Crónica. Janet Jackson, disciplinada y (en exceso) controlada en su tour 'Together Again' en Londres

Estuvimos en uno de los conciertos de Janet Jackson en Londres dentro de su gira 'Together Again', y así lo vivimos.

Janet Jackson, en Londres dentro de su gira 'Together Again'.
Janet Jackson, en Londres dentro de su gira 'Together Again'.
Agustín Gómez Cascales

Agustín Gómez Cascales

He viajado en limusina con Mariah, he tomado el té con Beyoncé, he salido de fiesta con J.Lo y he pinchado con RuPaul. ¿Qué será lo próximo?

30 septiembre, 2024
Se lee en 7 minutos

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Anytime, anyplace, como dice una de sus grandes baladas, merecería la pena ver en directo a Janet Jackson. Por lo poco que se prodiga y porque, aunque su impacto popular diste muchísimo del que disfrutó hace décadas, es una de las más grandes estrellas pop –relativamente– en activo. Mi primera vez fue en 2011, un 26 de junio, en París. No era, ni mucho menos, su gira más espectacular, y quizá por ello la tituló Number Ones: Up Close and Personal. De hecho, pasó por Barcelona semanas después, con más pena que gloria, porque ni siquiera logró llenar el Poble Espanyol.

Sí agotó entonces en la mítica sala L’Olympia de París, y además su concierto coincidió con el aniversario de la muerte de su hermano Michael, y acudieron varios familiares. Con Together Again, dedicada a él –y, como siempre desde que la creó, a tantas personas que perdió por el VIH–, lloramos como magdalenas cuando terminó el show.

Janet Jackson, en su gira 'Together Again' en Londres

Con ese mismo clásico cerraría su concierto de Londres el sábado pasado, en un O2 abarrotado y con entradas agotadas. Pero ahí no solté la lágrima. Ahora explicaré por qué. Su actual gira Together Again sí apuesta por un show más elaborado y grandes recintos, y está siendo todo un éxito. Su fans estaban –estábamos– deseando poder celebrar a lo grande a una de las reinas del pop (según Azealia Banks (y para Lizzo también), la más grande, aunque mejor no entrar en ese berenjenal, no hay necesidad). Y tras tanto tiempo sin visitar Europa y alrededores, la expectación era máxima el sábado 28 de septiembre en –la fría, porque la temperatura era casi invernal– Londres.

Horas antes de comenzar el concierto –previsto a las 21h, y comenzaría con puntualidad británica–, la cola en el puesto exterior de merchandising daba susto. Dentro del estadio, lo más llamativo era el público que iba tomando asiento. Menos gente racializada de la que cabría imaginar, al menos en pista, y una edad media en torno a los 55. Con más de un freaky fan por allí, como un matrimonio que se habían fabricado chaquetas en cuya parte trasera aparecían sus fotos con Janet logradas en algún meet and greet –de pago– previo.

Por no hablar de un señor con una chaqueta de cuero inspirada en la de Beat It de Michael Jackson, tan presente –en espíritu, pero también en lo musical– que inquietaba. Porque se suponía que allí estábamos para celebrar a Janet, y dejar que fuera ella quien hiciese algún guiño a su hermano cuando procediese.

Janet Jackson, en su gira 'Together Again' en Londres

Apenas se veían veinteañeros –y superestrellas, la única que vi deambular por los pasillos antes de arrancar el show, fue un errático Johnny Depp–, salvo aquellos que acudieron acompañando a sus madres: sí se veían muchas con hijas y con hijos (estos, prácticamente todos LGTBIQ+). Ni con su incuestionable legado parece haber calado la pequeña de los Jackson en las nuevas generaciones.

Claro, que tampoco ayuda lo abandonada que ha tenido su carrera. Su último álbum, Unbreakable, data de 2015, y su último single, Made for Now, de 2018. Celebrar su catálogo en esta nueva gira es todo un acto de “justicia poética” –quienes pillen el guiño, saben–. Por eso no terminé de entender que el DJ set previo de su inseparable DJ Aktive estuviese completamente basado en música de Michael Jackson. ¿Era necesario? Para una gran parte del público, vista la enfervorizada reacción a cada clásico que soltaba, sí. Yo no entendí una sesión tan facilona y poco inspirada del telonero.

Logré llegar prácticamente virgen –es decir, sin saberme el set list– al concierto, y lo agradecí. Porque las sorpresas dentro del repertorio fueron continuas. Tras un preludio que dejó claro que entrábamos en una especie de ballroom, Janet apareció como suprema sacerdotisa –enorme su entrada desde las alturas envuelta en una maxicapa, cual virgen coronada– con Night, un poco conocido tema de su último álbum. Una sorpresa de las que se agradecen.

Janet Jackson, en su gira 'Together Again' en Londres

Lo que no me esperaba era que el O2 sonase tan mal como el Civitas Metropolitano de Madrid, y hubo que hacerse a la idea gradualmente, porque aquello no mejoró. Con impecables looks de Thom Browne y zapatos de Loboutin, lució divina durante las casi dos horas de concierto, divididas en cuatro actos. El primero, el más radicalmente bailable, en el que fue encadenando temas 2nite, Slolove, Rock with You y Throb. Un sueño en cuanto a lo musical, y también en lo visual, con un punto de teatralidad y sus cuatro bailarines fluyendo entre lo masculino y lo femenino de un modo muy sugerente.

El problema de contar con un repertorio de hits tan extenso es que era inevitable que todo el mundo pudiera echar alguno en falta –y eso que en total sonaron, total o parcialmente, 39 canciones–. Merecía la pena dejarse llevar, aunque algunos medleys sonaron algo forzados. Y con la algo insípida sección dedicada a algunas de sus baladas más conocidas, quedó claro que era el momento perfecto de ir al baño. Que los cuatro actos no estuviesen del todo bien definidos hizo que algunas canciones –véase Got ‘Til It’s Gone o Feedback– se perdieran, algo que parecía un crimen en pleno directo. Y entre las decisiones discutibles en lo musical… ¿por qué So Excited y Son of a Gun merecieron ser interpretadas completas y tantas otras no?

Janet Jackson, en su gira 'Together Again' en Londres

Suerte que el último acto, el dedicado casi exclusivamente a Rhythm Nation, es soberbio, con una Janet en absoluta plenitud, y más presente que nunca. Porque otro pero que le pongo al show es que falte una mayor presencia –exagerada, incluso– de Janet como icono. Llamaba la atención que casi siempre estuviese rodeada por cuatro bailarines, mucho más altos que en ella, que en ocasiones incluso la tapaban. ¡Si Janet sola, con un foco, como al cerrar con Together Again, se basta y se sobra! Cuando se supo que para la parte europea de la gira había recuperado Runaway, el fandom aplaudió. Pero cuando la interpreta, perdida en las alturas, con más protagonismo de las pantallas en donde se proyectaba el vídeo que de la artista, piensas que la decisión fue cuestionable.

Lo maravilloso –cuando te dejan– es comprobar que su presencia escénica sigue resultando única. Y cuando realizaba, con milimétrica precisión, sus dance breaks más celebrados –y no la tapaba nadie–, la piel de gallina era inevitable. Esa emoción de la que se nos privó en más momentos, porque Janet estuvo fría en el trato, y hasta distante a veces. ¿Un mal día o un exceso de profesionalidad? Nunca lo sabremos, me temo. Para el recuerdo, momentos tan inesperados como bien engarzados: unos segundos de mashup de su Nasty con el de Tinashe, un guiño a Tyla, una coreo en mitad de I Get Lonely en que subió la temperatura o la manera de unir el final de Scream –ahí sí estuvo justificada la presencia virtual de Michael– con el mitiquísimo dance break de If que no incluyó cuando un poco antes había cantado dicho tema.

Janet Jackson, en su gira 'Together Again' en Londres

Destellos dentro de una noche en que Janet Jackson demostró, una vez más, que cuenta con una discografía fabulosa y con una capacidad para atrapar al personal, incluso con un silencio prolongado –marca de la casa, cuando juega a la diva dominatrix que provoca al público con solo una mirada–, únicos. Me faltó, sí, emoción. Y me sobró, en algunos momentos, parafernalia. Porque no todas las divas del pop –más bien pocas– juegan en esa liga en la que la mera presencia basta y sobra.

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