Comprometido como pocos con su –nuestra– realidad, Rubén Serrano –nacido en Monóvar (Alicante) y afincado en Barcelona– ha unido sus dos grandes pasiones, el periodismo y el activismo, en su primer libro, No estamos tan bien. Un retrato coral, en una obra polifónica, que permite conocer las historias de diversas personas LGTBI+, cuyos testimonios le permiten justificar el título del libro.
A raíz del impacto del movimiento #MeQueer en España, que promulgó Rubén Serrano en Twitter, ha querido que las reivindicaciones de la comunidad LGTBI+ también encuentren en su libro otro vehículo, para llegar aún a más gente. “Nacer, crecer y vivir fuera de la norma en España” es el subtítulo del libro, y una pista más para comprender que seremos muches quienes nos identifiquemos con algunos de los testimonios, encabezados por el suyo, que forman parte de esta reveladora obra de un periodista siempre comprometido, que aquí se autorretrata.
TOMA DE CONCIENCIA DE LA DIFERENCIA
“Desde muy pequeño tuve conciencia de que me gustaban los hombres, cuando Matt, el personaje de Digimon, se convirtió en mi primer crush en 1999. Que me llamaran ‘maricón’ o ‘mariquita’ y que me remarcaran mi amaneramiento y mi pluma en Monóvar fue lo que hizo que se activaran los mecanismos de miedo, y que sintiera rechazo y vergüenza.
En la adolescencia sentí mucha soledad, me impuse el silencio frente a los acosadores, y no se lo conté a ningún amigo hasta que estuve en bachiller. Me sentía solo, veía que no iba a ayudarme nadie, ni los profesores; el desamparo era total. Cuando salí del armario, a los 17 años, con mis amigas Laura, Ana, Julia y Marta me dijeron que no pasaba nada, que ya lo sabían y que no me iban a dejar de querer.
La liberación total llegó en la universidad, como nos pasa a muchas personas LGBTI. Vivir fuera supuso empezar de cero; ya no tenía que rendir cuentas a nadie, empecé a tontear con chicos sin miedo al qué dirán. Es triste que ser gay, lesbiana o trans implique esperar veinte años para empezar a vivir de una manera libre”.
PERIODISMO Y ACTIVISMO
“Empezaron a unirse de forma inconsciente cuando me fui a vivir a Londres; me concedieron una beca y estuve un año como corresponsal de la Agencia EFE allí. Empecé a visitar asociaciones LGTBI, por placer, y empecé a conocer otras vidas y otras realidades, y me sentía muy cómodo. Ahí surgió la chispa del activismo.
Cuando volví y empecé a trabajar en Playground, en Barcelona, fue cuando esa unión llegó definitivamente para quedarse. Disfruto escribiendo sobre activismo y divulgación, incorporando un punto pop cuando analizo lo que nos sucede cuando vemos una serie o una película, el impacto que tienen a nivel político y social en nosotres”.
EL IMPACTO DE #MEQUEER
“Fue muy fuerte. Recuerdo perfectamente que sucedió el 24 de agosto de 2018. Puse el primer tuit con el hashtag #MeQueer a la hora de comer, al salir del trabajo, y cuando un par de horas después ya era trending topic no entendía nada. Ver que la gente compartía sus historias me pareció muy poderoso.
Las redes pueden ser a veces muy violentas, y provocan un impacto negativo muy heavy a nivel emocional, pero, de repente, en un espacio tan aparentemente poco seguro como Twitter, se formó un lugar de encuentro entre muchas personas LGTBI de España, en donde contábamos lo que llevábamos viviendo desde hace años. Había personas heterosexuales y cis sorprendidas por lo que leían, y yo pensaba que quizá algunas de esas personas eran las que nos habían insultado o pegado en su momento.
Dimos un golpe digital en la mesa, dejando claro que estamos hartos. Ese abrazo colectivo, y también grito de denuncia, fue el embrión de No estamos tan bien”.
VOCES DIVERSAS
“Varias editoriales me contactaron para proponerme que escribiera un libro. Le di una vuelta y surgió la idea del libro, con la intención de salir de las redes y llevar estas historias a otro plano. El #MeQueer fue muy poderoso, pero no todo el mundo tiene acceso a las redes; de hecho, la mayoría de los tuits eran de hombres blancos gais como yo. ¿Qué pasa con las mujeres lesbianas, las personas trans, queer, no binarias…?
Quería dar voz a personas de pueblo, gente racializada, refugiada, personas LGTBI con diversidad funcional, personas que vivieron el franquismo… Todo eso debía estar en el libro, para que fuese un retrato diverso y lo más coral posible.
Tuve claras desde el principio a varias personas que debían estar en él, y las contacté enseguida. Por ejemplo, Guillem Montoro, el primer concejal trans visible de España. O María, una chica de mi pueblo que ofreció el relato más cercano a lo que yo había vivido en Monóvar, porque me parecía importante empezar allí. A partir de ahí comenzaron meses de búsqueda, de leer libros y artículos, de visitar asociaciones, abrir Grindr y observar…
No hubo una elección como tal de personas, sino de problemáticas que tenían que estar, para evidenciar las actitudes violentas que vemos en diferentes espacios, y realizar una radiografía de lo que nos pasa ahora”.
NO TAN NEGATIVO COMO SUENA
“Tuve mis dudas a la hora de elegir el título del libro. Sé que No estamos tan bien suena negativo, pero al mismo tiempo me parecía necesario romper ese mantra que nos repiten todo el rato: “Las personas LGTBI+ ya estáis bien”. Pues no, no estamos tan bien.
Nos podemos casar, podemos adoptar y las personas trans pueden cambiar parte de su documentación legal en el registro civil, pero seguís dándonos palizas por la calle, seguís acosándonos en las aulas, tenemos miedo de decirle a la familia nuestra orientación sexual e identidad de género, nos ocultamos en el trabajo, existe mucha problemática LGTBIfóbica a nivel burocrático… No estamos bien.
Pero el libro tiene una parte superpositiva, y es que en él estamos contando abiertamente lo que nos sucede. Hemos tendido a silenciar muchas de las cosas negativas que nos han sucedido porque es duro abrir el melón y revivir el rechazo y el odio. Ese cajón hay que abrirlo, porque si no, te va a reventar en la cara. Es importante hablar abiertamente para que quienes agreden a personas LGTBI reconozcan su parte de responsabilidad”.
YO ESTOY BIEN
“Dentro de lo que supone pasar por una pandemia, estoy bien. Es fuerte decir esto, pero me siento afortunado por tener un trabajo, cuando el trabajo debería ser un derecho para todos los ciudadanos. Estoy, como todos, con la incertidumbre y la confusión propias de no saber qué va a pasar a partir de ahora. Máxime cuando nuestras vidas están inmersas en una precariedad absoluta.
¿Dónde viviré en cinco años? ¿Tendré que volver a la casa de mis padres? ¿De qué trabajaré? Vale, el teletrabajo es guay, pero me paso el día encerrado en casa… Y todo esto se multiplica por cien si eres una persona migrante, o racializada, sin acceso a los mismos recursos que yo. Tenemos que reconocer dónde estamos cada uno para poder mejorar nuestras vidas”.