Crónica. En su '24 Karats Tour', Bad Gyal no suda, brilla

Bad Gyal arrasó dos noches seguidas en Madrid con su '24 Karats Tour'. Estuvimos en su segundo concierto, y constatamos que no solo es una estrella, es que además lo demuestra.

Bad Gyal arrasó en Madrid con su '24 Karats Tour'. Foto: Sharon López
Bad Gyal arrasó en Madrid con su '24 Karats Tour'. Foto: Sharon López
Agustín Gómez Cascales

Agustín Gómez Cascales

He viajado en limusina con Mariah, he tomado el té con Beyoncé, he salido de fiesta con J.Lo y he pinchado con RuPaul. ¿Qué será lo próximo?

8 abril, 2024
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Bad Gyal lo dio todo en su segunda noche en el WiZink Center con su 24 Karats Tour. Con esa actitud tan suya de que pasó por allí sin despeinarse –lo cual es real–. Escuchando algunas reacciones, de lo más misóginas, al salir –de hombres heterosexuales, todo sea dicho–, quedaba claro que no puede ser más necesaria su presencia y su propuesta en nuestro panorama. “No ha estado mal, pero es que ni canta ni baila”, dijo uno. Su amigo se creció: “Vale, estaba guapa, pero ¿por eso ha llenado dos días el WiZink?”. Una de sus amigas no daba crédito y les plantó cara: “No sois conscientes de lo que ha crecido en todo este tiempo. Si le va tan bien es por algo”. Les calló la boca, como hizo la artista a esa curiosa minoría que parece que pagó la entrada por equivocación.

Debían ser muy pocos, está claro. El 99% de los asistentes estaba allí para celebrar los logros de una artista que cada año que pasa está en su mejor momento. Y van… Tras reventarlo en abril de 2023, regresó durante dos noches al templo madrileño con un show ampliado y mejorado con el que celebrar su primer álbum oficial, La joia.

Tres plataformas y seis bailarines sirvieron para realzar el poderío de una cantante que ha sabido hacer del hieratismo un arte. Porque en este tour, más que nunca, se ha apostado por crear momentos icónicos cuando Bad Gyal, subida a su altar, se queda estática –en ella, menos es siempre más–, previo a los fundidos en negro entre temas. Estilizada, poderosa y muy consciente de su presencia y de la importancia de su body language, la catalana sabe cómo dejarse adorar, cada día más.

A lo largo de casi dos horas repasó un repertorio digno ya de una gira de grandes éxitos, en que el dinamismo lo aportan sus bailarines, con continuas entradas y salidas. Resultan contados momentos en que Alba Farelo se une a ellos para realizar mínimos movimientos coreográficos, durante lo que más le preocupa es que los ventiladores –básicos en un show de diva– funcionen como deben –en las dos noches le fallaron, para su desesperación, convertida en viral–.

Imagínate arrancar tu concierto con La que no se mueva, Perdió este culo y Kármika. El delirio estaba servido y la energía del público, desbordante, ya no disminuiría ni un segundo –a pesar de que siguen amenazándola unas transiciones entre las diversas partes del show poco fluidas–. El empoderador protagonismo de sus movimientos de culo provocaban el delirio una y otra vez, y si el año pasado eran Javi Berga y El Nine quienes más destacaban, en este tour se reparten mucho más los momentos de lucimiento para todos los bailarines, de manera que las cuatro chicas también lo prenden en muchos momentos.

“La más pegá de España” y “La original” –¿se dará Emilia por aludida?– tuvo tiempo para todo: para contar con Mushkaa (su hermana) e interpretar juntas el dúo Sexesexy, para dedicar una sección que denominó “Throwback” a reivindicar su pasado “de barrio” (y, antes de Chulo, a Destiny’s Child, con un breve sampleo de Jumpin’ Jumpin’), a asegurar que no ha cambiado al cantar Yo soy igual –brillantemente enlazada con Give Me– y a dar un campanazo, cuando invitó al escenario a Ozuna para presentar, en primicia absoluta, el tema que han grabado con él, una brillante colabo que verá la luz en unas semanas.

Sus dos colaboraciones con Anitta, Bota niña y Double Team, dieron pie a dos de los numerazos de la noche. Uno de los más sorprendentes, por su inesperada puesta en escena, llegó con Aprendiendo el sexomasheada con Mi lova–. Acompañada por Javi Berga, sin interactuar, y sentados, renunciaba a la obviedad de subir la temperatura al cantarla. Una vez más, menos era más, y funcionaba. Como los hotpants dorados de su segundo look, tan Kylie era Spinning arond.

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Rara vez se quedaba sola en el escenario cantando, como pasó hacia el final con Otra vez más, antes de comenzar su incendiario bis (con Santa María, Tú eres un bom bom, Chulo pt. 2 y, obvio, Fiebre). También funcionó ese momento, que cerró diciendo “Siempre mejor solo que mal acompañado”. ¿Sobró algo? Para mi gusto, cuando junto a las pantallas se lanzaban palabras como “sexy”, “hot” y “bad”. Resultaban redundantes, porque ya las representa Bad Gyal tema tras tema. Show tras show. Gira tras gira.

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