Es el hombre del momento. Manolo Caro se ha convertido en la estrella del verano porque su telenovela La casa de las flores se ha sido un bombazo desde que Netflix la estrenó a comienzos de agosto. El director mexicano, de 33 años, es un enamorado del Madrid gay, tal y como él mismo ha subido a las redes sociales.
La serie –que no es otra cosa que la reinvención del culebrón típico latinoamericano con una estética marcadamente gay– ha cautivado a la audiencia y, junto con Paquita Salas, ha sido uno de los ‘taquillazos’ del verano de la plataforma digital.
El pasado julio, Manolo Caro vino a Madrid durante el Orgullo LGTB. Fue entonces cuando se declaró enamorado de nuestra ciudad y de su vida gay. Esos posts, que entonces pasaron desapercibidos, hoy cobran actualidad.
Como decimos, la serie se ha convertido en el fenómeno de un verano que está a punto de terminar, especialmente entre el público LGTB. «Feliz de estar aquí, #madriddemisamores», subió a su Instagram el pasado 29 de junio junto al cartel que el Ayuntamiento de Madrid hizo para promocionar una ciudad abierta como un destino turístico diverso, acogedor y libre.
«Ames a quien ames, Madrid te quiere» se ha convertido, sin duda, en la frase que mejor define la vida de la capital. No solo la vida LGTB, sino la una ciudad moderna y cosmopolita. Así lo siente Manolo Caro y por ello lo quiso reflejar en sus redes sociales cuando vino a disfrutar del Orgullo.
«La campaña ha dado la vuelta al mundo y se ha convertido en un referente de Madrid para hablar de la diversidad y referirse al colectivo LGTBI. Es una acción en la que los vídeos de promoción de la ciudad se han convertido en los más virales de la historia del Ayuntamiento. En concreto, el último vídeo de promoción del Madrid LGTBI [que estaba protagonizado por una pareja de señoras mayores] fue reproducido por más de un millón y medio de personas solo en Facebook. Y en una semana tuvo un alcance de más de seis millones de personas en todo el mundo», nos asegura Manuel Santiago, creador de ambas campañas, que está especialmente orgulloso de ellas.
Pero, ¿qué tiene La casa de las flores, esta telenovela de Manolo Caro que ha cautivado a tanta gente? Es el culebrón del verano, de eso no hay duda. Se estrenó el pasado 10 de agosto en Netflix y su enrevesada trama gira alrededor de la rica y famosa familia De la Mora, dueña de una floristería (o florería, como dicen en Latinoamérica).
Mucho antes de su estreno, la serie fue noticia por la incorporación del actor Paco León, quien se pone en la piel de María José, una mujer transexual, un papel por el que le han llovido numerosas críticas por parte del colectivo LGTB, que acusaba a la serie de transfóbica al no contar con una actriz trans para interpretar este personaje.
Más allá de la polémica, la serie ha sido todo un éxito y son miles las personas que se han devorado los trece capítulos que forman esta primera temporada. La casa de las flores ha conquistado a más de uno porque ha sabido reinventar el concepto de telenovela, acercándose a un público mucho más joven y tratando temas que, hasta hace unos años, eran impensables en este tipo de producciones.
Es una de las series del verano y motivos no le faltan. La telenovela, casi por definición, suena a género medio rancio que se emite a la hora de la siesta con tramas imposibles, personajes sobreactuados y poca crítica social y política. La casa de las flores tiene muchos de los componentes que caracterizan este género, pero también añade algunos puntos que hacen de esta telenovela algo diferente.
Trata temas como la transexualidad, el consumo de marihuana, el racismo o la homosexualidad, y lo hace con humor y simpatía. Acerca el mundo actual a un público que, por lo general, aún no acepta según qué realidades.
Verónica Castro, leyenda viva de los famosos culebrones hispanoamericanos, es otro de los motivos: da vida a la matriarca del clan, la dueña de la florería. La madre del cantante Cristian Castro es todo un icono en este género. En La casa de las flores es la líder de una familia bastante peculiar. Netflix ha sabido darle la vuelta al género del culebrón, conectando así con una audiencia joven y, en especial, con el público gay, que ha caído rendido ante una trama llena de amores homosexuales, travestis, transexuales y una estética kitsch que alcanza cotas insuperables.
La plataforma digital, un contenedor audiovisual de lo más variopinto, demuestra así que la fórmula ‘culebronera’ sigue funcionando como antaño. No es la primera vez que las producciones de la casa dan una vuelta de tuerca a géneros que parecían obsoletos o muertos. Cuando no se arriesgan con nuevas propuestas audiovisuales, reinventan géneros y los conectan con la generación millennial.
Pero, sin duda, otro de los puntos fuertes de la serie es la forma en la que hablan algunos de los personajes. Paulina, la hermana mayor de la familia De la Mora, tiene una peculiar lentitud a la hora de hablar que, en un primer momento desespera, aunque termina por enganchar a todos los que la escuchan. Tal ha sido el triunfo de esta pausada manera de articular palabra que Netflix ha prohibido a la actriz que la interpreta, Cecilia Suárez, hablar como su personaje fuera de la serie.
Y luego están las plumas, lentejuelas, tacones y canciones míticas de la cultura mexicana. Así es el cabaret que recibe el mismo nombre que la floristería (y que la serie) y que da a la historia algunos de los momentos más emotivos y graciosos de la temporada. Es una fantasía LGTB que una telenovela y el mundo travesti se unan para darnos lo mejor de ambas partes.
Como ya hemos dicho, a pesar de la polémica y de las muchas críticas que recibió en Twitter la decisión de que Paco León se pusiera en el papel de María José, una abogada trans, el hecho de que una telenovela mexicana introduzca a un personaje transgénero es un gran avance. Además, el tema se trata desde un punto de vista bastante respetuoso y, desde el humor, lanza una crítica a lo mucho que queda por hacer en cuanto a normalización del colectivo LGTB en la sociedad.