Ha sido un año de emociones muy fuertes para la periodista y escritora Valeria Vegas, que ha visto cómo su libro ¡Digo! Ni puta ni santa –las memorias de Cristina La Veneno– se ha convertido en una serie cuyo éxito está resultando de lo más gratificante. Y en parte justifica que forme parte bandera LGTBI del Anuario Shangay 2020.
Con Valeria Vegas involucrada en la adaptación desde el minuto uno, la historia de su propia transición se ha incorporado como parte de la trama, y su popularidad ha crecido de manera desmedida. “Ha sido un año convulso”, dice. “Parece que haya nacido en este momento, y eso que tengo 35 años. Pero es que para mucha gente no he sido visible hasta ahora”. Recuerda cómo en 2013 le preocupaba que a La Veneno nunca se la fuese a reivindicar más allá de un círculo concreto. “Ver ahora el amor que se le da en Sudamérica, o que la serie se esté viendo también en Estados Unidos… Estoy flipando. Porque ha sido el ‘año Veneno’. Sobre todo me alegro por Cristina. Y porque se ha hecho entretenimiento LGTBIQ con conocimiento de causa, hablando de todo el colectivo”.
Por eso considera tan bonito que en un año como 2020 haya visto la luz Veneno. “Si no, habría sido todo mucho más rollo y triste. Como se paró el rodaje debido al confinamiento, la serie ha terminado pareciendo más larga de lo que es, y ayudó a crear una mayor expectación”. Y a que su nombre haya estado en boca de cada vez más gente. “No lo llevo mal, pero si te digo la verdad, no soy más feliz por ello”, confiesa Valeria. “No me gusta la sobreexposición, y ahora mismo estoy rechazando un montón de entrevistas cada semana. A mí lo que me gusta es entrevistar, estar detrás”.
«A mí lo que me gusta es entrevistar, estar detrás»
De manera que nos sentimos privilegiados de tenerla como colaboradora. “Es que Shangay ya me hizo visible hace cinco años”, los que lleva como colaboradora nuestra. “No quiero creerme celebrity para no autoexigirme cosas que veo que ellas sí. Y pienso seguir bajando a los perros a cara lavada y casi en pijama todos los días, a pesar de lo que me dicen mi marido o mi madre. Y si me reconoce alguien que me ve en el programa de Toñi Moreno [en Canal Sur, Un año de tu vida, en donde es colaboradora], pues fenomenal”, asegura entre risas.
Otro aspecto destacable del boom de Veneno es que ha crecido de manera vertiginosa como referente de visibilidad trans. “Me alegra un montón. Aunque, lógicamente, no te planteas ser un referente de nada. Voy escribiendo mis libros, y es estupendo ver que aquello de lo que hablas, que es lo que te gusta, sirve para dar una visibilidad tan positiva”. Si algo es Valeria Vegas es mitómana, de manera que lo último que habría hecho es soñar con tener su exposición actual, porque lo que le gusta es compartir las vidas de aquellas artistas a las que sigue y adora. “Y eso que, durante la carrera, ya había compañeros que, como me veían tan mariconísima (en el sentido maravilloso de la palabra), me decían que yo iba a ser conocida. Si lo hubiese visto como una meta, me habría metido en un reality hace cuatro años cuando me lo propusieron, al poco de morir Cristina. El premio era trabajar tres meses en Sálvame. Pero para qué me habría servido si no hubiese podido contar las cosas que quería…”.
«No soporto que se siga utilizando a Cristina para generar morbo, aunque sea de manera puntual»
Nos dice que Los Javis la ven convirtiéndose en una Janet Mock a la española, “una mujer trans, a la sombra de Ryan Murphy, que crea contenido. Así podría visualizarme en un futuro”. Ha sido un año en que Cristina La Veneno ha vuelto a estar absolutamente presente en su vida; un periodo en el que ha tenido que echar constantemente la vista atrás y recordar tanto sus experiencias más íntimas como las vividas con La Veneno. Quizá en algún momento ha podido tener ganar de pasar página, de desconectar un poco del tema… “Agotada de Cristina, no. Sí del mal uso que se ha hecho de ella en algunos medios”, explica. “No soporto que se la siga utilizando para generar morbo y sensacionalismo, aunque sea de manera puntual. Me quedo con esa lona de promoción de la serie en la Gran Vía, con que la gente se haya volcado con el monumento en el Parque del Oeste…”.
Valeria se ha visto convertida en personaje de ficción en Veneno, interpretada por Lola Rodríguez, y asegura que le ha dado pudor. “Una cosa fue verlo sobre papel, cuando vi el guion, pero cuando escuchas tu nombre pronunciado y ves situaciones similares, no idénticas, a las que tú viviste, es casi pornográfico”. Cabe preguntarse si esa visión de su transición está idealizada hasta cierto punto. “No sé qué decir… Tengo una madre maravillosa, un marido estupendo, mi amiga Amparo existe y es divina…, todo eso es real. Toqué aquel timbre, fue como empezó todo… No es que esté idealizada, pero alguna vez les dije a Los Javis que soy más fuerta de lo que se ve en la serie”, continúa. “Porque había que estar muy loca para tocar aquel timbre, el de alguien a quien no conocía, Paca la Piraña, hace catorce años, cuando entonces solo lo tocaban para burlarse de ellas…”.
«Los dos últimos capítulos de Veneno no los he visto, recordar lo más reciente me resulta muy duro»
Sí que ha recordado situaciones que quizá no tenía tan presentes desde hace mucho. “No es que renegara, las había dejado aparcadas por el día a día”, explica. “Lo único que me resulta muy duro es lo más reciente, lo sucedido hace cuatro años, por eso los dos últimos capítulos no los he visto”. La televisión se ha convertido en parte imprescindible de las vivencias de Valeria en 2020, no solo por la serie, también por su participación en programas como Hormigas blancas, una colaboración que ha sumado a la que tiene en Canal Sur, y a las de prensa escrita y de radio. “Lo he disfrutado mucho, porque he participado en formatos que me gustan. Que me ofrecieran hablar de Lola Flores o Camilo Sesto en Hormigas blancas me pareció que era un regalo que me habían mandado Cristina y mi padre”.
Ella, que veía Tómbola con su madre cuando tenía 12 años, no daba crédito al verse compartiendo plató con Rappel o Lydia Lozano. Uno de esos curiosos sueños de fan que se han hecho realidad este año. “Me hace gracia que por un lado me pare gente muy joven por Chueca para felicitarme por la serie, y que luego señoras de sesenta y tantos me reconozcan por Hormigas blancas o el programa de Toñi”. La diversidad LGTBI y mediática aplicada a Valeria, vamos. “Es otra de las cosas con las que me quedo de este 2020: con que esa visibilidad de la que disfruto contribuye a naturalizar las cosas”.
Tampoco se podría haber imaginado hace cinco años que en este 2020 celebraríamos el gran aumento de la visibilidad trans en nuestro país. Y celebra, en su caso, que la que disfruta ella a nivel profesional no se deba a discriminación positiva. “No siento que los trabajos que me llegan es porque dicen ‘hay que coger a una trans’. Hemos llegado a un punto en que las personas trans estamos donde estamos por derecho”.
«La visibilidad de que disfruto contribuye a naturalizar las cosas»
Y considera que lo que ha sucedido con las actrices de Veneno –tres de ellas nominadas a un Premio Ondas– es directamente revolucionario. Tendrá que llegar el momento en que esas actrices, periodistas, filósofas, ilustradoras, etcétera, no necesiten que el adjetivo ‘trans’ vaya siempre asociado a sus profesiones. “Tendrán que pasar tres, cinco o diez años”, piensa. “El siguiente logro sería ese. Porque el resto de las siglas [de LGTBIQ] sí lo habéis conseguido ya. No se habla de ‘humoristas gais’ o ‘presentadoras lesbianas’… Lo asumimos, llevamos toda la vida con la cabecita agachada, y no renegamos de la etiqueta, pero debemos lograr que no tenga que estar siempre presente”.
Valeria Vegas cierra el año publicando nuevo libro, Libérate: la cultura LGTBQ que abrió camino en España. “Es un hijo muy esperado”, afirma. En él, la autora ha creado una especie de diccionario para que no se pierda la memoria de tantos artistas y espectáculos que merecen, según ella misma considera, un lugar en la historia del colectivo. “En él hay muchos datos que a lo mejor solo los valorarán personas como yo, pero es que quería recuperarlos. Si Carmen de Mairena actuaba en el año 92 en una sala de Barcelona de boys, es algo que debía estar para que no se pierda”. De nuevo, apostando por hacer memoria. “Es que yo soy muy del dato”, dice. Aquí queda también documentado.
FOTOS: SALVA MUSTÉ
EL LIBRO LIBÉRATE: LA CULTURA LGTBQ QUE ABRIÓ CAMINO EN ESPAÑA ESTÁ EDITADO POR DOS BIGOTES