Me siento a escribir en un momento en el que el mundo parece un auténtico campo de batalla. Que en cierto modo así es, pero voy más allá de las consecuencias de la pandemia: me estoy refiriendo a todo lo que rodea a la causa trans. Que bien pensado, ¿cuándo no hemos estado en el campo de batalla? Pues siempre, las veinticuatro horas del día, todos los días de la semana, cada cual con su lucha personal.
En este caso, es sorprendente todo lo que vivimos en menos de diez días. La paliza a una mujer trans negra después de que al mundo se le llenase la boca con el Black Lives Matter. Que la autora de Harry Potter se quitara la máscara y demostrara que lo suyo es más la magia negra. Y que unas cuantas políticas del PSOE hayan quedado en evidencia al demostrarse sus verdaderos pensamientos excluyentes, combinados con ideas arcaicas muy alejadas de cualquier sistema progresista.
Iyanna Dior es la mujer trans negra que fue brutalmente golpeada durante las protestas del movimiento Black Lives Matter. Fue atacada por una veintena de hombres, pero lo importante no era el número ni que fuesen heterosexuales: lo verdaderamente alarmante es que también eran negros. Mientras el mundo se estaba volcando con su lucha, apoyándolos desde las calles y las redes sociales, ellos se consideraron en situación de poder agredir a otra persona. ¿Por qué? Por ser mujer. Mujer trans, que implica doble odio.
Apenas ningún medio se hizo eco de esta noticia, donde la coherencia de la causa brillaba por su ausencia y reafirmaba la idea de que, al parecer, no todas las vidas negras importan. Detrás de un mensaje combatiente, en el que las marcas, la moda y hasta las celebrities se implican, siempre me quedará la duda de si realmente creen que hay personas de segunda clase.
Hablando de celebrities, J.K. Rowling es otra que también se ha cubierto de gloria. Como intento ser bastante cabal, voy a contar hasta diez y no meterme injustamente con su obra literaria. Eso sí, la autora de Harry Potter podría limitarse a escribir libros en vez de tuits, donde da rienda suelta a su transfobia con ideas como la de que solo son mujeres las que menstrúan. Esa frase la escuchas hace veinte años y se la adjudicas directamente a Jesús Gil. Vamos, que no sé si el diablo viste de Prada, pero desde luego se camufla muy bien.
Rowling ha declarado, a modo de absurda justificación, que fue víctima de agresión sexual y de violencia de género, como si eso le permitiese meter el dedo en la llaga en asuntos que no le incumben. Una vez más, como ocurría con el grupo de hombres negros, nos encontramos al oprimido oprimiendo a otro. Esta vez es una mujer que dice haber sido maltratada, atacando a otra. ¿Por qué? Por ser mujer. Mujer trans.
De los políticos sí que no me sorprende nada. Siempre tan dispuestos a hacer realidad aquel dicho de que “perro no come carne de perro”, y se quedan con la boquita pequeña para todo lo que les supone beneficios. Esta vez se ha desvelado un argumentario, firmado por Carmen Calvo y otros miembros del PSOE, donde en resumidas cuentas vienen a decir que el sexo válido es el biológico, y las personas trans son algo aparte.
Con razón, Carla Antonelli se ha desmarcado valientemente, e incluso ha tachado el escrito de panfleto transfóbico. Dicho texto tiene una intención supuestamente feminista, y bien sabemos que el feminismo busca combatir las injusticias y desigualdades sufridas por la mujer.
Así, una vez más, nos encontramos al oprimido jugando a oprimir. Me da a mí que todos estos ataques y rencillas no suelen ir muy dirigidos a los hombres trans, afortunadamente para ellos. Creo que el punto de mira somos nosotras. Y al final hasta nos reafirman, porque todo ese odio viene por ser mujer. Mujer trans.