Solicitamos a Pedro Sánchez, presidente en funciones del Gobierno de España, que colaborara en nuestro Anuario Shangay 2019 para repasar lo que ha significado este año en materia LGTBI. Aceptó amablemente nuestra invitación, y su colaboración ya está publicada en la edición especial en que repasamos lo más destacado que hemos cubierto en los últimos doce meses en Shangay.
Reproducimos aquí su escrito, en el que, por supuesto, recuerda la recepción que ofreció en el pasado Orgullo de Madrid a numerosos representantes de nuestro colectivo LGTBI, sin duda un momento histórico en el que se conmemoraron los 50 años de Stonewall. En su texto, titulado Un país sin armarios, Pedro Sánchez recuerda cómo han mejorado las cosas desde la primera manifestación del Orgullo en Barcelona hace cuarenta años, y reflexiona sobre el momento actual que vive el colectivo, sobre la amenaza del discurso de odio que lanza la extrema derecha y de su compromiso para que España siga “llenando sus calles con los colores del arcoíris”. Este es el texto íntegro.
UN PAÍS SIN ARMARIOS
La FELGTB escogió un lema revelador para este 2019: ‘Mayores sin armarios: ¡Historia, lucha y memoria!’. Cuarenta años después del primer Orgullo en Las Ramblas de Barcelona, vuelve a haber personas que querrían borrar los colores del arcoíris para llevarnos de vuelta a la España en blanco y negro que vivieron nuestros mayores. Una España en donde la moral del prejuicio se imponía sobre la libertad. Una España en la que lesbianas, gais, trans y bisexuales sufrían la persecución social y la represión de un Estado que los dejaba de lado. En definitiva, una España en el armario.
Las cosas han mejorado notablemente y a una velocidad histórica que a veces nos sorprende. Hemos pasado de la Ley de Vagos y Maleantes al matrimonio igualitario o a la Ley de Identidad de Género.
El esfuerzo y la constancia del movimiento LGTBI han conseguido materializarse en leyes que dignifican nuestra democracia y que han abierto el camino de la visibilidad para que hoy este colectivo irrumpa sin tapujos en la televisión, en las series, en los libros y en nuestra vida cotidiana. Como siempre tendría que haber sido.
Ya lo expresé públicamente en la Asamblea General de las Naciones Unidas hace unos meses: me honra decir, como presidente del Gobierno de España, que el 8 de marzo y la manifestación del Orgullo LGTBI se han convertido en dos de las citas más importantes de nuestra sociedad. En dos representaciones de la España moderna, feminista y diversa en la que cabemos todos y todas.
Pero queda mucho por hacer. El pasado mes de junio, con motivo del día del Orgullo, tuve el honor de recibir en el palacio de la Moncloa a una representación de activistas, creadores y miembros de la sociedad civil LGTBI. Y allí pude escuchar de primera mano las demandas que aún quedan pendientes.
En este tiempo, además, el fantasma del odio ha vuelto y ha comenzado a cuestionar de nuevo la violencia machista, a lanzar mensajes racistas y a atacar los derechos y libertades del colectivo LGTBI. Sin ninguna vergüenza, criminalizan a los niños extranjeros sin familia o señalan a los menores trans que quieren ir al colegio con su verdadera identidad.
Ese discurso de odio tiene hoy representación institucional y está condicionando la agenda política de algunas de nuestras Comunidades Autónomas.
Y lo único que no puede permitir una sociedad tolerante es el odio. Por eso ahora es el momento de renovar nuestro compromiso con la libertad y con la diversidad social, a las que un medio como Shangay lleva contribuyendo tantos años. Es el momento de reforzar derechos y de seguir conquistando los espacios de la vida pública. Es el momento de hacer leyes que protejan frente a ese odio. Hay personas que llevan luchando toda su vida para conquistar la dignidad, la suya y la de los demás. Armand de Fluvià, Boti García Rodrigo, Jordi Petit, Carla Antonelli, Paul B. Preciado o Pedro Zerolo, a quien tanto echamos de menos. Solo piden poder ser como son y amar a quienes aman, y cualquier sociedad que niegue esos derechos elementales será una sociedad indigna.
Por eso no vamos a mirar hacia el pasado, sino hacia el futuro. Le pese a quien le pese, España seguirá siendo referente mundial de la igualdad. Seguirá llenando sus calles con los colores del arcoíris. Y si alguien pretende impedirlo, se encontrará con un país que no está dispuesto a volver al armario. Nunca más.