Nos ha dejado una grande, muy grande, Rosa María Sardà. Ha fallecido a los 78 años, víctima de un cáncer, y la noticia ha provocado una gran conmoción. Sin duda, era una de nuestras actrices más queridas y admiradas, y cuesta hacerse a la idea de que ya no está con nosotros.
Como homenaje a su memoria, recuperamos una entrevista que le hicimos en 2006, cuando estrenó en Madrid la función Wit, dirigida por Lluís Pasqual. Una interpretación memorable, como tantas otras que nos ha regalado en cine, teatro y televisión. Recordarla además en ese momento resulta ahora especialmente doloroso, dado que en la función de Margaret Edson interpretaba a una enferma terminal de cáncer. El montaje tuvo un enorme éxito, y con él se recorrió los escenarios españoles durante varios años.
En enero de 2006, llegó al teatro Maravillas de Madrid con Wit, y tuve la suerte de entrevistarla. Titulé aquel reportaje «La insustituible Rosa María Sardà«. Es un titular que mantiene toda su vigencia catorce años después, cuando ya la añoramos. Esta fue la charla que mantuvimos, y que fue originalmente publicada en el número 277 de Shangay, en febrero de 2006.
Se la echó de menos en la ultima gala de los Goya aunque, por suerte, se puede disfrutar de su genio interpretativo en los escenarios madrileños, donde representa actualmente Wit, vivaz, a la vez que devastador, retrato de una enferma terminal de cáncer. Capaz de hacernos reír y llorar con una facilidad sorprendente, la Sardà sigue demostrando dia a dia que su arte es, mas que justo, necesario.
«Esto de ser superviviente de tantos amigos es complicado, porque a veces pienso: ‘Cuando me vaya, no me va a echar en falta nadie”
SHANGAY ⇒ ¿Se hace dura una función como Wit, que llevas más de siete meses representando por toda España y a la que todavía le quedan muchas plazas por visitar?
ROSA MARÍA SARDÀ ⇒ No, el trabajo que se hace duro es aquel que no te gusta o en el que no crees. Aunque es verdad que en cada función me dejo parte de mi salud y mi energía, porque es un personaje de gran intensidad que me ha pillado mayor. Pero, como dice Isabel Coixet, la dureza está en la vida real; quienes la interpretamos somos unos privilegiados.
SHANGAY ⇒ ¿Marca especialmente un personaje tan intenso como Vivian Bearing?
ROSA MARÍA SARDÀ ⇒ Todos los papeles te marcan, pero lo que más me agota a mí no es la hora y veinticinco minutos de función, sino la responsabilidad frente a todas esas personas que han salido voluntariamente de sus casas y te dedican su dinero y, sobre todo, su tiempo, y que confías en que no se sientan decepcionadas y piensen que la obra les ha servido para algo.
SHANGAY ⇒ ¿Procuras que cada personaje que haces te sirva para algo, además de para proporcionarte trabajo?
ROSA MARÍA SARDÀ ⇒ Mi trabajo me ha servido muchísimo. Me ha hecho un ser humano con más conocimientos y más libre (dentro de lo libre que se puede ser en este mundo del capitalismo dominado por los de la verdad absoluta e inamovible). Con Wit continúo aprendiendo, porque de la gente sabia se aprende siempre, y Margaret Edson [autora de la obra] lo es. Ha escrito el personaje de una mujer brillante a través de la cual vemos para qué sirven, en definitiva, la ambición y la lucha. En ocasiones, la ambición lleva a la más absoluta soledad, y comprendemos que es necesario querernos un poco más, aunque es tan difícil…
«Quienes nos dedicamos a esto seguimos siendo los parientes pobres, esos locos que andan por ahí»
SHANGAY ⇒ ¿Te motiva más el componente efímero de las representaciones teatrales que la perdurabilidad del cine y la televisión?
ROSA MARÍA SARDÀ ⇒ No sé si lo prefiero, pero es muy especial esa magia que tiene el teatro, en donde las cosas están sucediendo en un instante preciso; si se produce la comunicación con el público, la sensación es estupenda. Porque es el público el que termina de moldear la obra, y cada cual la recibe de una manera. Con Wit se ha logrado una unanimidad difícil de conseguir: noto cómo el público consigue reírse y emocionarse a la vez, como si lo hubiesen ensayado. Por eso creo que esta función, más que dura, es mágica.
SHANGAY ⇒ A estas alturas de tu carrera, ¿solo aceptas volver al teatro si te ofrecen papelones como los de Madre Coraje o Wit?
ROSA MARÍA SARDÀ ⇒ Si te fijas, siempre encontrarás detrás a Lluís Pasqual; es él quien ha venido con esas obras debajo del brazo. Yo no exijo nada porque no estamos para exigir, y menos los cómicos mayores. Es más cuestión de haber sido una persona afortunada. Porque quienes nos dedicamos a esto seguimos siendo los parientes pobres, esos locos que andan por ahí… Las cosas han cambiado algo, pero tampoco tanto.
SHANGAY ⇒ ¿Has disfrutado en algún momento sintiéndote un “bicho raro” debido a tu profesión?
ROSA MARÍA SARDÀ ⇒ Yo no me margino. Se marginan quienes tienen ideas monolíticas y no se pueden abrir hacia el gran horizonte del conocimiento y el entendimiento. Y no me gustaría nada que alguien que no siguiera a rajatabla las reglas judeocristianas de la derecha pedestre tuviera que sentirse marginado o raro. No conozco a ningún marginado “oficial” que haga daño a nadie.
SHANGAY ⇒ Tú, desde luego, cuentas con el cariño y la admiración de un público muy amplio…
ROSA MARÍA SARDÀ ⇒ Bueno, sí, eso está bien…
SHANGAY ⇒ …y el reconocimiento que se traduce en los premios que, por ejemplo, te ha reportado Wit.
ROSA MARÍA SARDÀ ⇒ Tenemos siete: el Max, el Arcilla, el Fotogramas de plata…, de momento. Y se agradecen, claro; es mejor que te den un premio que una patada en el culo [risas]. Pero hay que darles importancia solo hasta donde la tienen, porque luego todo se enrarece cuando ese reconocimiento implica tener que salir en los medios y esas cosas.
Creo que sabes que lo del glamour yo no lo llevo muy bien; es lo que menos me interesa del oficio. De hecho, creo que ni siquiera forma parte de cómo entiendo yo mi oficio. Terenci Moix, otro gran amigo, me contaba en una ocasión que “el glamour es lo hortera elevado al cubo”… En el escenario, cuando interpreto Wit con ese camisón de hospital, no creo que desprenda mucho glamour [risas]. Y la vida no es glamourosa, sino triste. Aun así, todos los premios que me den pienso seguir recogiéndolos con mucho cariño, buscándoles espacio en la estantería y quitándoles el polvo cuando toque.
SHANGAY ⇒ Recordabas antes de empezar la entrevista los premios que te reportó la película A mi madre le gustan las mujeres [entre ellos, un Premio Shangay], que en ese caso reconocían, además de tu trabajo, un compromiso.
ROSA MARÍA SARDÀ ⇒ Es cierto. Pero una no hace estos papeles para defender algo o en contra de otra cosa, sino para demostrar una serie de normalidades. Lo que me encanta de esa película es que cuando mi personaje decide compartir su vida con la persona de la que se ha enamorado, que resulta ser de su mismo sexo, y no ceñirse a las reglas de una sociedad absurda, la vida de sus hijas cambia para mejor. Me gustaba que se mostrara otra manera de concebir las relaciones.
“Lo del glamour ni siquiera forma parte de cómo entiendo yo mi oficio”
SHANGAY ⇒ ¿Tiene algo de esquizofrénico el trabajo de actriz? Porque compaginar en su momento Wit con el rodaje de la serie Abuela de verano debía resultar peculiar…
ROSA MARÍA SARDÀ ⇒ No es cuestión de esquizofrenia sino de oficio. ¿Qué toca ahora? ¿Abuela de verano? Pues a trabajar. Intentas hacerlo lo mejor posible, y si no llegas a más, tampoco haces daño a nadie. No es como si diseñas un puente que se hunde y se caen doscientas personas; eso sería horroroso. Pero como dijo Montserrat Caballé: “Si me sale un gallo, el mundo sigue igual”.
SHANGAY ⇒ ¿Disfrutas por igual un trabajo como Wit que otro como Abuela de verano?
ROSA MARÍA SARDÀ ⇒ Es difícil ser feliz o disfrutar con una serie de televisión, porque el medio es distinto y la forma en que se cuenta la historia es otra, y muy compleja. Son medios de expresión diferentes en los que el oficio cambia. La intercomunicación con el público que pide una obra teatral no se puede lograr con un cristal o una pantalla de por medio.
«Es mejor que te den un premio que una patada en el culo, pero hay que darles importancia solo hasta donde la tienen»
SHANGAY ⇒ Tu oficio se volvió a echar en falta en la última entrega de los Goya…
ROSA MARÍA SARDÀ ⇒ Es preferible que te echen en falta a que digan “Ya está ahí otra vez esa pava”. Mira qué bien, a veces una logra éxitos sin ningún esfuerzo [risas]. Que te echen de menos es algo que en ocasiones todos echamos de menos, porque es tremendo pensar que puedas desaparecer y nadie se acuerde de ti… Sería muy triste, y no hablo en el plano artístico, sino en el personal. Esto de ser superviviente de tantos amigos es complicado, porque a veces pienso: “Cuando me vaya, no me va a echar en falta nadie”.
SHANGAY ⇒ De momento, lo importante es lo que nos emocionas y nos haces reír…
ROSA MARÍA SARDÀ ⇒ Bueno, de vez en cuando. Y tampoco hago reír a todo el mundo, no te creas. Hay quien no me ve con buenos ojos… afortunadamente [risas]. Aunque yo intento no pensar en esas cosas. Procuro quedarme cada día tranquila conmigo misma, pensando que mi trabajo lo he hecho bien, y ya está. La última palabra la tengo siempre yo.