Pues sí. Afortunadamente ya es posible. Igual que se puede quedar en la Plaza de Pedro Zerolo. O, directamente, «en Zerolo a las diez», que es como se suele decir. Desde hace justo una semana, ya se puede hacer lo mismo en la Plazuela de la Memoria Trans, en el corazón de Chueca, el barrio más LGBTI de España, y todo un referente a nivel mundial.
¿Es necesario este reconocimiento en pleno 2019? Pues sí. Por varios motivos. El primero es que la T de trans sigue siendo –como siempre insistimos desde Shangay – la letra más ‘abandonada’ y olvidada de las siglas LGTBI. Y eso hay que remediarlo.
El segundo, porque no hay que olvidar que han sido muchas las personas trans que han sufrido y siguen sufriendo. Han sido asesinadas, ultrajadas, humilladas y apartadas del mundo simplemente por ser como son. ¿Puede haber algo más injusto?
Un tercer motivo sería recordar que en los últimos años han salido a la calle insultantes autobuses contra los niños trans, o nuestros móviles se han llenado de memes agrediendo, por ejemplo, a una mujer que ha roto moldes –y copado portadas de periódicos como el New York Times– como es Ángela Ponce.
El pasado sábado 23 de febrero, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, inauguró la plaza, muy cerca de la mítica Plaza de Chueca, en la esquina entre las calles de San Gregorio y San Lucas. Es una hermosa plazoleta que no tenía nombre, y que era conocida en la barrio como ‘la plaza del olivo’ por el árbol que la preside.
No faltaron destacadas activistas trans, como la política socialista Carla Antonelli; la portavoz del grupo socialista, Purificación Causapié; el concejal del distrito de Centro y delegado de Economía y Hacienda, Jorge García Castaño; la presidenta del Colectivo de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales de Madrid (COGAM), Carmen García de Merlo, o la primera teniente de alcalde, Marta Higueras.
«La Memoria Trans es la historia de una lucha, una lucha por conseguir que los seres humanos sean felices; que esa memoria pueda contarse», aseguró Carmena durante la presentación. La prueba de que esa ‘memoria’ resulta tan necesaria es, precisamente, porque en muchas (demasiadas) ocasiones no es tal ‘memoria’ y, desgraciadamente, sigue siendo ‘presente’, tal y como aseguró Carmen, una mujer trans, durante el acto de inauguración, en el que afirmó que «por falta de conocimiento, muchas personas se siguen viendo abocadas al trabajo sexual» como única salida.
Por todo ello, sí que es importante poder decir, «¿Nos vemos a las diez en la Plaza de la Memoria Trans?». Perfecto para poder contestar: » Y luego nos vamos hacia Zerolo y tomamos algo».
A ver si así, entre todos, conseguimos que la T deje de ser la letra más discriminada de esta bandera LGTBI que tanto da que hablar últimamente.