Crónica de los Premios Feroz 2020: sonrisas y lágrimas en Alcobendas

Así vivimos desde dentro la gala de los Premios Feroz 2020 y la posterior fiesta, en los que, además de risas y lágrimas, no faltó el surrealismo.

Crónica de los Premios Feroz 2020: sonrisas y lágrimas en Alcobendas
Agustín Gómez Cascales

Agustín Gómez Cascales

He viajado en limusina con Mariah, he tomado el té con Beyoncé, he salido de fiesta con J.Lo y he pinchado con RuPaul. ¿Qué será lo próximo?

17 enero, 2020
Se lee en 6 minutos

Reír y llorar en una gala siempre está bien. Y en la de los Premios Feroz 2020, celebrada en Alcobendas, hubo sonrisas y lágrimas para dar y tomar. La unanimidad con que se celebró Dolor y gloria de Pedro Almodóvar es de destacar en positivo, lo más llamativo de unos premios que no contaron con una gala a la altura, pero que dieron grandes momentos.

Lo primero que llamó la atención fue la abundancia de lentejuelas, ya desde esas enormes letras en rojo, FEROZ, que presidían el escenario del Teatro Auditorio Ciudad de Alcobendas. Y no pocas invitadas apostaron por el brilli brilli para aportar una generosa nota de color. La lentejuela nunca falla, visto está. Y Penélope Cruz no faltó a una cita en la que su ciudad se volcó con ella. La mejor embajadora que ha tenido nunca la localidad madrileña brilló dentro de la discreción con la que se comportó en la gala, en donde cedió mucho protagonismo a sus compañeros de Dolor y gloria galardonados –ella perdió el Feroz a actriz secundaria en favor de Julieta Serrano, de las pocas que pusieron al auditorio en pie al ser premiadas–.

También Javier Cámara se acordó de Alcobendas al recoger su Feroz como mejor actor protagonista de serie por Vota Juan (“he recordado las calles en que rodaba ¡Ay, Señor, Señor!”, dijo), un premio que tuvo el detalle de dedicar a Brays Efe, que era el favorito por Paquita Salas, aunque no lo logró. Sí se hizo con un galardón su compañera en la serie Yolanda Ramos, como mejor actriz secundaria, y las lágrimas inconsolables con que llegó al escenario emocionaron al respetable. Daba gusto ver a una galardonada tan agradecida por el reconocimiento –más que merecido, por otra parte–. Una vez se repuso, y agradeció el cariño a una cómica de raza como ella, afirmó: “Cuidado, está empezando a nevar caspa en España”. Suerte que anoche no hubo ni rastro en los Feroz.

Crónica de los Premios Feroz 2020: sonrisas y lágrimas en Alcobendas

Como, evidentemente, los chicos también lloran, el doblemente premiado Enric Auquer (ganó por sus personajes secundarios en la película Quien a hierro mata y la serie Vida perfecta) también se dejó llevar por la emoción, y las dos veces que subió al escenario lo hizo entre lágrimas. Julieta Serrano apenas pudo contenerlas al comprobar la euforia que desató su premio, pero supo tirar de oficio y elegancia para no perder ni un segundo a la hora de sus agradecimientos, en los que Pedro Almodóvar tuvo un enorme protagonismo. Como en el resto de la gala.

En las distintas ocasiones en que el director subió a recoger Feroces –recogió tres de los seis que logró Dolor y gloria, por guion, película y actor protagonista, en nombre de Antonio Banderas– pudo explayarse sobre la película, su relación con los actores… y sus raíces. Especialmente emotivos fueron los momentos en que recordó su niñez y adolescencia, con homenaje incluido al pueblo de Badajoz Orellana la Vieja, en donde vivió de pequeño. Por cierto, que Julieta Serrano dedicara su Feroz con especial ímpetu a su madre, ante el director de Todo sobre mi madre, tuvo algo de mágico.

Si la Serrano demostró su poderío y saber estar como premiada, tres cuartos de lo mismo se puede decir de Julia Gutiérrez Caba, Feroz de honor compartido con su hermano Emilio Gutiérrez Caba. Con pausas dramáticas impecables y una dicción de la que muchos de los actores presentes deberían aprender, llevó incluso a Pedro Almodóvar a decir: “No sé cómo no le he escrito aún un papel”.

Obviemos los muchos chistes de dudoso gusto que una María Hervás alejada de la brillantez a la que nos tiene acostumbrados últimamente sobre las tablas tuvo que defender. Fueron numerosos los momentos de incomodidad que provocaron tanto el guion de la gala como una caótica realización que se intuía en las pantallas a los lados del escenario. Y no ayudaba que los miembros de la Asociación de Informadores Cinematográficos de España no siguiéramos este año el evento como las celebrities, en mesas y dándole al vino. La sobriedad forzada nos hizo revolvernos en las butacas en muchos momentos.

Lo bueno de los Feroz es que siempre dan pie a momentos de surrealismo total. Las apariciones como presentadoras de Gloria Serra, Gisela o Eva Santolaria fueron buenos ejemplos. ¿Lo mejor? Con diferencia, el discurso de la siempre sembrada Candela Peña cuando ganó el Feroz como mejor actriz protagonista en una serie por Hierro. Es que todo lo que dice siempre es oro, busquen el discurso si no lo han visto. También se le quebró la voz en un momento dado, que no todo va a ser power, claro. Y el público terminó en pie. No sucedió igual con Leticia Dolera, cuya serie Vida perfecta fue destacada en el apartado de comedia. Se la ve un poco presa en su papel de feminista activista, y resulta casi siempre forzada su reivindicación en eventos como este. Aunque cuando dijo “contemos historias donde los niños y jóvenes LGTBI se vean representados”, me ganó.

Crónica de los Premios Feroz 2020: sonrisas y lágrimas en Alcobendas

¿El último gran momentazo? El reencuentro entre Victoria Abril y Pedro Almodóvar en Alcobendas. “¡Maestro!”, dijo ella al anunciar el último premio de la noche, el de mejor película dramática, para Dolor y gloria. Intercambiaron unas breves palabras fuera de micro, ¿qué se dirían? No me atreví a preguntarle cuando la vi en la fiesta posterior. Abril fue de las primeras en llegar, y se recorría el local con un gran maletón, en busca del guardarropa, para dejarla. Me recordó al maletón que trajo a la redacción de Shangay cuando hicimos nuestra última portada con ella, por la película Nacida para ganar. “Ojalá hagamos otra sesión pronto”, me dijo cuando charlamos brevemente. “Ojalá”, le dije.

Miguel Ángel Silvestre apareció con una gran sonrisa, pese a no haberse hecho con el Feroz al que aspiraba por la serie En el corredor de la muerte. “Me he alegrado muchísimo por Javi, que le adoro”, y sonaba tan sincero como siempre. “He venido con mi madre y unos amigos, así que ahora a tomarnos unas copas”. Muchos corrimos a los frutos secos, las patatas y las pizzas que iban saliendo antes de lanzarnos a la bebida, porque resultó evidente que el cóctel previo resultó insuficiente para saciar nuestro apetito.

Sonaban clásicos de los 80 y mucha pachanga –realmente, no nos lo merecíamos–, y se comentaba. Hasta que los gin tónics hicieron de las suyas, e incluso Candela Peña se lanzó a bailar desenfrenada. “Guardadme el Feroz, maricones, y haceos fotos con él”, nos dijo en un momento dado. Y vaya si le hicimos caso. Brays Efe, mientras, ironizaba: “Pues eso, nominado y sin Feroz… ¿Qué voy a hacer? Pues beber”. Como él no tenía premio, su petición cuando hablamos fue otra: “¿Me guardas la copa unos minutos?”.

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