El Teatro Real abre las puertas del armario: 4 óperas vinculadas al mundo LGTBI en su nueva temporada

La nueva programación del Teatro Real incluye títulos emblemáticos vinculados al colectivo LGTBI. Hablamos con Joan Matabosch, su director artístico, sobre ello. El Real sale del armario (una vez más).

Teatro Real
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Nacho Fresno

Nacho Fresno

Plumilla poliédrico -escondido tras una copa de dry martini- que intenta contar lo que ocurre en un mundo más absurdo que random.

3 junio, 2020
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La ópera y el mundo gay tienen muchos puentes en común. Esto algo histórico que se remonta a los mismos orígenes del género, hace más de cuatrocientos años. El Teatro Real acaba de presentar la nueva temporada 20-21. Un hecho que –aparte de tener un simbolismo especial por ser la primera tras la crisis del coronavirus– ha demostrado que el principal coliseo operístico de España vuelve a abrir las puertas de su armario con varias óperas estrechamente vinculadas al mundo LGTB: Un ballo in maschera, de Giuseppe Verdi; Lessons in Love and Violence, de George Benjamin; Peter Grimes, de Benjamin Britten, y la desconocida Viva la mamma, de Donizetti. El Real sale del armario (de nuevo).

Las cuatro son obras que abarcan desde el repertorio puro, como el conocidísimo Ballo verdiano, hasta la contemporánea Lessons in Love and Violence, que se estrenó en el Covent Garden londinense en 2018. Entre medias, esa desconocida joya del bel canto que es la obra de Donizetti y la bestial obra de Britten, uno de los compositores más ligados al mundo gay, y todo un referente en el mundo cultural (y social) del Reino Unido del siglo XX.

Para hablar de ello –de este armario abierto de par en par– hemos estado con Joan Matabosch. Y también sobre los posibles puntos de conexión entre obras, en principio, tan dispares. «Sobre Un ballo in maschera y Lessons, se puede decir que la insatisfacción autodestructora no es patrimonio de los márgenes de la sociedad, como muestran Verdi con el protagonista del esta conocidísima obra, y George Benjamin con el deLessons in Love and Violence, que se podrá ver por primera vez en Madrid, y en España, en abril y en mayo de 2021. El rey homosexual y amante de Lessons [Eduardo II de Inglaterra] era, como el rey Gustavo de Suecia que inspiró el Ballo verdiano, un hedonista, obsesionado por procurarse el placer, ajeno a la responsabilidad de gobernar; ambos víctimas de la realpolitik. La obra se resume en su primera frase, que es tremenda: ‘It’s nothing to do with loving a man, it’s love full stop that is poison’ [No tiene nada que ver con amar a un hombre. Es el hecho de amar lo que es un veneno]. Es decir, ciertamente, el rey está enamorado de un hombre, del apuesto Gaveston, y esto es tan polémico como se quiera, pero la obra deja claro que se trata de un asunto anecdótico, casi indiferente. Lo que no puede permitirse el rey, si quiere hacer de rey, es estar enamorado. Es el hecho de estar enamorado, de amar, lo que es un ‘veneno’, lo que es en sí mismo una irresponsabilidad para tomar decisiones de Estado», nos dice el director artístico del Teatro Real y responsable de la programación.

El director hace hincapié en que la obra no censura que sea un amor homosexual: «Es una lección de amor, pero es una lección para los personajes de la obra, no para el espectador. El amor es una debilidad que no puede permitirse un hombre que está al frente de sus súbditos. Y él, para su desgracia y la de sus súbditos, está poseído por una pulsión autodestructora, que se llama Gaveston, muy semejante a la máscara que se ha puesto Gustavo de Suecia para permitirse seguir bailando al borde del precipicio con consecuencias también fatales».

En el caso de la obra de Benjamin, la puesta en escena de su ópera tiene un plus (gay) añadido: los cuadros de Francis Bacon, otro referente británico de la vida gay, y uno de grandes maestros de la pintura del siglo XX. Su obra va a estar muy presente en la escenografía que Vicki Mortimer ha creado para la directora Kate Mitchell, una de las grandes damas de la nueva escena inglesa. Por ello, el museo Thyssen –donde se encuentra el Retrato de George Dyer en un espejo, la obra de Bacon dedicada a su amante y que tiene mucho peso en el montaje que veremos en el Real– va a involucrarse en esta producción con actividades paralelas en torno a ella.

Volviendo a la obra de Verdi, Matabosch nos dice: «El histórico Gustavo III de Suecia fue un personaje singular. Sobrino de Federico el Grande, fue, como su tío, homosexual. Se comportaba con gran valentía en las batallas, pero estaba mucho más interesado en las artes que en la guerra. Protegía a los artistas, escribía textos teatrales y fomentó a su alrededor una corte de gente culta, elegante y erudita. Era un déspota ilustrado, convencido de la omnipresencia de su voluntad, marginal en su propia corte, enemistado mortalmente con la nobleza por intentar reducir sus privilegios. Y finalmente, víctima de una conspiración de dos jóvenes nobles, el conde Ribbing y el conde Horn, ejecutada por el capitán Ankarström, antiguo oficial de personalidad desequilibrada. El asesinato se llevó a cabo durante un baile de disfraces en la Ópera Real de Estocolmo. Ankarström disparó a Gustavo por la espalda desde muy cerca, y utilizó una pistola que había sido cargada con clavos oxidados para asegurar que, si la herida no era mortal de manera inmediata, provocase una gangrena».

«Con respecto a Peter Grimesel link con el mundo gay es Benjamin Britten, el compositor. La obra no tiene nada LGTBI salvo el tema de la marginación social. El enfrentamiento de Peter Grimes con la comunidad de Borough por su singularidad no es, en la obra, algo relacionado con ser gay, pero, ciertamente, el hecho de la marginación estaba relacionado con la propia marginación de Britten por ser homosexual», nos asegura.

Efectivamente, Britten es un compositor que marcó un punto de inflexión tanto en el lenguaje operístico como en la visibilidad gay (en aquellos años el concepto LGTBI ni se podía llegar a intuir) al hacer pública su relación con su pareja, el tenor Peter Pears, junto a quien está enterrado en la catedral de San Pablo de Londres.

Su obra más gay, Billy Budd, llegó al Real en enero de 2017, con 65 años de retraso. Con libreto de E.M. Foster (autor de Una habitación con vistas) y Eric Crozier, Billy Budd se estrenó el 1 de diciembre de 1951 en la Royal Opera House Covent Garden de Londres. El libreto está ambientado en el claustrofóbico y sórdido mundo de un barco, en el que un guapo y joven marinero llamado Billy Budd logra desquiciar con su belleza y personalidad al capitán del navío, Claggart, incapaz de canalizar la situación. Ahora, el compositor vuelve al Real con este Peter Grimes, una nueva producción del coliseo con la Royal Opera House que se verá antes en Madrid que en Londres. Algo muy potente se está cociendo en la Plaza de Oriente para que se estrene en Madrid un nuevo montaje de Britten en vez de a orillas del Támesis, donde el compositor es todo un referente cultural.

La última obra de la que hablamos en la nueva temporada 20-21 es Viva la mamma. No tiene nada gay en su argumento pero… su protagonista, Agata, la madre, está interpretada por un hombre travestido en sus dos repartos, los barítonos Carlos Álvarez y Luis Cansino. «La utilización del travestismo para caracterizar a la madre de la seconda donna es hilarante», nos dice Matabosch. La veremos en una producción del siempre genial Laurent Pélly, con un auténtico repartazo, con muchas voces españolas.

Lo dicho, el Real abre su armario (una vez más).

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