Proborjativo es de lo más inquieto, y desde la adolescencia se ha lanzado a abrirse camino profesional enfocándose en aquello que le interesa.
Abducido por el techno, ha dejado un poco de lado de la moda de momento para centrarse en la creación de su propia agencia de representación de artistas electrónicos LGTBIQ+. De su camino hasta aquí, vital y profesional, nos habla como parte de nuestra Generación selfi.
Las cosas claras
«Soy de Madrid. Tuve una infancia algo oscura, y me refugié en mundos de fantasía; era un niño introspectivo y creativo. La relación entre mi padre y mi madre era complicada; me tuvieron muy jóvenes, él hacía cosas que ‘no eran muy buenas’, empezó a ganar muchísimo dinero y era todo supercaótico… Lo dejaré ahí.
Mi madre luchó para sacarme adelante (y ahora es ella la que ha salido del armario), pero realmente me crie con mis abuelos. Salí del armario muy joven, con 14 años, y ya me ponía yo mis abrigos y mis cosas, yendo por Goya, con las señoras mirándome fatal siempre.
Como he sido siempre de terapias de choque, mis abuelos se enteraron de que era gay en la presentación de dos poemarios que escribí para mi ex [risas]. Aproveché la coyuntura de tener a todo el colegio (religioso) sentado delante de mí; mi ex, incluido.
En el colegio y el instituto tuve mucha suerte; más allá del típico ‘maricón’, nada. Logré hacerme mi miniespacio para poder compartir mis cosas».
Sensibilidad pop y lorquiana
«Mi top 3 de divas que me inspiraron siendo adolescente lo forman Adele, mi número 1, Lady Gaga y Katy Perry. Fue cuando la cultura pop realmente me impactó. Así que soy a la vez sensible, súper romántica, monstruosa, gótica, ravera, divertida y camp.
Empecé a consumir a mucho youtuber, y a uno de los más seguía era Jaime Ovel. Mira, ahora lo llevo en mi agencia… Igual que a Megane; le descubrí en el escenario Bling! del Orgullo hace tres años, y ahora también le represento. Todo de lo que me fui nutriendo en la infancia y adolescencia va dando ahora sus frutos. También estuve muchos años en la Escuela Municipal de Arte Dramático, y aunque suene a cliché, Lorca ha sido siempre otro de mis referentes».
Todo por una story
«Empecé a hacer cosas en moda de la manera más absurda. Anel Yaos subió una story diciendo que buscaba asistente. Le contesté y con 16 años, siendo muy insistente, le convencí de que tenía que ser yo. Así que pasé el bachillerato entre estilistas, diseñadores… En 2º de bachillerato lo pasé muy mal cuando rompí con el primer chico del que me enamoré. Hasta el punto de que convertí mi sufrimiento en un proceso artístico.
Estaba muy confuso, no sabía qué estudiar, pero como el mundo de la comunicación siempre me ha fascinado, decidí empezar Periodismo. En una universidad privada nada menos, y donde se rueda Élite, encima. Era todo horroroso, me sentía en tierra de nadie. Duré tres meses.
El primer libro que me leí en la carrera fue La explosión del periodismo, en donde decían que estaba muerto. Imagínate la bajona. Y a la vez seguí trabajando con Cherry Massia, y cuando abrió la agencia WAG1 Studio y WAG1 Magazine entré allí».
Sounds of the underground
«Lo que más me ha atraído siempre es el underground, vivo por y para él. Porque además de tener un elemento reivindicativo sirve para provocar. De él nacen las minitendencias que el mainstream se encarga de que lleguen a todo el mundo.
Empecé a salir a clubs siendo un enano; cuando aún no tenía la edad, iba siempre con el DNI del novio de una amiga, que no se parecía nada a mí… Cuando descubrí el techno me cambió la vida.
Creo que hay mucho que hacer aquí por la cultura de club, reforzar lo que tiene de ritual y de liberadora. La electrónica es lo que más me ha inspirado en los dos últimos años».
El sueño del raver
«Después de la pandemia me metí a hacer un grado superior de publicidad y marketing, y en septiembre pasado dije ‘¿qué hago con mi vida?’. Seguía haciendo cosas de moda, pero es un mundo duro, y la profesión de estilista, muy ambigua. Así que de momento solo le hago estilismos a Megane Mercury [en la foto], que es mi amiga, mi hermana, todo.
Necesitaba dar un salto, y cuando una vez me preguntaron si era el mánager de Megane se encendió la bombilla. En septiembre me apunté a un posgrado de management y marketing de la industria musical, y mientras hacía el master aproveché todo lo que aprendía para montar mi agencia de booking y management, Rêve Rave. Porque ya es hora de romper ese techo de cristal con el que se encuentran muchos artistas queer emergentes.
Queremos nutrirnos mucho de fuera y fomentar también sinergias entre colectivos de techno y queer de aquí, y seguir creando comunidad, que me parece muy importante. Todas las que formamos parte del underground tenemos que unirnos, por difícil que sea. Desde luego, la intención por mi parte está».