Lamentablemente, sigue siendo noticia poder ver en nuestro país un ballet del tipo El cascanueces de Chaikosvski al completo. Y con orquesta en directo. Sí, lamentablemente es así. Por eso José Carlos Martínez ha intentado remediarlo, y acaba de estrenar en el Teatro Real su segunda producción de ‘gran repertorio’, tras el Don Quijote que subió al escenario de La Zarzuela en el año 2015.
Martínez deja en breve la Compañía Nacional de Danza tras ocho años al frente de ella. Y su despedida no nos puede dejar mejor sabor de boca. La danza clásica tiene un público, y eso se nota en la taquilla. Un público muy fiel. La última visita del Royal Ballet, con su nueva producción de El lago de los cisnes, fue buena prueba de ello.
Ver cómo la CND agota las entradas, día tras día, no solo lo vuelve a demostrar, sino que devuelve la fe en el buen gusto y el sentido común. José Carlos Martínez se puede ir con la cabeza bien alta. Tiene motivos para ello. Ha conseguido una compañía versátil, que pasa de el fascinante Show must go on (del mítico coreógrafo Jérôme Bel que vimos en los Teatros del Canal) a este Cascanueces que ha cautivado al público del Real, donde ha arrasado en taquilla colgando el maravilloso cartel de ‘localidades agotadas’. ¡Qué mayor éxito para un teatro (o una compañía) que combinar calidad con éxito de taquilla!
La obsesión de Nacho Duato era que el Real fuera la sede de la Compañía. Y no estaba falto de razón. Todos los grandes teatros de ópera tienen una compañía propia. Pero Spain is different, y nuestras circunstancias, también. Cuando se abrió el Real ya había dos magníficas, cada una en su género, compañías de danza estatales, la Compañía Nacional de Danza y el Ballet Nacional de España. Y cada vez que una de las dos se sube al imponente y maravilloso escenario del coliseo de la Plaza de Oriente es una fiesta para los aficionados. Ahora le toca el turno, como decimos, a este Cascanueces que parece que nos transporta a otro país.
Además, por otro lado, esta producción sirvió para que el Teatro Real volviera a celebrar una gala (que todo indica que va a convertirse en un evento a anual) para recaudar fondos, como también hacen todos los grandes coliseos de ópera del mundo.
Un espectacular montaje de Ramiro Jofre decoró los salones para una Cena de Gala (como las que, por ejemplo, se celebran en las aperturas la temporada de Ballet de la Ópera de París en el Palais Garnier) en la que socialitès, celebrities, empresarios, periodistas y personajes conocidos comparten mesa con todas aquellas empresas que, mes a mes, se dejan la pasta (por decirlo de una manera clara) como patrocinadores de la temporada.
Entre ellos, también había grandes representantes de la vida LGTBI de la capital, como el embajador de Italia, Stefano Sannino, y su marido, Santiago Mondragón, abonados del Real, o los fundadores de Idealista, Fernando y Jesús Encinar, patrocinadores del Teatro. Tampoco faltó quien fuera nuestra portada de Shangay Style del invierno pasado, Eugenia Martinez de Irujo, que tiene un papel corto, pero estelar, en la nueva serie de Paco León en Movistar +, Arde Madrid, dando vida a su madre, la duquesa de Alba.
Volviendo a la función y a El cascanueces: después de tantos (demasiados) años de sequía de ‘gran repertorio’ de ballet, esto parece que se va solucionando. Esta impecable producción –a lo grande en escenografía, decorados e iluminación– tira la casa por la ventana y consigue momentos realmente mágicos. Especialmente en el primer acto, con destellos que nos hacen pensar que otro mundo es posible. Y que es posible aquí, en España, sin tener que viajar fuera.
Sí, este ballet que nos traslada a la infancia, nos hace volver a creer en ese otro mundo, que no debería ser de fantasía, sino de realidad. Y con esta función vemos que se puede conseguir. Se ha abierto una puerta a la magia que esperamos que no se vuelva a cerrar. ¡Esperemos que no tengan que pasar más de veinte años para volver a ver otro Cascanueces! Y así, como nos gusta, a lo grande y con la Sinfónica de Madrid (titular del Real) en el foso.
Ojalá no nos despertemos de este sueño, como le sucede a Clara, su protagonista. Ojalá sigamos bailando con su partenaire, Cascanueces, y con el gran repertorio de la danza combinado con el ballet más contemporáneo.