Alex Espinoza, hijo de mexicanos que emigraron a Estados Unidos, ha publicado Cruising: Historia íntima de un pasatiempo radical, un interesantísimo paseo desde los orígenes de este ‘hobby sexual’ en donde, además de estudiar la evolución de esta práctica a lo largo de la historia, aporta su propia experiencia.
El escritor aborda un tema que podría ser considerado irreverente, incluso escandaloso para muchos: la búsqueda de sexo entre homosexuales en lugares públicos. El autor comienza este análisis desde la Antigua Grecia y la Roma clásica, y nos cuenta cómo eran las relaciones homoeróticas en esta época, las reglas que regían los roles sexuales y su espacio conquistado en la sociedad grecorromana.
Espinoza continúa su estudio describiendo el cruising en las grandes ciudades, Florencia en el siglo XV, y Londres y París en los siglos XVIII y XIX. En este apartado, el autor arroja luz sobre las molly houses londinenses y los contubernios que allí tenían lugar. Estos locales, que algunos consideraban antros de depravación y perversión, eran un pequeño paraíso para los homosexuales, pues allí podían satisfacer sus necesidades sexuales. Al final de cada capítulo, Alex Espinoza relaciona con mucho ingenio y sin cortapisas alguna vivencia particular de cancaneo con el tema que ha tratado en el apartado:
«A veces tienes que sentarte en el retrete de un baño durante horas, escuchando a Céline Dion por los altavoces, esperando a que un extraño entre al cubículo de al lado, golpee con el pie el suelo y saque la mano por debajo».
Poco a poco el mexicano se va a acercando hasta nuestros días, haciendo una parada de rigor en el cruising de principios del siglo XX, el más parecido a cómo entendemos el término hoy en día. Espinoza desdibuja la idea del cruising como algo soez, obsceno y de mal gusto, y lo redefine como una práctica revolucionaria y reivindicativa que emerge de la oscuridad y del miedo para dar espacio sexual y público a una generación que no tuvo nada fácil lo de quedar a echar un casquete, y mucho menos quererse. La obra es una visita guiada por los locales clandestinos, las saunas, los parques y zonas residenciales, por los suburbios, sin lentejuelas ni excentricidades de Netflix y con mucha verdad.
El autor explica cómo afectó el VIH al cruising de los 80 y a un colectivo que acababa de liberarse de una opresión cruel. Alex Espinoza hace un homenaje a los personajes que influyeron e intentaron normalizar la situación a base de lucha y transgresión: Ryan Wayne White o Magic Johnson. También recuerda el escándalo de George Michael cuando fue pillado in fraganti y detenido por hacer cruising en el parque Will Rogers, hecho al que intentó quitar hierro sacando su tema Outside, toda una oda al cruising.
Espinoza también tiene tiempo para arremeter contra Rusia y Uganda y otros países que cometen verdaderas atrocidades con el colectivo LGTBI+, sin salirse en ningún momento de la temática del libro. «Estamos haciendo algo que sabemos que es ilegal y subversivo. El acto en sí es una protesta, una revuelta».
El mexicano hila muy fino, no deja un cabo suelto en lo que al cruising se refiere, y detalla con maestría cómo fue cambiando con el avance de la tecnología, desde los chats online de principios de los 2000 hasta aplicaciones como Scruff, Grindr, Tinder, Manhunt y otras plataformas.
Si no sabes qué es el Address Book, el código Hankie, los ‘salones de té’ y quieres disfrutar con una narración docta y extraordinaria, has de leer esta obra.
Desde Shangay queremos dar las gracias a Alex Espinoza por instruirnos con esta fantástica obra, a la editorial Dos Bigotes por publicarla (y por su labor en general) y a Carlos Valdivia Biedma por traducirla y acercarla al público LGTBI+ hispanohablante.