'La verbena de la Paloma' regresa (triunfal) al Teatro de La Zarzuela

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Esta vez sí. Esta vez, en ese intento de alargar estas obras maestras del género chico, el añadido funciona a la perfección. Esta vez –y esperemos que sirva de precedente para todas las tonterías que hemos visto en los últimos años– Adiós, Apolo está a la altura de la zarzuela a la que tiene la difícil misión de acompañar, que no es nada más y nada menos que esta joyita llamada La verbena de la Paloma, una obra maestra.

Es triste que en 2024 aún haya que recordar que ‘género chico’ no es sinónimo de ‘menor’, sino que el término engloba a esas zarzuelas cortas, de aproximadamente una hora de duración, que normalmente se crearon para representarse en el desaparecido el Teatro de Apolo, en lo que se denominó entonces ‘teatro por horas’, pues la misma obra «se daba» varias veces en una misma tarde –para hacer caja– hasta terminar con las legendarias funciones conocidas como ‘la cuarta del Apolo’, ya bien entrada la noche. Por eso, normalmente, esas zarzuelas hoy se representan ‘alargadas’, o bien en programa doble de dos títulos.

Nuria Castejón sabe bien lo que es la zarzuela. Y, por supuesto, lo que significa el género chico. Debutó en el Teatro de La Zarzuela con cinco años, y lleva en su ADN el gen zarzuelero que solo una familia como la suya ha sabido mimar y cuidar al extremo. Eso se nota en su apuesta de esta nueva producción de esta obra redonda de Tomás Bretón. Una apuesta que nos recuerda a funciones memorables de ese coliseo como la mítica La del manojo de rosas de Emilio Sagi que consagró a Carlos Álvarez (no hay más que ver el decorado) o la brillante visión que Adolfo Marsillach dio al programa doble de La Gran Vía y El chaleco blanco en ese mismo escenario. Este regreso de La verbena de la Paloma está destinado a convertirse también en una producción de leyenda.

Vamos por partes. Adiós, Apolo es un prólogo cómico-lírico que recrea la última función del Teatro de Apolo antes de su cierre con un ingenioso –y muy interesante– libreto escrito por Álvaro Tato. La parte musical está resuelta con romanzas, canciones y coros de, entre otras obras, La verbena de la Paloma, El sobre verde, La Gran Vía, El bateo, El año pasado por agua o Gente seria. Es decir, con música de Bretón, Guerrero, Chueca o Serrano. Recrea una parte de la historia de nuestro patrimonio lírico que mucha gente desconoce y, solo por ello, ya merece la pena. Pero es que, además, es muy divertido, está muy bien planteado y escrito y –al contrario de otros tristes experimentos recientes– es perfecto para la misión que tiene que cumplir.

Luego llega esa obra maestra que es La verbena de la Paloma; todo en un acto único, sin descanso, perfectamente hilvanado. El preludio de esta joya de Bretón se disfruta con una exquisita coreografía (también de Nuria Castejón) que no es otra cosa que un precioso homenaje al mantón de Manila que tanto protagonismo tiene en la obra. Un decorado costumbrista de las calles de Madrid (de Nicolás Boni, un claro homenaje a la mencionada producción de La del manojo de rosas de Sagi) así como el precioso vestuario de Gabriela Salaberri hacen el resto. La obra sube a escena ‘peinada’ y limpia, haciendo que el libreto de Ricardo de la Vega sea más actual que nunca. Porque estos libretos, cuando se saben ‘peinar’ bien, ganan mucho. Cuando este trabajo se hace mal, o con ganas de protagonismo de los nuevos ‘creadores’, el desastre suele ser apoteósico. En el foso, José Miguel Pérez-Sierra –el nuevo director musical de la casa– saca oro de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, titular del coliseo. Una partitura tan genial no merece menos.

Castejón también saca oro del estupendo elenco en las dos obras, que requieren de un gran trabajo actoral. Milagros Martín, la gran dama de la zarzuela –en palabras de Daniel Bianco, anterior director del coliseo y responsable aún de esta temporada– es una maravillosa Señá Rita. Borja Quiza –que llevó a cotas sublimes al Lamparilla de El barberillo de Lavapiés por dos veces en ese escenario– es un Julián tan rotundo que a veces abruma. Carmen Romeu es una Susana de alto nivel que no solo enamora a Julián sino al público, que ha agotado todas las localidades. Al igual que la Casta de Ana San Martín, el Don Hilarión de Antonio Comas y el Don Sebastián de Gerardo López. Completan el estupendo reparto Guruzte Beitia (Tía Antonia), Sara Salado (Cantaora) o Rafa Castejón (Tabernero) junto a muchos más cantantes, así como el Coro del Teatro de la Zarzuela, que está soberbio. Todo el elenco tiene papeles también en el prólogo ya comentado.

Poder disfrutar de una buena función de La verbena de la Paloma siempre es un regalo. Verlo en esta función de Nuria Castejón es uno de esos lujos que, de vez en cuando, nos regala Madrid. Que nadie se la pierda.