En la muerte de Carol Channing: Bye bye, Dolly, and thanks!

Al contrario que otras grandes del teatro musical como Julie Andrews, a la Channing no le importaba que se la asociara a un personaje como Dolly.

En la muerte de Carol Channing: Bye bye, Dolly, and thanks!
Nacho Fresno

Nacho Fresno

Plumilla poliédrico -escondido tras una copa de dry martini- que intenta contar lo que ocurre en un mundo más absurdo que random.

16 enero, 2019
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Fue la Dolly Levy por excelencia. Más, incluso, que Barbra Streisand. Carol Channing estrenó el papel en Broadway en 1964 y lo interpretó ¡más de 5.000 veces! Su muerte, a los 97 años, nos deja huérfanos de una de las grandes estrellas del teatro musical. Verla sobre el escenario era una de esas cosas que un amante de los musicales tenía que hacer al menos una vez en la vida. Era una de las imprescindibles, una leyenda; eso que hoy llaman icónica.

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Al contrario que otras divas del teatro musical, como Julie Andrews, a la Channing no le importaba que se la asociara a un papel, en este caso, Dolly. Así como la Andrews procura desligarse de personajes como Mary Poppins o la María de The Sound of Music (Sonrisas y lágrimas), Carol Channing no tenía el menor reparo en reponer en Broadway Hello, Dolly! una y otra vez.

La última fue en 1995, y para ello la estrella ‘se hizo’ un desnudo en la portada del Vanity Fair estadounidense. Con un par. Dentro, en el reportaje, ella misma se cachondeaba de una pintada que había aparecido en Los Ángeles, donde se estrenaron los previos de la función antes del desembarco neoyorkino. En un muro de la ciudad habían escrito la frase “God save us from Hell (or Dolly revivals!)”. Ella, como la gran estrella que era, solo podía hacer una cosa ante esto: descojonarse y posar desnuda en la portada, envuelta en la bandera americana. Las estrellas –las de verdad– son así.

Su carrera en Broadway la catapultó a lo más alto de las marquesinas luminosas de los teatros. Primero fue con Los caballeros las prefieren rubias, en 1949. Luego, en el 64, con la obra que la consagró. Pero la fama en el cine se la llevaron Marilyn Monroe y Barbra Streisand respectivamente. No importa. Ella fue la estrella que brilló en los teatros, que, realmente, son las estrellas que más –y mejor– brillan. Tras triunfar en Nueva York, dio el salto como primerísima figura al exclusivísimo club de las reinas del West End londinense. En el cine no fue muy prolífica, pero solo por Millie, una chica moderna, con Julie Andrews y Mary Tyler Moore, merece ser recordada.

En su última reposición de la obra, en la puerta de artistas del Lunt-Fontanne Theatre, en pleno corazón de Times Square, un cartel rezaba: “Por esta puerta sale una leyenda viva de Broadway siete veces a la semana”. Fue el último Hello, Dolly! de la Channing, pero no de Broadway, pues el año pasado Bette Midler arrasó en ese mismo papel.

Fuera del teatro, tras una alfombra roja, esperaba siempre una gran limusina blanca. Ella salía enfundada en un visonazo, también blanco. Su hotel estaba en la calle de enfrente, bajo los neones de la plaza, a dos minutos a pie y a más de cinco en coche, pues era en dirección prohibida. Para los fans resultaba perfecto: solo teníamos que cruzar para verla dos veces. Toda una star, nos reconocía, sonreía, y decía: “Oh, my God. You’re here again”, y nos volvía a dar un programa previamente firmado. ¡Cómo son las estrellas! O cómo eran, porque las de ahora no son ni sombra.

Por todo ello, ¡adiós, Dolly! Y muchas gracias. Bye bye, Dolly, and so many thanks! It’s so nice to be back home where I belong… Como estrella, ya estás en el olimpo, al que perteneces desde hace muchísimos años.

 

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