A sus 25 años, Stephen Please es uno de los nombres imprescindibles de la emergente escena indie pop patria, que no deja de crecer, y en la que se respira un buen rollo y un sentido de hermandad poco habitual, y en la que encuentras proyectos tan diversos como los de Rebe, Daniel Daniel, Cariño o Chavales.
Por eso no sorprende que en Axolotes Mexicanos, una de sus bandas, esté también Confeti de Odio. O que ocasionalmente colabore con Putochinomaricón. O que recientemente Chico Blanco, otro referente queer destacable de su generación, se ofreciera, vía Instagram, para remezclar una de las canciones de su primer EP, MMXVII.
Cuando le piden que defina su música, suele decir que en ella habla de cosas sobre las que se quiere quejar, de chicos y de sus experiencias cuando sale de fiesta. Queda bien claro lo que te vas a encontrar en su primer EP. Que incluye incluso una inesperada versión del clásico Te estoy amando locamente, de Las Grecas. Hay mucho espacio para la sorpresa en la incipiente trayectoria de este asturiano de ascendencia británica que vive en Madrid. Y mejor que sea él quien te sorprenda en sus propias palabras como integrante de nuestra ‘Generación Selfi‘.
Aprender sobre la marcha
«Me gusta mucho hacer música, empecé hace años, en distintos grupos. Con 12 años empecé a tocar, y estuve en mi primer grupo a los 15; a los 17 empecé con No Fucks. Un par de años después creamos Axolotes Mexicanos. A los 19 empecé a hacer cosas por mi cuenta, aunque no llegué a sacar mi propia música hasta hace poco, porque nunca terminaba nada, ni tenía conocimientos de producción…, he ido aprendiendo sobre la marcha. Iba viendo cómo lo hacía mi compañero Juan, de Axolotes, y ya me puse a probar por mi cuenta, mirando tutoriales en YouTube. Cuando no sé cómo hacer algo, pido ayuda a amigos.
Desgana fue la primera canción que saqué, y al poco tiempo la gente de Snap! Clap! Club me ofreció la posibilidad de publicar un disco con ellos, así que decidí terminar canciones que tenía a medias, hasta que tuve las que forman parte del EP MMXVII (que titulé así porque en 2017 es cuando empecé a componer las canciones, y me parecía chulo utilizar números romanos). Me ha quedado un poco bajonero, y aunque tengo esa parte, también me considero una persona muy feliz y positiva. Pero es que estaba bastante triste en ese momento… Así que creo que en lo próximo que haga habrá canciones más animadas y de fiesta, para no parecer súper emo».
Tan bien solo como acompañado
«Lo cierto es que mis propias canciones tardo más en sacarlas adelante, porque no tengo a nadie al lado que me diga si lo que hago está bien o mal. Cuando le pido opinión a amigos siempre me dicen que las ven bien, no son nada críticos, y eso al final no me ayuda… [risas]. Porque nunca estoy contento de primeras con la música que voy haciendo.
Cuando estoy en uno de los grupos es distinto, porque si algo mío no me convence, sé que algún otro miembro aportará algo. Y además me imponen una presión para trabajar que me viene bien, porque se marcan plazos que hay que cumplir. También me resulta más divertido el proceso, porque muchas veces componemos sobre la marcha, en medio de un ensayo. Cuando estoy solo, no es igual.
Mis referentes musicales van cambiando con el tiempo. Ahora mismo citaría a 100 Gecs, Danny L Harle o Charli XCX. Y el rollo PC Music en general. Mi gran ídolo de adolescente era Eiji, que hacía cosas muy distintas, e iba creando proyectos paralelos diferentes. Mi música no tiene mucha influencia de la suya, pero realmente fue muy importante para mí. Ahora escucho más pop, pero a los 15 años escuchaba sobre todo grupos japoneses de ese rollo. Pienso que me estaba perdiendo muchas cosas del pop de aquella época, pero bueno…».
Etiquetas que no (le) molestan
«No me molesta la etiqueta de ‘artista gay’, al fin y al cabo es lo que soy. Entiendo que haya gente a la que no le apetezca que le encasillen, pero a mí no me parece mal que me identifiquen así. Además, a estas alturas, no creo que te limite si te reconocen con esa etiqueta. Porque que yo sea un artista gay es solo una parte mínima de lo que soy, y creo que el rollo ha cambiado mucho es los últimos cinco años, la gente es mucho más abierta.
En mis letras sí que influye el hecho de que sea gay, obviamente. Aunque todavía no he sacado ninguna de amor en donde quede plasmado de manera explícita que hablo de un hombre. Es algo que nunca escondería. De hecho, en las próximas canciones que sacaré sí se verá [risas]. No tiene ningún sentido ocultarlo, aunque puedo llegar a entender que en otro tiempo tuviera que hacerse, por motivos varios, y porque la homofobia siempre ha estado ahí.
Cuando estaba creciendo en Asturias, que es donde nací (aunque mi padre es de Inglaterra, y mi madre, de Irlanda del Norte), como me movía sobre todo en la escena punk, iba sobre todo con heteros, el único gay era yo, que supiera. Y pensaba: “Me encantaría tener algún amigo maricón para no sentirme tan solo” [risas]. O soñaba con echarme un novio en algún concierto. Pues imposible.
El primer referente queer musical que tuve fue Hunx and his Punx, tendría unos 18 años. También escuchaba mucha música japonesa de estilos como el Oshare Kei y el Visual Kei, y la estética de esos artistas, que era entre andrógina y afeminada, me ha influido mucho».
Cosas de la fama
«No creo yo que ligue más desde que tengo disco en la calle. Es cierto que me entra más gente por Instagram, pero no tiene que ver necesariamente con el hecho de que haga música. Si fuera famoso, seguramente sería distinto. A mí solo me gustaría ser algo famoso para dedicarme exclusivamente a esto y tener más oportunidades de tocar, pero la fama tipo que te reconozcan por la calle no me interesa nada, qué pereza.
La verdad es que me interesan tanto los artistas que resultan muy cercanos gracias a sus redes sociales como los que mantienen cierto grado de misterio. Solo me dan pereza quienes las utilizan de una forma muy estética, para promocionar sus trabajos y ya. Me enganchan más quienes comparten cosas de su día a día, y lo mismo los ves en el backstage de un festival que tomando algo con amigos. Luego están casos como el de Suburban Lawns, un grupo de los ochenta que me gusta mucho, y que tenía una cantante bastante curiosa, que cuando dejó el grupo desapareció de la faz de la Tierra, y esas cosas me generan mucha curiosidad.
Nunca le he escrito a un artista al que admire mucho en rollo fan, me dan mucha vergüenza esas cosas. Incluso me da apuro escribir a alguien a quien sigo, pero él a mí no. Me hizo mucha ilusión que me escribiera Chico Blanco, cuando ya nos seguíamos los dos, para decirme que le apetecería remezclar un tema mío, y el remix de Palante que hizo me parece chulísimo. Que surjan colaboraciones así me parece genial».
Nunca se sabe
«Si todo va saliendo bien, me gustaría vivir de la música. Aunque siendo realista…, de momento no va a pasar. Me gustaría aprender más tanto para hacer mis canciones como para componer y producir para los grupos en los que toco. Aunque también quiero seguir con las cosas de diseño gráfico que hago. Es un momento muy complicado, la verdad. Este verano tenía pinta de que iba a ser muy bueno; tenía varios conciertos míos cerrados, fechas en festivales con Axolotes Mexicanos, y, claro, todo cancelado. Suerte que tengo algo de dinero ahorrado, así que no me quejaré, porque tengo a gente alrededor que lo está pasando mucho peor; tengo que estar agradecido.
En realidad, mi aspiración es seguir haciendo cosas cuanto más distintas, mejor. Y poder compaginar el trabajo como diseñador con la música. Y cobrar dignamente por los trabajos, claro. Este verano quería que fuese muy productivo, pero mis amigos me ofrecen tantos planes chulos que al final estoy aprovechándolo en plan vacaciones al máximo. Aunque voy avanzando en nuevas canciones, y quiero sacar al menos una pronto».