El director de escena Laurent Pelly es siempre sinónimo de éxito. No hay más que recordar su multiaplaudida visión de La fille du regiment que hizo para el Covent Garden de Londres, y que ha dado la vuelta al mundo (con parada obligada en Real). O su maravilloso Falstaff, que vimos en este mismo escenario en 2019. Ahora vuelve a Donizetti con Viva la mamma. Y lo hace, a lo grande, con un Carlos Álvarez travestido, en estado de gracia, que enamoraría a la mismísima RuPaul (que la semana pasada hizo su esperado debut en nuestro país con su Drag Race España). Y que se llevó de calle al teatro con una más que merecida lluvia de ‘bravos’. De las que se recuerdan para siempre.
El barítono –flamante Premio Opera XXI por su Don Carlo de La Coruña, galardón que se conoció el mismo día del estreno– se calza los tacones (bajos, eso sí) y la peluca para dar vida a Mamma Agata en esta poco difundida obra de Donizetti, que no es más que una divertidísima ¿parodia? de la ópera dentro de la ópera. El Real se ríe de la ópera en su propia cara, en su propio escenario. Es decir, los tópicos del género suben al principal escenario lírico de España (recientemente galardonado como el mejor teatro de ópera del mundo en los International Opera Awards) en una función memorable, que llega tras el ya histórico Peter Grimes que vimos el mes pasado.
Estrenada en Nápoles en 1827 con el título de Le convenienze ed inconvenienze teatrali, se recuperó en Múnich en 1969 como Viva la mamma. Y ahora llega al Teatro Real en una coproducción con la Opéra National de Lyon y el Grand Théâtre de Ginebra. Y con un repartazo de lujo, pues además del barítono Carlos Álvarez tenemos al siempre magnifico Borja Quiza como Procolo, el marido de Daria, que hace un maravilloso ‘despliegue de pluma’ en escena, amén de demostrar una vez más que es uno de nuestros más sólidos y versátiles barítonos.
Pero, ¿quién es Daria? Pues la prima donna de la ópera que se representa dentro de esta ópera, a quien la vida la soprano Nino Machaidze, espléndida en su papel de diva como Dios manda. Si en toda ópera que se precie de serlo hay una primera soprano, también tiene que haber un primer tenor. Y en este caso es Guglielmo, interpretado por Xavier Anduaga, que acaba de recibir el premio a Mejor Cantante Joven del Mundo, en los International Opera Awards, los Oscar de la ópera [también ha sido galardonado en la misma categoría en los citados Premios Ópera XXI].
Parecía que los astros se habían alineado antes de la première para que todo fuera un éxito. Y lo fue. El Real se acerca así al fin de su temporada más especial (queda solo una Tosca) con un nuevo triunfo. Otro más en esta año tan complicado. Largos minutos de aplausos de un público que se resistía a dejar la sala, ahora que ya no hay que salir corriendo por el toque de queda.
Ha sido (está siendo) esta una temporada, la 2020/2021, que pasará a la historia. Y que ha puesto a nuestro coliseo en los titulares de todos los medios del mundo. Un ejemplo de cómo afrontar una pandemia global sin alterar prácticamente la programación prevista. Y ello tras ser el primero en todo el planeta en levantar el telón después el confinamiento con una Traviata cargada de simbolismo. Un año, sin duda, para recordar.
Laurent Pelly sitúa la acción en un parking que antes fue un teatro. El signo de los tiempos, que cantaría Prince. Un decorado perfecto (y bellísimo, todo sea dicho) para recrear esta obra cuyo libreto reflexiona sobre los entresijos de no solo de la ópera, sino del teatro en general. Si en Capriccio, Strauss puso música a las dudas de si en la ópera prima la musica, poi le parole, en este dramma giocoso Donizetti lo hizo sobre los tópicos (justificados o no) que persiguen a los artistas y creadores que hacen posible que se levante el telón tras el foso.
Lo realmente triste –por eso lo de dramma– es que esos ‘pecados capitales de la lírica’ no solo no son exclusivos del mundo de la ópera, sino que además sobreviven a las piquetas que derrumban teatros para convertirlos en aparcamientos. Y hasta a las pandemias de coronavirus. Pues los egos, las envidias y los celos que se retratan en escena son intrínsecos al ser humano. Y no hay piqueta –ni virus– que logre acabar con ellos.
Xabier Anduaga (que da vida a Guglielmo, el primer tenor), Pietro di Bianco (Biscroma Stappaviscere, el director de orquesta) y Carlos Álvarez (travestido como Agata, la madre) [Fotos: Javier del Real]
Esta función es, ante todo, una joyita. Una delicia muy fácil de escuchar, pero no tanto de cantar. Sobre todo en el rol titular. Carlos Álvarez –que comenzó el curso lírico en el Teatro de La Zarzuela recordando su maravilloso Joaquín de La del manojo de rosas en otra función de antología– se deja la piel en un papel digno de ‘madre de la Pantoja’, pero escrito muchas décadas antes de que la única reina de la copla que queda viva existiera. Lo dicho: los vicios que vemos en el escenario que hay sobre el escenario del Real son los mismos que nos encontramos en todos los sectores de la vida: ese es el dramma.
Carlos Álvarez, Sylvia Schwartz (Luigia, la seconda donna) y un soberbio Borja Quiza (Procolo, el marido de Daria).
Todo el segundo acto es una pura maravilla. Tras el rotundo y bestial Peter Grimes hacía falta desengrasar un poco. Aunque el final de la función nos vuelva a abrir los ojos –y nos muestre la triste realidad que vivimos, aunque mejor no hacer spoiler–, ese desfile de egos tras la concha del apuntador haría las delicias de la mismísima RuPaul para los castings de su Drag Race. No hay nada nuevo bajo el sol. Los egos, las envidias, las zancadillas, las patadas, son como la energía: no se crean ni se destruyen, solo se transforman.
Para reflejar eso, nada como el teatro, la ópera o la comedia musical. Ya lo cantó Celia Gámez: «No te enfades ni por nadie ni por nada. Hoy se tiene que tomar la vida en broma, pues ya va listo, quien no la toma. Tomar la vida en serio es una tontería, hay que gozarla y hay que reír…». En este caso, reímos mucho.
La orquesta (con Evelino Pidò en el foso) y coros titulares del teatro vuelven a dar la talla y a mostrar su versatilidad a la hora de afrontar todo tipo de repertorio. Una nueva noche redonda para demostrar que la cultura no solo es segura, sino que, usando ese término que ahora escuchamos tanto en televisión, es transversal. En este campo, Madrid es, en estos momentos, Westfalia: el mejor de los mundos posibles. Disfrutemos de ello, pues muchos se niegan a hacerlo. Ese es, también, el dramma.
Xavier Anduaga acaba de ser galardonado como mejor cantante joven del mundo en los International Opera Awards, considerados los Oscar de la ópera. Abajo, un momento del montaje que dirige Laurent Pelly.