El pasado sábado 26 de marzo, Madrid se llenó de animal print, lentejuelas, colores flúor, bandanas y gafas de sol para celebrar la fiesta más hortera y divertida del momento. Y es que, después de su cancelación en 2020, Horteralia pudo abrir sus puertas en la capital y festejar el ‘orgullo hortera’ con más de 4.000 asistentes, en un evento que destiló música y buen rollo a cada segundo.
Allí estuvimos, convenientemente uniformados con outfits llenos de fantasía y brilli brilli, el equipo de Shangay al completo, que por nada del mundo quisimos perdernos este festival del mamarracheo por excelencia. Y es que Horteralia decidió regalar al público actuaciones de ensueño con los artistas más kitsch de ayer y de hoy.
Desde la gran María Jesús y su acordeón o la eurovisiva Karina hasta Samantha Hudson, Varry Brava o Ladilla Rusa; pasando por Yurena (o Tamara o Ambar, según lo boomer que seas), Rebeca, Las Ketchup, Leticia Sabater o Azúcar Moreno. Un despliegue de estrellas con hits para todos los gustos que hizo sudar y gozar a todo aquel que se acercó al WeZink Center.
En un mismo espacio, y a lo largo de seis intensas horas, los hortefans bailaron al ritmo de canciones del Benidorm Fest como Rafaella o Postureo, pero también al compás de temazos verbeneros como El baile de los pajaritos o el mundialmente conocido Aserejé. Y cómo no, lo dieron todo cuando alguno de los artistas más divertidos del panorama ¿musical? actual interpretaron sus temas más polémicos, como La salchipapa de Leticia Sabater o Por España de nuestra querida Samantha Hudson. Una playlist variadita pero con una esencia 100% mamarracha que hizo que más de una peluca saliese volando por los aires.
Entre show y show, no os penséis que la fiesta paraba, pues los maestros de ceremonias Privan de Camp y Cherri Coke animaron a los asistentes con números musicales que poco tenían que envidiar a las actuaciones originales.
Hicieron su propia versión de Ay mamá de Rigoberta Bandini, y consiguieron que todo el público cantase a pleno pulmón. Y también versionaron Terra de las gallegas Tanxugueiras, momentazo en el que todos los presentes fingimos saber bailar muñeiras durante tres minutos seguidos… Insuperable.
Sin duda, Horteralia nos devolvió las ganas de salir de fiesta, de hacer un poco el tonto y de sentirnos orgullosos de nuestros gustos, independientemente de cuáles sean. Y quedó claro que diver-sión y diver-sidad son dos términos que siempre deben ir de la mano. ¡Viva Horteralia!