«Me gustaría volver a mi país, pero no quiero morir. No quiero llegar y morir. Querría volver para intentar seguir construyendo allí por nuestra causa, pero no en esas condiciones», nos dice Majandra, una mujer trans peruana. Lleva en España «tres meses y tres días» después de que intentaran matarla tras dispararle dos tiros. Así vive hoy su tremenda historia en la que, entre otras cosas, tuvo que negarse a sí misma para poder hacer algo supuestamente tan simple como estudiar Derecho y cumplir su sueño de ser abogada.
Majandra vive en hoy en Barcelona. Encontrar un lugar para poder dormir ha sido uno de sus ‘nuevos’ problemas: «En un principio cogí un sitio por Airbnb para los primeros días, pero luego me puse a buscar piso para compartir y en todos me decían que no, que no era la persona que querían para compartir piso. Al final le conté mi problema a una amiga, y ella me hizo un hueco en su casa. Pero sigo buscando…».
Estudió Derecho, pero ni se plantea poder trabajar en España como abogada: «No tengo el título convalidado por ahora. He buscado en otros lados, pero nada. Me dijeron que en mi situación lo único que podía hacer era dedicarme a la prostitución. Yo no lo critico, pero nunca lo he hecho», nos dice antes de romper a llorar.
Majandra estuvo en Madrid invitada por The Equality Advocacy Project, una ONG formada por un grupo LGTBIQ de periodistas y personas del mundo de la comunicación que quiere hacer presión para ser altavoz de aquellas personas que, como ella, sufren persecución en sus países de origen.
La organización convocó a representantes de todos los partidos políticos –excepto Vox– con la intención de que todas esas personas escucharan la terrible historia de Majandra. Para que conocieran de primera mano su caso, para entre todos intentar buscar solucioness. The Equality Advocacy Project pretende que todos los asistentes y sus integrantes ejerzan de lobby en sus respectivos ámbitos.
El drama de Majandra comenzó en su infancia, en su pueblo, Tarapoto, en la Amazonia peruana. «Yo, de pequeña, en los años ochenta, veía cómo en lo que denominaban ‘marco de limpieza social’ exterminaban a lo que hoy llamamos personas LGTBI. Éramos quince hermanos, yo soy la pequeña de una familia muy religiosa y machista, por lo que con quince años me fui de casa». Cuando le preguntamos por el verbo ‘exterminar’, se reafirma: «Sí, los exterminaban».
En su adolescencia comenzó su transición, pero tuvo que pararla: «Siempre quise estudiar Derecho, y cuando estaba en la universidad me dijeron que tenía que cambiar de forma de vestir y cortarme el pelo. Que tenía que ir como un chico. Lo hice porque era mi ilusión, y quería terminar la carrera. Una vez finalizada, seguí con el proceso».
Pero su verdadero problema vino mucho después: «Hace justo un año, el 19 de junio de 2018, el estado peruano colocó en Tarapoto, mi pueblo, una placa en la que se reconocían los crímenes por orientación sexual. El día 20 de junio, es decir al día siguiente, tenía en mi casa una notificación fiscal en la que se me decía que estaba obligada a declarar en el juicio contra ellos. Tenía que ir sí o sí». Todo por ser testigo presencial de ese ‘exterminio’ que vio, y vivió, de pequeña en su pueblo.
Nadie le puso ningún tipo de protección, y la persiguieron hasta dispararle dos tiros: «Me tuve que ir sin poder pensarlo. No sabía dónde ir, pero unos amigos me dijeron que España, por cuestión del idioma, era el mejor destino. Me vine con unos pocos ahorros y ahora estoy intentando integrarme. Me dije, tienes que empezar a plantearte que si no te integras, te deprimes. Estoy trabajando como voluntaria en organizaciones LGTBI, y me gustaría poder homologar mi título para poder ayudar, como abogada, a personas refugiadas. No sé lo que me durarán los ahorros, porque mi dinero de Perú aquí es tres veces menos. Estoy viviendo con mi amiga porque no tengo otro sitio. Y claro, sin trabajo… Pero es que, como digo, no encuentro, y tener que ser escort… Repito que no me parece mal que nadie lo sea, pero es que yo nunca lo he hecho».
Pese a todo, se siente segura en nuestro país: «Al menos aquí, en España, puedes caminar por la calle. No me agreden, no tengo que salir acompañada», nos dice esbozando una sonrisa. Tremendo.
The Equality Advocacy Project convocó al encuentro a Israel Pedroza, de la ONG Kif Kif; Isabel Rodríguez, diputada PSOE; Cuca Gamarra, vicesecretaria general política social PP; Roberto Hernández, diputado de Ciudadanos; Bosco Labrado, del área LGTBI de Ciudadanos; Sofía Castañón, diputada de Unidas Podemos por Asturias; Eduardo Rubiño, diputado de Podemos en la Asamblea de Madrid; Manuel Ródenas, presidente de la Ssociación de Abogados contra Delitos de Odio; Sergio Colina, de la Plataforma LGTBI del Servicio de Exteriores; Paula Gómez, directora general de la mujer de la Comunidad de Madrid; Rufino Arco, LGTBIPol y Álex Dorado, del PSOE internacional. En la mesa estaban también Rafa Aníbal y Ángel Negro, cofundadores de la ONG.
Todos los asistentes se comprometieron a hacer todo lo posible, en sus respectivos ámbitos, para intentar solucionar este tipo de situaciones tan dramáticas.
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