Fue una de las protagonistas de la portada de las Memorias de Shangay, publicadas por nuestro 30 aniversario en Libros Cúpula. Porque Psicosis Gonsales es historia LGTBI de nuestro país. Una diva del travestismo antes de que las estrellas de este arte pasaran a llamarse drags. Antes de la furia y fama de RuPaul’s Drag Race. La furcia del transformismo, barriobajera y canalla, ataca de nuevo y regresa a la escena nocturna madrileña con el show A corazón abierto. Un título más que significativo, sobre todo tras el infarto que sufrió hace un mes. Hoy, ese corazón está más fuerte que nunca, y por eso ha decidido abrirlo.
Será en Sala Maravillasclub, en la Calle San Vicente Ferrer 33, en pleno Malasaña. Y apunta, porque serán tres únicas funciones (los días 7, 14 y 28 de noviembre a las 21h) en las que Psicosis Gonsales se subirá de nuevo a los tacones para recordar esas noches canallas de cabaré y travestismo. Comenzó en el mundo del teatro en su Argentina natal como Norberto DiGiorno. Luego cambió de escenario, se vino a nuestro país y se peinó España de cabo a rabo. Sobre todo lo segundo, aunque seguro que algún que otro cabo cayó en sus redes.
En A corazón abierto, Psicosis, a sus 75 años, regresa a su mundo de extravagancia y soledad, los episodios que se suceden en este espectáculo, tratados al modo del mejor cabaré, mitad verdad, mitad ficción, son el reflejo de muchas vidas cotidianas. El insulto, la provocación, lo desagradable convertido en tierno, la comicidad y el esperpento se dan la mano en una ronda cálida donde la promiscuidad se ilumina con un mágico brillo de luna. Cantando tangos, cuplés o tecno pop, jugando con el público, la vedette nos promete un show en toda la extensión de ese término, interactivo, caliente, vivo, que divierta pero que también emocione.Aunque su nombre, psicosis, según la RAE significa «enfermedad mental caracterizada por delirios o alucinaciones, como la esquizofrenia o la paranoia», más bien da la impresión de que vino al mundo para trastornar a los demás, para trastocar las leyes naturales (¿será porque el día que nació la naturaleza estaba borracha o despistada?). Y es que sin ella las lentejuelas no brillan igual. Por ello veremos un cabaret transgresor, divertido y musical.
«Las ganas de volver al cabaré me vienen a partir del libro Travestí, de Mista. Cuando me dicen de participar en el libro, al principio estaba negativo, porque estaba negativo de tiempo [risas]. Una vez que me metí en el proyecto, me gustaron tanto las fotos que me dio por hacer un cartel con ella. Al principio pensé en llamarlo Siempre vuelvo. Pero llegó la pandemia. Luego pasaron una serie de cosas, yo estaba con pánico escénico, yo estaba con una depresión, se enferma mi perrita Roxy casi dos años. Luego muere Roxy, y al poco tiempo, llega a Madrid Luis Miguélez. Que empieza a mimarme, a cuidarme, a sacarme. Me propone el lanzamiento en todas las plataformas de mis canciones. Era una idea muy bonita, porque era recuperar dos álbumes que habíamos hecho; uno en 1995 y otro en el 97. Empecé a hacer cosas. Y una de ellas fue la presentación en Madame, el restaurante de mi amiga Laura…».
Y una cosa lleva a la otra… y se decidió a volver a un mundo que le apasiona. Su amor por el teatro comenzó muy joven: «A los 12 años me casé con el teatro, pero le fui infiel cuatro veces», nos dice, ahora, cuando hablamos de su historia al anunciar su regreso. «La primera vez, porque me enamoré de un marino, y lo dejé. Tenía solo 18 años y fue en Argentina, donde había empezado a subirme a los escenarios a los 12″.
«La segunda vez fue ya en Valencia. Me enamoré de un abogado. Tenía 25 años. En esa época mi nombre era Di Giorno. Tras el desamor, regresé a las tablas. ¡Es que siempre vuelvo! Yo era quien me producía mis propios espectáculos. Y la verdad es que fue una época muy dura. Me cansé de esperar. Esa fue la tercera vez. Harta de la lucha de esperar las llamadas telefónicas para buscar salidas a mis shows, lo dejé. Me metí a encargado de un bar», nos recuerda hoy desde su casa de Malasaña.
Pero llegaron los años 90, una década de grandes cambios en España. Y esos años fueron los de su triunfo y fama: «Pues sí, en los 90 volví al espectáculo, pero ya con Psicosis Gonsales, no como Di Giorno. La presentación de mi primer disco, Psicodance, de la mano de Luis Miguélez, que era el productor, fue en el mítico Joy Eslava de Pedro Trapote. Fueron unos años dorados. Allí había un maravilloso equipo capitaneado por Ramiro Jofre y Juan del Campo, que estaban asesorados por profesionales de la nueva escena cultural madrileña, como Fran de Gonari. Me trataron como a una diosa. Fueron unos años maravillosos.
Hoy lo tiene muy claro: «Quiero ver cómo se enfrentan los millennials y centennials a la posibilidad de insultarme. Ver si han cambiado los modos y los improperios que me digan. Es algo que me despierta muchísima curiosidad. ¿Cómo insultan los millennials?».