San Sebastián, una (ambiciosa) quincena que dura un mes: de Mahler a Couperin en una noche

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Afrontar ‘la octava de Mahler’ es todo un reto. La 84 edición de la Quincena Musical de San Sebastián lo logró llevar a cabo. Más de 400 músicos se subieron al escenario del Kursaal donostiarra. Así, con la Euskadiko Orkestra a los mandos de su director, Robert Treviño, el Orfeón Donostiarra, el Orfeón Pamplonés, Easo Ekolania y Easo Gazte Abesbatza afrontaron esta titánica tarea. Un nuevo reto supera en esta quincena musical que dura un mes entero.

Esta imponente obra se estrenó en Múnich en 1910 y el compositor quiso con ella volver a introducir la música coral en la sinfónica con una partitura que ‘mezcla’ el Veni Creator Spiritus (textos cristianos de Pentecostés del siglo IX) con escenas del Faust de Goethe que tanto obsesionaba a Thomas Mann, gran amigo del músico y presente en el estreno. Dividida en dos partes es una composición que es tan fascinante como extraña, y una muestra perfecta de ese posromanticismo que sobrevivió al final del siglo XIX, como bien queda patente también con Richard Strauss, igualmente presente en el estreno. Aunque esa noche fue un éxito, ha tenido un recorrido complicado, pero se ha ido imponiendo a lo largo de los años en todo el mundo. En España se estrenó en 1970 a cargo de la ONE con Frühbeck de Burgos a los mandos.

Si la sinfonía de Mahler es conocida como ‘de los Mil’, así podría ser definida también la programación de este certamen musical, el festival de música clásica más antiguo de España. Son muchos los escenarios que por toda la capital guipuzcoana acogen esta ambiciosa programación. Al igual que muchas localidades de la zona a la que también llegan sus espectáculos, como el concierto inaugural del contratenor Nacho Castellanos, que tras dar el pistoletazo de salida al certamen en el Ayuntamiento donostiarra, tuvo una segunda sede en en la Ermita de la Virgen de Bercijana de la localidad alavesa de Yécora.

Al día siguiente de esta obra cumbre de Mahler –una de las sinfonías más grandiosas de la historia de la música– cautivara al público que no dejó una sola butaca libre en el Kursaal, un escenario muchísimo más íntimo acogió una noche mágica a cargo del siempre espléndido Daniel Zapico.

En los claustros góticos del Museo San Telmo la voz del contratenor Carlos Mena y la tiorba de Daniel Zapico crearon una noche mágica con obras de Lully, Couperin, Buisson, Lambert, Forqueray y de Visée. El músico asturiano ha transcrito partituras de estos compositores franceses para su tiorba. Con ese único instrumento y la voz del contratenor vasco se logró crear esa comunión casi mística con el público que tan pocas veces se consigue, como esa armonía gotico-renancentista de las paredes y techos en los que resonaban esas notas.

Una noche –insistimos– mágica, exquisita, en la que se nota el mimo que Zapico ha puesto en ese proyecto de releer y transcribir partituras, como él mismo contó en el concierto. Ese placer que le supone el privilegio de tocar la tiorba leyendo directamente los manuscritos en la bibliotecas francesas, ese goce que él siente al vivir ese privilegio, logró transmitirlo a todos los presentes en una velada, literalmente, de ensueño.

La Quincena Musical de San Sebastián es lo que tiene. Hay una variadísima oferta –transversal ,en el lenguaje que hay que utilizar 2023– que permite viajar de la música antigua y renacentista a las vanguardias del XX o a la creación contemporánea. Y todo ello, no hay que olvidarlo, en una de las ciudades más bellas que existen.

El siguiente reto es la ópera Oedipus Rex, de Stravinski, basada en la obra de Sófocles. Narra la segunda parte de la tragedia de Edipo, y arranca en momento en que ya ha liberado a la ciudad de Tebas de la Esfinge, ya es rey y se ha casado con Jocasta. Se trata de una nueva producción de la Quincena Musical, que cuenta con dirección escénica de Per Poc en la que las marionetas, como ocurre siempre con este creador, tienen una gran protagonismo.

Donosti rezuma historia y belleza. Por ello es el escenario perfecto para una escapada en agosto y huir de la vulgaridad que ha invadido el mundo. Danza, música, ópera… Sin duda, el plan que mejor suena. Un plan que se complementa a la salida de cada espectáculo si se quiere disfrutar de una ciudad con una oferta de ocio y gastronomía de la que poco se puede añadir que no se sepa.