La polémica saltó por el acto de Vox en el Teatro Barceló celebrado días antes de la mítica fiesta Tanga, que finalmente cambió de sala y pasó a But, en los bajos del antiguo Pachá. Hablamos con Pedro Trapote, dueño de Barceló, sobre la polémica y el tema.
El empresario, que lleva cuarenta años en el mundo de la noche, al frente de salas tan icónicas como Joy Eslava, nos responde a las críticas que surgieron en redes. Los abucheos contra el colectivo LGTBI que se produjeron en el acto de Vox encendieron la mecha. ¿Podía celebrarse una fiesta gay multitudinaria en un lugar en el que 48 horas antes se corearon consignas contra el colectivo? “¿Cómo vamos a ser homófobos en el Teatro Barceló?”, nos dice Pedro Trapote, su dueño, ante la polémica surgida.
“Llevamos casi cuarenta años en el mundo de la noche al frente de locales como Joy o, antes, Pachá [actual Teatro Barceló]. Joy ha sido siempre un lugar de encuentro de muchísima gente, de todo tipo. Y en una época que no era esta, en la que todo es más transversal y está aceptado. Locomía, las drags que recibían en Joy a los clientes en los años 90. Multitud de amigos nuestros, de todas las ideologías y formas de pensar. Personas gays, lesbianas o heterosexuales… ¿Cómo vamos a ser homófobos nosotros? ¿Quién puede pensar eso?”, insiste.
Sobre la polémica de que la dirección de la sala haya alquilado el local a gente como la de Vox, asegura. “La tenían contratada de 20 a 22′:30h, y nos dijeron que era para gente joven. Los de Tanga! la alquilan un domingo al mes durante doce horas, en vez de dos y media. Y si vienen los de Podemos para contratarla, pues también se la alquilamos. Tenemos, afortunadamente, una sociedad transversal que felizmente ha superado ya si uno es gay, lesbiana o trans. Estamos en 2019 y llevamos casi cuarenta años en esto. Unas veces te contratan unos y otras te contratan otros”, añade.