Sí. El Liceu está que arde. Pero esta vez es para bien. Tras unos años conflictivos en los que ha tenido que salir de una de sus peores crisis económicas, ahora afronta una de sus temporadas más ambiciosas para celebrar los veinte años de su reapertura tras el incendio que lo destruyó.
La temporada 2019/2010 es la que celebra estos veinte años del (nuevo) Liceu, que revivió de sus cenizas para recuperar su glorioso esplendor. Y lo hace, como hace veinte años, con Turandot.
Si en 1999 volvió a levantar el telón con una espectacular producción de la ópera de Puccini, entonces bajo la visión de Núria Espert, ahora lo hace bajo la dirección artística del videocreador Fran Aley, un colaborador habitual de La Fura dels Baus que promete no dejar a nadie indiferente. Y con un repartazo que sí que va a hacer saltar las chispas en la sala: Iréne Theorin (una de las nuevas diosas del Liceo) se alterna con Lise Lindstrom como la princesa de hielo; Jorge de León y Gregory Kunde como Calaf; Ermonela Jaho y Anita Hartig serán Liú, y Alexander Vinogradov y Ante Jerkunica, Timur. Josep Pons, director musical de la casa, estará al frente de la Sinfónica del Gran Teatre del Liceu. El 7 de octubre –exactamente veinte años después de aquel fatídico 7 de octubre de 1999–, el teatro volverá a dar el gong –o campanada– con la misma ópera. Pero esta vez ya en pleno siglo XXI.
Pero si de algo puede presumir el Liceu es de historia. Inaugurado en 1847, ha sido, durante muchos años, el buque insignia de la lírica en España. Ha pasado por todo tipo de vicisitudes y etapas, de ser un teatro estrictamente privado a convertirse en una fundación (hoy presidida por Salvador Alemany). Ha sabido transformarse en un teatro moderno, que es el mejor espejo de una ciudad cosmopolita como Barcelona. Por eso, esta temporada de aniversario está cargada de guiños. Por ello, también, el 1 de marzo hay una Resurrección de Mahler que promete ser antológica. Resurgir de las cenizas…
Además de inaugurar con Turandot, hay otros títulos cargados de simbolismo: la zarzuela vuelve a la casa con Doña Francisquita (con Celso Albelo, María José Moreno, Carlos Chausson, Ana Ibarra e Isaac Galván) en una coproducción con el Teatro de La Zarzuela. Barcelona siempre fue una gran plaza zarzuelística, y el teatro quiere reivindicarlo.
El Liceu tira también de fondo de armario y recupera su maravillosa Aída con los extraordinarios decorados, pintados a mano, del maestro Cabanes. Es una función del año 1945. Un montaje redondo, perfecto, que demuestra que la calidad no caduca ni pasa de moda. Lo que fue moderno hace 45 años, si está bien hecho, sigue estando de plena actualidad en enero de 2020, que es cuando se repone. Y lo hace con Angela Meade como Aída (se alterna con Anna Pirozzi en el rol) y con Clémentine Margaine y Judit Kustasi como Amneris. Un lujo.
La cosa continúa: una Clemenza di Tito mozartinana con regia de McVicar; el debut de Katharina Wagner en la que es una de las capitales wagnerianas del mundo [el Liceo es el primer teatro del planeta que programó Parsifal una vez que caducaron los derechos de exclusividad de Bayreuth, el 1 de enero de 1914] con Lohengrin en marzo… Barcelona, quizá la cuna de la pasión por Wagner en España, acoge a la bisnieta del genio. Se repone también la Carmen de Bieito, una función que nació en Perelada –con Angela Gheorghiu cuando aún no era Angela Gheorghiu– y que el Liceu rescató años después para darle la larga vida internacional que ha tenido.
Pero hay más fuegos de artificio (vocales) de lujo: una pareja (lírica) cargada de morbo: Anna Netrebko y Yusif Eyvazov darán un súper concierto el 4 de noviembre. Roberto Alagna y Elena Pankratova estarán en una Cavelleria Rusticana en diciembre; Javier Camarena dará un concierto el 18 de enero en el teatro en el que ya ha bisado en más de una ocasión, y Juan Diego Florez otro el 21 de mayo. Los dos ‘bisadores’ oficiales en todo el mundo vuelven al teatro. Ballet, el Off Liceu y funciones para niños completan la programación.
Es la última temporada diseñada por Christina Scheppelmann (que acaba de fichar por la Ópera de Seattle, tras haber sido tentada por la Opera National de Paris y La Scala de Milán), que ha sido la encargada de capitanear artísticamente el famoso barco de Las Ramblas barcelonesas a nivel artístico durante los últimos años. Víctor García de Gomar es su sustituto. En la dirección general del coliseo sigue Valentí Oviedo, con Pons en el foso, al frente de la Sinfónica del Liceu.
Así da gusto cumplir veinte años. Pero se notan esos otros 147 de historia a sus espaldas.