdona a sus hijos y dispone que Aspasia sea esposa de Sifare».

Una ‘ópera seria en tres actos’, que se puede resumir en tan pocas líneas; no hace falta contar más. Con este sencillo argumento, un joven (¿un niño?) de 14 años llamado Wolfgang Amadeus Mozart compuso esta maravilla que, como decimos, tiene tres horas de una música sublime con las más endiabladas arias y coloraturas que uno se puede imaginar; una orgía canora. Y eso es lo que disfrutamos en el estreno escénico de esta obra en el coliseo de la plaza de Oriente, con un estupendo reparto, de marcado carácter hispano, al igual que la mano maestra de Ivor Bolton desde el foso con la Orquesta Titular del Teatro Real. Ver las manos del director musical del Real es poesía pura.

Veintidós arias precedidas de sus correspondientes recitativos, un dúo y un septeto final a modo de conclusión. Esta es la estructura de esta obra. Las sopranos Sara Blanch (portada del número de marzo de Shangay), Elsa Dresig y Marina Monzó fueron las grandes triunfadoras de una noche en la que hubo otros muchos ovacionados.

Portada del número de marzo de Shangay. Sara Blanch posa, espectacular, ante la fachada del Teatro Real, donde regresa con Mitridate, re di Ponto, de Wolfgang Amadeus Mozart, tras su triunfo en Il turco in Italia en 2023. Foto: Salva Musté. [total look Carla Ruiz]

Portada del número de marzo de Shangay. Sara Blanch posa, espectacular, ante la fachada del Teatro Real, al que regresa con Mitridate, re di Ponto, de Wolfgang Amadeus Mozart, tras su triunfo en Il turco in Italia en 2023. Foto: Salva Musté. [total look Carla Ruiz]

Sara Blanch es Aspasia, la novia del déspota Mitridate. La soprano catalana tiene un instrumento en su garganta que ya ha conquistado a los mejores teatros del mundo. A los ensayos del Real llegó directamente de Viena, donde cautivó con su su Zerbinetta de Ariadne auf Naxos, de Strauss. Haciendo un juego de palabras con los romanos del argumento de la ópera, Blanch puede decir bien alto «veni, vidi, vici», porque llegó, vio (cantó) y venció. Su Aspasia es, sencillamente, magistral.

Junto a la soprano francesa Elsa Dresig (que da vida Sifare, el hijo mayor de Mitridate) nos regaló también varios de los mejores momentos de la noche. El único dúo de toda la ópera (Io, sposa di quel mostro), emocionó. Sublimes ambas. Su aria de de Sifare con solo de trompa, con un soberbio Jorge Monte de Fez en el escenario, resultó una escena bellísima, sublime, en esta propuesta de Claus Guth que analizaremos más adelante.

La soprano valenciana Marina Monzó como Ismene (princesa que Mitridate ha traído para casarla con uno de sus hijos) es la tercera en este trío de grandes sopranos que hicieron que la noche fuera ese festín, esa orgía de arias endiabladas, de inmensa elegancia, en esta obra que estilísticamente podríamos definir como del paso del Barroco al Clasicismo. Cuando Mozart estrenó Mitridate en 1770, la compuso ad hoc para los cantantes que la estrenaron en el Gran Teatro Ducale de Milán, con unas coloraturas y exigencias que son un auténtico tour de force.

El tenor hispano argentino Juan Francisco Gatell, en el rol titular de la ópera, es otro de los platos fuertes del reparto, al igual que el contratenor Franco Fagioli. La superestrella argentina volvió a las tablas del Real tras su doble cancelación en Aquiles en Esciros, la primera porque se iba estrenar el día que nos confinaron por el covid, y la segunda –cuando por fin levantó el telón esta ópera barroca en febrero de 2023– por enfermedad. Sin duda, un estupendo y compacto cast para esta dificilísima obra de Mozart.

El regista alemán Claus Guth recurre, de nuevo, a un escenario giratorio que es marca de la casa. El director de escena es bien conocido en esta plaza, donde ya ha mostrado con gran éxito sus ‘giratorias’ y ‘circulares’ cartas con Las bodas de FígaroOrlando o Don Giovanni. Aquí, con este libreto de cero interés dramático, la ambienta en una mansión años cincuenta que bien podría se una de esas obras maestras del arquitecto Frank Lloyd Wright, como la casa de la cascada. En ella se desarrolla este argumento disparatado que para Mozart, a sus 14 años, no fue más que un pretexto para calzar sus arias y, de paso, dejar muy claro lo que nos regalaría a partir de ese momento a lo largo de su fructuosísima vida.

Vídeo: Pablo Carrasco de Juanas

En el otro lado de ese escenario giratorio, los personajes, frente a una pared circular, se desdoblan en unos estupendos bailarines que, con una brillante coreografía, hacen que los personajes se enfrenten a sí mismos. A nivel estético, el resultado es bellísimo. A nivel musical, rema muy a favor para que estas tres horas de Mozart se pasen en un suspiro.

La propuesta –una nueva producción del Teatro Real, en coproducción con la Ópera de Frankfurt, el Liceo de Barcelona y el San Carlo de Nápoles, que se estrena en Madrid como primera plaza– fue recibida, como suele ocurrir en los estrenos, con división de opiniones.

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