Cuando nací, Chanquete ya había muerto, y era un adolescente cuando lloré la pérdida de Marcial en 'Médico de familia'. La tele y el cine fueron la razón por la que dejé Cuenca para estudiar Comunicación Audiovisual en Madrid. Esa y la misma que la del 99,9% de mi generación: ser el nuevo Amenábar. A golpe de crisis (económicas y existenciales) me reinventé en editor de vídeo y periodista. Así, en una elipsis que abarcó el sueño de Resines en 'Los Serrano' y el asesinato de Fer en 'FoQ', llegué a la familia Shangay, donde voy camino de cumplir más temporadas que ‘Cuéntame’.