Es, sin duda, una de las propuestas artísticas más interesantes de los últimos años. «Zarzuela hecha por jóvenes y para jóvenes», así definen los responsables del Proyecto Zarza su línea de creación. Ahora le toca el turno a Agua, azucarillos y aguardiente, en una apuesta escénica en la que hasta el mismísimo Federico Chueca sube al escenario del Teatro de La Zarzuela para presumir, con orgullo, de que en el futuro todo un barrio de Madrid, con una importante plaza, llevará su nombre.
Acercar el género lírico español a las nuevas generaciones es una de las misiones que tiene el Teatro de la Zarzuela. Así como fomentar la creación de nuevos títulos [su próximo estreno, el 26 de marzo, es una obra nueva, Policías y ladrones] y recuperar algunos perdidos o que nunca se han estrenado en España. Es un hecho que el género chico (término que no significa otra cosa que hablamos de obras de una hora de duración, no de que tengan una calidad inferior a otras partituras más extensas) vivió su momento de esplendor a finales del XIX y principios del XX. También que no ha sabido renovarse ni conectar con nuevos públicos. Ese es el empeño, y la misión, del Proyecto Zarza.
Tampoco hay duda de que lo consigue. Tras La revoltosa, El dúo de la africana y La verbena de la Paloma, en los tres años anteriores, ahora le toca al turno a Agua, azucarillos y aguardiente, una de las obras maestras de Chueca. La directora de escena Amelia Ochandiano vuelve a hacer gala de su talento con un montaje visualmente impactante y teatralmente perfecto. Nando López crea una libre adaptación del libreto original de Miguel Ramos Carrión. Es en esos cambios en los que introduce a personajes como Chueca, para que los jóvenes que vienen después de los centennials de la Generación Z sepan cuál es el origen del barrio más LGTBI del mundo. Porque, seamos honestos, muchos piensan que Chueca es, sin más, un estupendo barrio gay para salir.
Coreografía de chulapos tras el famoso Coro de barquilleros. [Fotos: Javier del Real]
Ólivier Díaz –que hasta hace muy poco fue el director musical del Teatro de La Zarzuela– es el encargado de transcribir la partitura para que la toque un grupo de cámara –también todos jóvenes músicos– en lugar de la orquesta sinfónica para la que fue escrita. El resultado, con él mismo al piano, tampoco puede ser mejor.
Sobre el escenario, un grupo de jóvenes actores y cantantes, todos desconocidos, dan vida a los personajes que cantan romanzas y coros que son míticos en la historia de nuestra lírica, desde el Coro de barquilleros hasta el Coro de niñeras, pasando por el famoso duelo musical entre Manuela y Pepa por un ‘me has levantao al novio’… «Tú sin duda te has creído que yo soy una cualquiera, porque tú tienes un puesto, y yo voy con la vasera. Pero ya saben lo que eres más de dos y más de tres, que tú eres una cosa…».
Tras varias representaciones escolares, hay funciones abiertas al público los días 6 y 7 de marzo. Conviene no perderse esta obra maestra, aquí revisada por generaciones de las que depende que nuestra amada zarzuela no acabe convirtiéndose en una pieza de museo.
Más info y entradas en: Teatro de La Zarzuela
Momento final de la obra, al grito de «¡Agua, azucarillos y aguardiente!».