La noticia de la serie que prepara Suma Content, la productora de Javier Ambrossi y Javier Calvo, sobre Tamara, hoy Yurena, ha sido todo un bombazo. Superestar, creada por Nacho Vigalondo, se ha convertido en horas en un proyecto esperadísimo por quienes siempre hemos admirado a la singular artista.
En los primeros dosmiles, el éxito de Tamara supuso una auténtica revolución multimedia en la cultura popular española. Y Shangay la apoyó desde el minuto uno –seguimos haciéndolo–. Es el momento ideal para rescatar nuestro primer reportaje con Tamara, hoy Yurena, siempre María del Mar. Retrato perfecto del momento dorado del ‘tamarismo’, cuando la artista publicó uno de los grandes discos de culto del pop nacional de las últimas décadas: Superestar –confiemos que se recupere gracias a la serie, dado que resulta casi inencontrable a día de hoy–.
Así era Tamara cuando publicó –tras el igualmente inencontrable Planeta Tamara– su primer disco lanzado a nivel nacional, con el sello, hoy desaparecido, Superego –en que también comenzó publicando, entre otros, Mala Rodríguez–. Retrocedamos a junio de 2001, cuando la fotografió en exclusiva para Shangay Álvaro Villarrubia y la entrevistó servidor. Temblad, tamaristas y yurefans.
HA PROVOCADO UNA AUTÉNTICA REVOLUCIÓN ÉTICA Y ESTÉTICA. LLEGO COMO UN HURACAN, REIVINDICANDO UNA OPORTUNIDAD EN EL MUNDO DE LA MÚSICA A CUALQUIER PRECIO, Y SE CONVIRTIÓ EN UN FENOMENO MEDIÁTICO QUE ESTUVO DIEZ SEMANAS EN EL NUMERO 1 DE LA LISTA DE SINGLES NACIONAL CON A POR TI.
UNA VEZ PASADO EL BOOM Y RECOGIDO LO SEMBRADO, UNA TAMARA MUY DISTINTA PUBLICA SU PRIMER ÁLBUM, SUPERESTAR. CONSCIENTE DE QUE TIENE BASTANTE DE LO QUE ARREPENTIRSE, TAMARA REGRESA DISPUESTA A LUCHAR POR EL RESPETO QUE MUCHOS LE SIGUEN NEGANDO, ESTA VEZ, CON RAZONES –Y CANCIONES– MUY CONVINCENTES.
SHANGAY ⇒ Desde que publicaste el single A por ti hasta hoy han pasado muchas cosas. ¿Cuál es tu balance?
TAMARA ⇒ He vivido una serie de hechos negativos que me han cambiado por dentro. Soy una chica de 26 años, se supone que soy joven y que hiervo por dentro de ilusión. Pero ya no tengo el mismo entusiasmo que hace cinco años; una parte de Mari Mar, que no de Tamara, ha muerto. Me he llevado tantos castañazos que me han debilitado mucho. Aunque al final el balance es positivo, me han pasado cosas muy bonitas que pesan más que las puñaladas que me han dado por la espalda.
«Quien no me conoce no tiene derecho a juzgarme»
SHANGAY ⇒ ¿No piensas que con declaraciones así das la razón a quienes te acusan de hacerte constantemente la mártir?
TAMARA ⇒ ¿Y de qué no se me ha acusado en este año? Yo no voy de mártir; cuando tengo motivos para ser feliz soy la persona más feliz del mundo. ¿Quién no se siente mal cuando pasa por algún trago duro? He aguantado carros y carretas, y eso no se me valora. Si me desahogo en público es por necesidad; si me lo tragara todo, me volvería loca. Soy de esas personas que necesitan exteriorizar lo que sienten, es la única forma de librarme de la pena y la ansiedad.
SHANGAY ⇒ ¿No crees que en ocasiones te pierde la pasión por las cámaras de televisión y por salir en las revistas del corazón?
TAMARA ⇒ Entiendo que a veces he dicho cosas que no debía, más que nada por ingenuidad. Siempre pienso que quien habla conmigo es un amigo, y ha habido gente que se ha aprovechado para utilizar cosas muy íntimas en mi contra. Al final, de todo se aprende.
SHANGAY ⇒ ¿Eres realmente tan ingenua como dices?
TAMARA ⇒ Sí, conservo una parte de niña muy fuerte. Peco demasiado de ingenua, y eso no es bueno. Tengo que hacerme más fuerte para protegerme.
SHANGAY ⇒ En ocasiones da la impresión de que te posee una Tamara mala, vengativa y rencorosa. ¿Tienes un lado oscuro?
TAMARA ⇒ No es eso. Es que tengo mucho genio y, cuando no puedo más, sale a la luz. Ha sido tanto aguantar, callar y guardar la compostura que al final revientas. Y mira que por mi educación me cuesta explotar; muchas veces pierdo el tiempo dando explicaciones que no tendría por qué dar. Si alguien dice que soy un tío no debería ser yo quien demostrara lo contrario, debería ser esa persona quien probara lo que dice. Ha sido demasiado…
SHANGAY ⇒ ¿Te sorprendió el éxito de A por ti?
TAMARA ⇒ Fue una sorpresa total. De la noche a la mañana viví un boom (algunos lo llaman fenómeno) con el que no contaba ni en sueños. Cuando empecé, soñaba con tener mi huequecito, vender unos discos, salir en algún programa, pero nunca con un pelotazo así. Reconozco que la mía no ha sido la mejor manera de saltar a la fama, me he visto envuelta en muchas historias que me han cerrado muchas puertas, y es algo que estoy sufriendo día a día. Se ha vendido a una Tamara bobalicona, una payasita que no tiene nada que ver conmigo. Estoy vetada en muchos medios porque se me considera lo peor, y ahora quiero demostrar con mi disco de lo que soy capaz. Espero que al menos me den una oportunidad, porque quien no me conoce no tiene derecho a juzgarme.
«Peco demasiado de ingenua, y eso no es bueno»
SHANGAY ⇒ Con tu peculiar forma de cantar has creado estilo. ¿Qué tienes que decir a los que te acusan de no tener voz y de desafinar?
TAMARA ⇒ Cada artista tiene su estilo. A la gente le encanta decir que Tamara desafina, ¡pues que se escuchen antes el disco y no me hagan daño! Es normal que haya a quien no le guste lo que hago, como a mí tampoco me gustan muchos artistas por reconocidos que estén. Sé que mi voz es particular, muy finita. Pero tampoco todo está en la voz. Un artista es un conjunto de elementos: una forma de ser, una manera de estar sobre un escenario, un estilo… Una voz potente no tiene por qué ser mejor que una fina; lo importante es hacerlo bonito, no soltar un chorro de voz sin más. Ha habido cantantes extraordinarias con poquita voz, y no por eso eran menos divinas.
SHANGAY ⇒ Tus dos actuaciones en Shangay Tea Dance han sido antológicas. ¿Cómo te sentó el último baño de masas del pasado domingo 20 de mayo?
TAMARA ⇒ Fue total. Hacía mes y pico que no actuaba y estaba muy nerviosa: ¿vendrá la prensa? ¿se llenará? Cuando salí al escenario, sentí una emoción que no puedo ni explicarla. Mi público estuvo encantador, me dijo cosas divinas y me hizo sentir lo más. Por supuesto, esa noche no pude dormir. Me estoy esforzando un montón, quiero crecer como artista. Tengo unos temas maravillosos y necesito estar a la altura sobre el escenario. Cada vez tengo más garra, nuevos movimientos…
SHANGAY ⇒ Alaska dijo recientemente que las grandes artistas demuestran su valía tanto en los peores antros como en los mejores clubs. ¿Cómo consigues motivarte cuando te toca actuar en tugurios?
TAMARA ⇒ Cambio el chip. Pienso que estoy allí para cantar y que tengo que adaptarme a lo que hay. A lo largo de estos años ha habido de todo: pubs, garitos pequeños en los que cobraba 20.000 pesetas… Da igual donde tengas que dar tu arte, lo importante es tenerlo y poderlo compartir con el público.
SHANGAY ⇒ ¿Por qué decidiste de pronto dar la espalda a todo ese público «moderno» que te había encumbrado y que ahora se muestra reticente a apoyarte de nuevo?
TAMARA ⇒ Una vez más, pequé de ingenua. Tras publicar el single, una persona muy importante me empezó a llenar la cabeza de pájaros. En realidad era un chupóptero que me quería llevar a su terreno y aprovecharse de mí. No tenía que haber hecho caso a todo lo que me dijo, lo sé, pero en ese momento me lió y me convenció para que le diese la espalda a mi compañía y grabase un disco para la suya, que al final no salió porque me di cuenta de que estaba obrando mal. Fue una equivocación por la que no me cansaré de pedir perdón; se retrasó la grabación de este disco, le causé mucho daño a mi compañía y me he perjudicado a mí misma. Al menos ahora puedo reconocer mi error, y he recuperado mi auténtico camino. Ya nunca le daré la espalda a mi gente.
«Sé que mi voz es particular, muy finita. Pero no todo está en la voz»
SHANGAY ⇒ ¿Prefieres ser una artista minoritaria para públicos selectos que una marioneta que vende masivamente discos para la España de pandereta?
TAMARA ⇒ Sin duda. Prefiero tener un público serio y reducido con este trabajo que no ventas millonarias con ese otro disco tan mediocre, que ni te imaginas como era.
SHANGAY ⇒ ¿Qué música escuchas ahora?
TAMARA ⇒ Nada, no tengo tiempo. Me sigue gustando lo mismo: la música disco, Alejandro Sanz, Mónica Naranjo, Britney Spears… A los Backstreet Boys ya los escucho menos. A artistas como Alejandro y Mónica les tengo un respeto y una admiración increíbles, me encantaría llegar un día ser una nueva Mónica o un nuevo Alejandro… Bueno, una Alejandra en todo caso [risas].
SHANGAY ⇒ ¿Cómo es que una fan de Modern Talking ha acabado grabando canciones de Carlos Berlanga y Nacho Canut, Los Nikis, Tito Pintado o Le Mans?
TAMARA ⇒ Era gente a la que siempre he admirado, y de pronto me encontré con que estaban componiendo canciones para mí. ¿Se puede tener un lujo mayor? Pues no.
SHANGAY ⇒ ¿Conocías a todos los artistas que han participado en tu disco antes de entrar en el estudio?
TAMARA ⇒ A algunos los conocía solo de nombre, como a Le Mans, pero nunca he tenido la oportunidad de escuchar nada de ellos. De Carlos Berlanga, Nacho Canut o Luis Miguélez sí que había escuchado cosas, por supuesto. Piensa que con 15 años la música de Dinarama era la que me gustaba. Cuando tenga tiempo quiero escuchar a fondo la música de todos los artistas y productores que han colaborado conmigo para conocer cuál es realmente su estilo. Me parece algo interesantísimo.
SHANGAY ⇒ ¿Qué has aprendido de ellos?
TAMARA ⇒ Profesionalidad. Y, además de lo buenísimos que son, me han tratado como a una reina.
«No van a tener derecho a triunfar solamente los ‘hijos de»
SHANGAY ⇒ También has recuperado canciones de ese primer proyecto de álbum que grabaste en 1994…
TAMARA ⇒ Son tres: A por ti, La noche y Volverás a mí. Aunque los arreglos son nuevos; el A por ti de Spunky o La noche de Space Cream no tienen nada que ver con los originales que grabé con el grupo Sueños Virtuales, estos son mucho más modernos.
SHANGAY ⇒ ¿En qué se diferencia la Tamara que cantó aquellas canciones en el 94 de la que ha grabado Superestar?
TAMARA ⇒ Ahora estoy más segura de mí misma y sé mejor lo que quiero. Entonces lo veía todo de color de rosa y, a la vez que me quería comer el mundo, me daba mucho miedo intentarlo. La juventud lleva consigo una mezcla de miedos e ilusiones muy especial.
SHANGAY ⇒ ¿Cómo piensas convencer a quienes aún dudan de tu valía?
TAMARA ⇒ Con el disco. Si unos productores tan prestigiosos han unido sus fuerzas para hacerme un álbum será por algo (modestia aparte). No creo que músicos de este calibre arriesgaran su reputación si no hubiese un motivo de valor, por pequeño que sea. Porque ellos están consagrados y no necesitan demostrar nada.
SHANGAY ⇒ ¿Defiendes el derecho de cualquiera a convertirse en superestrella?
TAMARA ⇒ Claro, claro. No van a tener derecho a triunfar solamente los «hijos de» o la gente millonaria. Yo no vengo de una familia de dinero ni soy nieta de un famoso, pero tengo mis ilusiones y mucho arte que dar. Todos por igual necesitamos nuestra oportunidad.
«Mis amigos me intentan convencer de que lo malo sería pasar desapercibida»
SHANGAY ⇒ ¿Cómo llevas el levantar tantos odios como pasiones?
TAMARA ⇒ Tiene su lado bueno y su lado malo. He sufrido críticas muy fuertes que en su momento me dolieron mucho, porque soy muy sensible. Entiendo que si a esas personas les resultara indiferente no se molestarían ni en criticarme. Mis amigos me intentan convencer de que lo malo sería pasar desapercibida, porque significaría que no valgo nada. Supongo que es bueno que la gente opine y, aunque me cuesta mucho, intento aceptar que, si me ponen verde, tampoco es tan malo. De momento no puedo: si pongo la tele o la radio y oigo algún comentario negativo sobre mí, me pongo a llorar de inmediato.
SHANGAY ⇒ ¿Crees que lo mejor está por llegar?
TAMARA ⇒ Me gustaría pensar que sí. Ahora todo va a resultar más duro, me consta, pero al menos lucho por lo que quiero, y la gente que me deja el camino libre lo hace con respeto. Hace medio año, ¿quién me respetaba? Nadie. Hay veces que me siento tan sola que no te lo imaginas, y estoy muy cansada de que se me considere el pelele nacional. Pero vale la pena luchar, esta vez vengo muy bien armada.
FOTOS: ÁLVARO VILLARRUBIA