Acaba de comenzar la nueva temporada del Teatro Real con un concierto de Anna Netrebko que agotó las entradas. El próximo 19 de septiembre se vuelve a levantar el telón con Juan Diego Flórez, y también con todo el papel agotado (para los centennials y millennials: sold out). Y el comienzo oficial de la temporada de ópera es el 23 de septiembre con Adriana Lecouvreur, de Cilea, una obra que apenas se ha visto en Madrid, y cuyas legendarias funciones con La Caballé y José Carreras –a quien están dedicadas– en 1974 aún resuenan entre las paredes del Teatro de La Zarzuela, cuando el Real aún estaba cerrado como teatro de ópera.
Quedamos con Gregorio Marañón y Bertrán de Lis, presidente del Teatro Real, para que nos cuente, en primera persona, cómo ha cambiado el panorama lírico en Madrid en este último cuarto de siglo, en el que el coliseo de la plaza de Oriente de Madrid se ha consolidado como uno de los principales teatros de ópera del mundo.
Comienza una nueva temporada, con nuevos retos y ambiciones. Pero también hay que echar la vista atrás para recordar estos últimos años, que han sido clave para que Madrid se haya convertido en una de las capitales mundiales de la lírica.
SHANGAY ⇒ Este 12 de octubre hará veintisiete de años de la reapertura del Teatro Real. Cómo han cambiado las cosas en este cuarto de siglo…
GREGORIO MARAÑÓN ⇒ El mundo vive aceleradamente momentos de cambio, ciertamente no muy alentadores. Me refiero al cambio climático y a los conflictos bélicos en Ucrania y Palestina. En la pequeña historia del Teatro Real, por el contrario, todo está yendo mucho mejor. Su reapertura en 1997, su refundación en 2007, la recuperación de la titularidad de su edificio en 2013, el segundo centenario de su constitución en 2017 y el Opera Award como el mejor Teatro de Ópera del año 2022 son hitos muy significativos de esta evolución.
«La programación es extraordinaria, por su ambición y su calidad. Y añadiría que equilibrada»
SHANGAY ⇒ Madrid ha pasado de ser prácticamente irrelevante en la lírica mundial a ser una plaza de primer orden.
GREGORIO MARAÑÓN ⇒ Así es, y así se reconoce internacionalmente. Su excelente programación operística, la inauguración del Real Teatro de Retiro para jóvenes y niños, la presidencia de Ópera Europa, la presencia añadida de Ignacio García-Belenguer en la Junta Directiva de OLA y en la Comisión Ejecutiva del Beijing Forum for Performing Arts, y el éxito por el mundo del Flamenco Real son banderas muy significativas de este reconocimiento como teatro de primer orden.
SHANGAY ⇒ Usted está volcado en la cultura, es académico de muchas entidades de gran prestigio, pero todo parece indicar que el Teatro Real es una especie de ‘ojito derecho’…
GREGORIO MARAÑÓN ⇒ Es una institución ciertamente apasionante, cuya presidencia asumí en circunstancias difíciles. Se la debo al exministro de Cultura César Antonio Molina, quien se interesó por el proyecto que le esbocé para el Teatro Real cuando rechacé la presidencia del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Sobre la marcha me pidió que le ayudase a reformar los estatutos del Real, y ahí empezó todo…
GREGORIO MARAÑÓN ⇒ El calor del público y la extraordinaria eficiencia y amabilidad del equipo institucional. A ello se une el hecho de que Madrid sea una ciudad caracterizada por su capacidad de acogida.
SHANGAY ⇒ Muchas primeras espadas mundiales se han comprado casa en Madrid como ‘sede’ europea. Otro logro del Real…
GREGORIO MARAÑÓN ⇒ Nos ilusiona que sea así por su significado. Hay algunos artistas y músicos internacionales del mayor prestigio que, tras su enamoramiento de Madrid, efectivamente han establecido aquí su residencia. Alguno, incluso, ha solicitado la nacionalidad española.
SHANGAY ⇒ El triunvirato Gregorio Marañón, Ignacio García-Belenguer, Joan Matabosch se ha consolidado como un gobierno de éxito, cada uno en su gestión. ¿Tiene fecha de caducidad? Porque en un país como el nuestro es muy extraño no despertar críticas y gustar a todo el mundo de todos los sectores.
GREGORIO MARAÑÓN ⇒ Ignacio, Joan y yo tenemos que recorrer aún una larga andadura. Mi deseo es culminar el proyecto que hemos definido en el Plan Estratégico. En todo caso, yo no percibo ninguna retribución por mi cargo, ni he querido tener despacho en el Teatro Real. Lo que no me impide colaborar con el extraordinario equipo que conforman Ignacio y Joan Matabosch –ambos contratados por mí– durante los 365 días del año, sábados, domingos y vacaciones incluidos.
«Tenemos una estructura financiera única en Europa. Solo contamos con un 25% de financiación pública»
SHANGAY ⇒ ¿Cómo se podría definir la programación del Real?
GREGORIO MARAÑÓN ⇒ Extraordinaria, por su ambición y su calidad. Y añadiría que equilibrada. A las referencias que suponen las óperas de repertorio, se añaden las necesarias aportaciones propias de nuestro tiempo. No olvidemos que el Teatro Real estuvo cerrado desde los años 20 hasta 1997 [como teatro de ópera, pues tras un cierre total por riesgo de derrumbe, entre 1966 y 1988 se reabrió como sala de conciertos]. Tenemos también que recuperar lo mejor de las óperas compuestas durante ese periodo de casi un siglo de black-out.
SHANGAY ⇒ ¿Qué queda por conseguir? ¿Cuál es el mayor reto del teatro?
GREGORIO MARAÑÓN ⇒ Tenemos una estructura financiera única en Europa. Siendo una institución pública –jurídica y vocacionalmente–, solo contamos con un 25% de financiación pública. Por no irnos muy lejos, La Zarzuela tiene el 90%, y el Liceu más del 40%. Pues bien, este éxito financiero tiene que consolidarse, y ello requiere algo más de tiempo.
SHANGAY ⇒ El Real Teatro del Retiro es uno de los nuevos proyectos de la casa. ¿Alguno más que se pueda adelantar?
GREGORIO MARAÑÓN ⇒ Si tuviese que señalar alguno, citaría el del Flamenco Real. El flamenco constituye la principal y más original aportación que nuestro país ha hecho a la música universal, y el Teatro Real está logrando que llegue a los principales teatros del mundo. Vengo de estar en Pekín, donde la primera dama china ha querido mantener conmigo una reunión de hora y media, interesándose por el proyecto, y ha presidido su estreno en el grandioso New Centre for the Performing Arts.
«Ignacio García-Belenguer, Joan Matabosch y yo tenemos que recorrer aún una larga andadura. Mi deseo es culminar el proyecto que hemos definido en el Plan Estratégico»
SHANGAY ⇒ Como aficionado, no como presidente, ¿qué se echa en falta en Madrid que haya que buscar fuera?
GREGORIO MARAÑÓN ⇒ Creo que soy objetivo si respondo que nada. El Madrid de hoy está a la altura de las principales ciudades del mundo.
SHANGAY ⇒ La temporada comienza este mes de septiembre, y lo hace de nuevo saldando deudas, con un título muy conocido, pero que casi no se ha visto en Madrid, y nunca en el Real…
GREGORIO MARAÑÓN ⇒ Efectivamente, se trata de Adriana Lecouvreur, de Francesco Cilea, estrenada en 1902 en el Teatro Lírico de Milán. Esta obra, basada en la duquesa que presuntamente fue amante de Voltaire y que es un precioso ejercicio de teatro dentro del teatro, será, además, un homenaje a José Carreras, de cuya interpretación, junto a Montserrat Caballé, se cumplen 50 años. El Teatro tiene por delante una emocionante agenda, fruto de la excelencia de su trabajo. ¡Que prosiga!, como señala la mano labrada en piedra que señala hacia el infinito en la fachada del Pazo de Oca.
SHANGAY ⇒ Para terminar, y parafraseando al Capriccio de Strauss, a estas alturas de siglo, en un teatro de ópera ¿prima la música y las voces, o prima la regia de los directores de escena?
GREGORIO MARAÑÓN ⇒ Como escribió Jean de la Bruyère en el siglo XVII, la ópera es un gran espectáculo musical que requiere teatralidad para lograr el encantamiento del público. La música, las voces y la dirección de escena tienen que lograr unidos ese gran encantamiento que precisa el espectáculo, afirma también nuestro filósofo.