Laura Corbacho, en 'Generación selfi': “Hago activismo de la soledad trans”

Laura Corbacho se siente muy orgullosa de su lucha por conquistar nuevos espacios como actriz trans y drag queen. Aquí nos cuenta su historia en primera persona.

Laura Corbacho, en 'Generación selfi': “Hago activismo de la soledad trans”
Agustín Gómez Cascales

Agustín Gómez Cascales

He viajado en limusina con Mariah, he tomado el té con Beyoncé, he salido de fiesta con J.Lo y he pinchado con RuPaul. ¿Qué será lo próximo?

17 junio, 2021
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Actriz y drag, la joven extremeña afincada en Madrid Laura Corbacho (también conocida como Jenevagina), de 22 años, tuvo su primera gran oportunidad en Paquita Salas, y desde entonces compagina sus trabajos como actriz como sus performances como drag. Su apuesta por la visibilidad trans a través del arte es diversa y valiente.



Quería ser bailarina, pero lo dejó cuando le dijeron, mientras estudiaba ballet, que no podía hacer puntas “porque era un hombre”. En bachillerato ya dejó claro que soñaba con ser actriz y hacerse famosa. “Mis amigos se reían de mí cuando decía que iba a conseguirlo, hasta que me surgió la oportunidad de Paquita Salas, recuerda.

Desde entonces, Laura Corbacho no ha dejado de luchar por seguir cumpliendo sueños, pese a quien pese. Y con apariciones en series como Los hombres de Paco, Valeria y Señoras del (h)AMPA –y en Marinera de luces, un corto protagonizado por ella que se está moviendo por festivales–, poco a poco se va haciendo su hueco. Y sigue soñando con entrar en Drag Race España después de haberse quedado a las puertas en esta primera temporada (“quiero ser la primera ganadora trans”).

MEMORIA SELECTIVA FRENTE AL BULLYING TRANSFÓBICO

MEMORIA SELECTIVA FRENTE AL BULLYING TRANSFÓBICO

“Nací en Cáceres, y desde bien niña tuve que enfrentarme a las burlas de los compañeros en el colegio. Mira que mi memoria es lista y ha borrado muchos de esos episodios. Cómo serían que sí recuerdo cómo un profesor paró una clase para decir a todo el mundo que ya estaba bien de reírse de mí porque hubiera llevado la sirena que me habían traído los Reyes…

La adolescencia fue aún más problemática. A los 12 años ya me travestía viva. En 1º y 2º de la ESO llegaba a clase y lo primero que hacía era maquillarme, y cuando terminaban las clases me quitaba corriendo el rímel para que no me viese así mi padre. Como soy hija única, quería que sufriese lo menos posible por mí.

Me cuesta mucho verbalizar que sufrí bullying, pero es que era todos los días. No iba al baño, porque era el sitio más peligroso, donde nadie vigilaba, y me podían pegar sin que nadie se enterase. Encima, tenía que ir al de chicos… Me pegaron palizas en grupo, me tiraban piedras, como en la Edad Media…, un horror. Aunque ya te digo que procuro acordarme lo menos posible de aquello”.

APOYOS FUNDAMENTALES

APOYOS FUNDAMENTALES

“Ahora, con mi padre todo genial, pero de pequeña era todo un drama, me escondía de él para que supiese lo menos posible. Mi madre ha sido siempre la reina. Sabía que me travestía a escondidas de mi padre; porque le robaba la ropa a ella, básicamente [risas].

Gracias a su apoyo, comencé la transición pronto, a los 12 años. No empecé con las hormonas femeninas, pero sí con las bloqueantes. Me daba mucho miedo que me creciera el pie y ya no pudiese encontrar zapatos de mujer para mí… Recuerdo vagamente una discusión grande entre mis padres, en la que mi madre le debió explicar a mi padre que había que empezar con el proceso para evitar que la niña fuese más infeliz. Al día siguiente ya estábamos en el pediatra.

Ahora le pongo palabras a todo, pero en aquel momento me expresaba a lo loco, hacía lo que sentía. Hasta que un día me mi madre me dijo “amor, es que creo que eres una mujer”. Y yo flipando, porque entonces ya lo verbalicé. Al poco tiempo, toda mi familia me llamaba por el nombre que tocaba. Estoy muy orgullosa de todos ellos».

A MADRID POR LA PUERTA GRANDE CON 'PAQUITA'

A MADRID POR LA PUERTA GRANDE CON 'PAQUITA'

“Hasta que me instalé en Madrid en octubre pasado, solo había venido en momentos puntuales, como a la fashion week. Y a grabar Paquita Salas, claro. Me presenté al casting abierto online que organizaron Los Javis, y grabé mi prueba en la escuela de arte dramático de Cáceres en la que me rechazaron, entre otras cosas, por ser trans. Pues mira, justicia poética: logré el papel.

Lo que lloré cuando me llamaron. Fue un escándalo de experiencia, trabajar con Los Javis fue lo más. Encima, en mi capítulo se hablaba del mundo trans y fue un pequeño boom; ellos mismos han dicho que fue un primer paso de cara a lo que después sería Veneno”.

FUERZA (Y SOLEDAD) TRANS

FUERZA (Y SOLEDAD) TRANS

“Confío en que llegue un momento en que no haga falta utilizar ‘trans’ detrás de actriz para referirse tanto a mí como a mis compañeras. Pero me gusta decir que soy actriz trans, es mi manera de lanzar un mensaje y de denunciar que, de momento, la sociedad es tan básica que solo nos ve interpretando personajes trans. Hay que dar toda la visibilidad posible, porque lo que no se nombra no existe. Ser actriz trans implica que existe una lucha muy fuerte detrás.

En el corto que he hecho, Marinera de luces, se habla de la soledad trans, algo que conozco bien. Hago activismo de la soledad trans, porque a veces siento que nadie me ve como válida, y que los hombres no me entienden, o se preocupan demasiado por el qué dirán… No he tenido una relación de pareja en mi vida, y hasta follar me cuesta. A veces me descargo Grindr, que no debería, y compruebo que solo soy un fetiche para mucha gente.

Las trans que tienen cispassing lo tienen más fácil. Pero es que a mí me gusta cómo soy: con mis teticas de hormonas, mi voz grave… Siento que somos realeza, pero no todo el mundo lo ve. Hay que ser muy fuerte para que todo esto no afecte tu autoestima, y yo hago todo lo posible para que no me pase”.

PASIÓN POR EL DRAG

PASIÓN POR EL DRAG

“Mucha gente piensa que a raíz de empezar a hacer drag me di cuenta de que era trans, y no es así, siempre he sido mujer trans y binaria. Empecé a investigar el drag hace tres años, y de una manera más profesional este último. Nunca me he sentido ese tipo de mujer que va supermaquillada y en tacones en la vida real; me gustan la moda, la opulencia, la exageración y la elegancia, pero no me veo yo yendo de Mugler por la calle.

El drag se ha convertido en una manera más de expresar mi feminidad, de manera extrema. Hay gente que lo ve raro porque no soy un hombre, pero es que cuando actúo soy otra. Cuando vi que apenas hay mujeres trans haciendo drag pensé que era guay, otra manera de ser la diferente y conquistar espacios nuevos para nosotras. No tengo un discurso muy profundo sobre por qué hago drag: simplemente me gusta la performance. ¿Sabes por qué llamo Jenevagina? Porque Jeneva es el nombre que me iba a poner mi madre si hubiese nacido mujer cis”.

OTRO TIPO DE ORGULLO

OTRO TIPO DE ORGULLO

“Durante mucho tiempo, el Orgullo era superespecial porque parecía que por fin nos dejaban hablar y se nos escuchaba. Estos últimos lo veo de manera distinta: ‘llega el capitalismo, chicas’, y parece que el show es de ellos. Este mes sabemos que nos llaman y trabajamos…

Igualmente, me hace ilusión por lo que representa para nuestra lucha y el colectivo; me pongo sensiblona al ver a las compañeras hablar. Tenemos que seguir visibilizándonos y compartiendo nuestras historias.

Llevo el activismo trans y queer por bandera, pero llegó un momento en que pensé hacerme pasar por hetera básica para intentar facilitarme la vida. Aunque enseguida me di cuenta de que eso significaría ocultar mi identidad real. Como cuando en bachillerato quise ir de cis por la vida, solo por buscar la aceptación del hombre hetero como mujer. Al final eso solo te hace daño a ti, y por eso he apostado, aunque tengo mis bajonas, apuesto por el empoderamiento”.

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