A pesar del creciente espacio de homosexuales en altos cargos y ámbitos sociales y culturales como el cine, la música y la televisión, ahora donde se aprecia cada vez más la discriminación es dentro de nuestras propias filas. Sí, entre nosotros. Y especialmente hacia aquellos que no cumplen con los cánones normativos.
Otra de las discriminaciones que toman especial relevancia por las características propias que adoptan dentro del colectivo gay, es el rechazo hacia los ‘gordos’ o cuerpos no normativos. Probablemente hayáis escuchado alguna vez frases del estilo: «¿Por qué todos los gays son tan guapos?» o ‘Madre mía, cómo está… ¡maricón tenía que ser!». Es cierto que existe una percepción –muy generalizadaa– de que los homosexuales se cuidan más, tienen mejor cuerpo y, en definitiva, son en ocasiones físicamente más atractivos que los heterosexuales. Pero, ¿a qué se debe? ¿El ADN gay atrae al gen de la belleza o existe algún otro tipo de explicación?
Juan Macías, psicólogo y sexólogo, nos da una respuesta muy coherente: «Existen varias teorías sobre la orientación sexual que hablan de lo que se conoce como ‘hipercompensación’ en personas no heterosexuales. Este concepto hace referencia al especial cuidado de algunas personas no heterosexuales por cumplir los cánones de validación culturales. El aspecto físico, la imagen, el nivel económico, el desarrollo profesional, la cultura… son indicadores donde una parte de la población no heterosexual (especialmente, hombres homosexuales) puntúa más alto que la media». Esto quiere decir que para conseguir esa aceptación social, los gais intentan compensar el ‘defecto’ de ser homosexual potenciando otras cualidades y esforzándose por superarse y destacar en otros aspectos de la vida.
¿Dónde está el problema? Este afán de superación ha provocado que el colectivo gay sea mucho más exigente consigo mismo y con el resto de homosexuales, lo que se traduce en que –si ya de por sí la sociedad capitalista y de consumo excluye a las personas gordas– esta discriminación sea todavía mayor dentro de la comunidad gay. Competitividad que ha llegado hasta el punto de no solo rechazar a gente gorda, sino de directamente excluir a todo aquel que no tenga un cuerpo hegemónico.
«Últimamente, estamos acostumbrados a ver cuerpos de gym, una estética deportiva y una actitud de tipo duro tanto dentro como fuera de Grindr. Fiestas, discotecas y festivales promocionan esta imagen de ‘gay macho’ con cuerpo escultural, e incluso en algunas de ellas no somos bienvenidos si no cumplimos con este requisito», menciona Rubén Serrano para PlayGround. Jesús Muyor, vicedecano del Grado en Trabajo Social por la Universidad de Almería, dice lo siguiente: «Esto genera una fuerte presión social sobre los homosexuales que no cumplen con estos cánones, desencadenando diversos problemas de salud y afectando directamente a la dignidad personal y a la autoestima».
José Luis Algar tiene 31 años, es músico, escritor e ilustrador –entre muchas otras cosas–, y también es gordo y homosexual. Ha sufrido discriminación por el propio colectivo gay por su aspecto físico, y nos cuenta una de las situaciones más anecdóticas que ha vivido: «Cuando tenía 18 o 19 años, estaba en una discoteca gay de Barcelona. Ligué con un chico y lo típico: besitos, bailes, etc. Cuando llegó el momento de despedirnos me dijo que no me hiciese ilusiones, que él nunca saldría con el chico gordo. Es decir, yo era lo suficientemente bueno para liarnos, pero no para tener algo más».
Algar define así la gordofobia: «Por una parte, está la gente que se siente superior, que cree que una persona gorda es una persona inferior, una persona mental y físicamente enferma. Y por otra parte la gente que siente atracción por los cuerpos gordos, pero que no lo acepta; tienen ese deseo pero prevalece el miedo al qué dirán, a ir por la calle de la mano de un chico gordo y poder verse escrutado por las miradas ajenas».
Desde bien pequeños nos han dicho que ser delgado está bien y ser gordo está mal, y que si estás gordo nadie te va a querer nunca. «Un niño es una hoja en blanco. No venimos a este mundo con traumas o ideas preconcebidas. Creo que nuestros gustos se configuran según lo que vemos y según la opinión de las personas mayores sobre el resto de cuerpos. Si hubiese otros cánones, o mejor dicho, un amplio abanico de cánones, la gente crecería con una visión más amplia y unos gustos menos sesgados. Pero si desde pequeños nos hacen ver que lo atractivo es un cuerpo de hombre musculoso, un niño gay crecerá con eso en la cabeza. Y si en su interior ese estereotipo no le gusta y le gusta, por ejemplo, un cuerpo delgado, tendrá que luchar contra ello», alega José Luis. El porno gay es un claro ejemplo donde se reproducen estos cánones normativos de forma muy marcada, y para muchos homosexuales se convierte en una referencia.
Según la encuesta que realizamos a alrededor de 400 homosexuales de diferentes partes de España y de diferentes edades, un 53% decían haberse acostado con un chico gordo alguna vez en su vida, mientras que un 47% no lo habían hecho nunca. A su vez, un 68% de gais afirmaba estar abierto a acostarse con un chico gordo, y un 32% se negaba rotundamente. Efectivamente, seguimos hablando de gustos personales, pero… ¿Nos hemos preguntado en qué medida la configuración de nuestros gustos podría estar condicionada por factores externos?
A pesar de que sigue habiendo rechazo hacia las personas gordas, poco a poco la sociedad está evolucionando y la visibilidad por la pluralidad de cuerpos, razas, etc. está aumentando. Lo podemos percibir a través de campañas publicitarias y anuncios de TV donde, cada vez más, las grandes marcas y empresas apuestan por ello. «Poco a poco se está abriendo el abanico de la diversidad, y ya no existe un solo canon. O mejor dicho, la gente empieza a admitir que no solo se siente atraída por ese canon preestablecido, sino por otros», declara Algar.