Lara Franco seguramente ni se imaginaba que casi veinte años después de crear el bar Fulanita de tal (“nació el 22 de diciembre de 2004”) estaría, junto a su pareja desde hace ocho años, la santanderina Beatriz Fernández, celebrando lo lejos que ha llegado el proyecto, que a día de hoy ya no está únicamente enfocado al ocio nocturno.
Bea era deportista profesional, jugaba al balonmano (con la selección, ganó la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Londres), y cuando volvió a España (“mi última etapa la pasé en Francia”), una noche conoció a Lara, precisamente en el Fula, y su vida cambió. No tardó en incorporarse profesionalmente al universo Fulanita, desde el primer momento centrado en potenciar la visibilidad lésbica y bisexual, y, a día de hoy, presumen además de una hija común, Bela.
Son veinticuatro horas al día juntas, y no resulta fácil, en eso coinciden. Lara apunta: “Vamos a dejarnos de romanticismos, porque no es fácil; discutimos lo nuestro, porque somos muy diferentes. Pero no nos arrepentimos de nada”. Bea explica en qué se diferencian principalmente: “Lara tiene un olfato muy bueno en lo profesional, es muy intuitiva. Yo soy la que pone orden por detrás. Nos complementamos muy bien”. Echando la vista atrás, Lara no se puede creer todo lo que ha aportado Fulanita en estos años. “Surgió todo de una manera muy rápida. Pasé de trabajar como DJ en Truco [uno de los bares lésbicos legendarios de Chueca] a abrir Fulanita de tal, junto a mi hermana Ruth, sin saber qué iba a salir de ahí”.
Desde el primer día sintió que el viaje iba a ser especial, y que esa apuesta por la visibilidad lésbica iba a dar grandes resultados, como así ha sido. Se ha convertido en un gran referente que ahora también engloba cultura y deporte, además de ocio, cuya experiencia más reciente es el Fulanita Fest en Fuengirola, que codirigen ambas. “Teníamos claro que no queríamos quedarnos solamente a cargo de un bar, pretendemos hacer todo lo que podamos por la visibilidad de la mujer”, explica Lara. Y Bea prosigue: “En el apartado deportivo, contamos ya con más de 1.300 chicas jugando en la liga de fútbol 7 amateur más grande de Europa”.
«Discutimos lo nuestro, porque somos muy diferentes. Pero no nos arrepentimos de nada»
En todas sus aventuras profesionales coinciden que el fin es siempre el mismo: fomentar la relaciones interpersonales entre mujeres. “Porque son muchas las mujeres deseosas de conocer a otras, de no moverse solas por el ambiente, de crear vínculos”, cuenta Bea. “Mira, así conocí yo a Lara…”, se miran y ríen. “Y siempre animamos a las chicas que no tienen con quién salir a que se pasen por el Fulanita. Es una manera de empezar, y raro será que al rato de estar allí no empiecen a conocer gente”.
Muy orgullosa, Lara afirma que “Fulanita es ya una gran familia. Y presumo de poder decir que todo el mundo que va lo hace con una actitud maravillosa. Tenemos tantas historias que podríamos contar de las parejas que han nacido allí… Bueno, claro, empezando por la nuestra”. Un ejemplo de cómo esa familia que ha ido creciendo a lo largo de casi veinte años ha apostado siempre, y sigue haciéndolo, por el contacto personal. En tiempos de apps de ligoteo, Lara y Bea afirman que su público sigue prefiriendo conocerse cara a cara. “No es que no seamos tan sexuales como los hombres gais, es que muchas mujeres de las que se apuntan a nuestras propuestas son, en general, menos directas”, apunta Bea. “Creo que es muy evidente que las maneras de cortejo son diferentes. Es lo que comprobamos nosotras día a día”.
Cuando llegó el momento de expandir la ‘filosofía Fulanita’ fuera de Madrid, se inventaron un vehículo maravilloso: el Fulanita Fest, que se celebra desde hace tres años en la localidad malagueña de Fuengirola. “El ayuntamiento nos dio muchas facilidades, y se ha convertido en un pelotazo. La verdad es que nos buscaron para proponernos un proyecto, ha sido algo increíble”, explica Lara. “Ahí fue cuando realmente nos hicieron sentir un referente, porque cuando nos ofrecieron el recinto de Marenostrum, que es espectacular, para organizar un evento anual hecho por y para mujeres, nos quedamos de piedra. Y nos pusimos manos a la obra, claro”. Así comenzaron a dar forma al que se ha convertido en el mayor evento de visibilidad lésbica a nivel nacional e incluso europeo. En sus primeras ediciones contaron con artistas, DJs y podcasters como María Peláe, Rigoberta Bandini, Rocío Saiz, Delaporte, Ptazeta, Ginebras, Mia Wallas, Sofía Cristo y Maldito Bollodrama.
«Teníamos claro que no queríamos quedarnos solamente a cargo de un bar, pretendemos hacer todo lo que podamos por la visibilidad de la mujer»
Para la edición 2024, que tendrá lugar el 25 de mayo, han confirmado a Amaral, Samuraï, Julia Martín, Belén Aguilera y Ladilla Rusa (“estos últimos repiten, porque tenemos esa tradición de llevar a un artista concreto dos años seguidos, como hicimos con María Peláe en las primeras ediciones”). Cuenta Bea con orgullo que lo están convirtiendo año a año en una experiencia cada vez más completa. “Ya no solo trabajamos para que el sábado del festival en sí sea redondo, sino que vamos incorporando cada vez más actividades culturales y fiestas a lo largo de todo el fin de semana. Dando además su espacio a artistas femeninas emergentes malagueñas, para que el talento local esté representado”.
Lara y Bea, involucradas también en la programación de la denominada ‘Plaza de las Reinas’ durante el Orgullo de Madrid, son muy conscientes de lo complicado que sigue siendo para artistas femeninas que están comenzando, y más si son LTB, conseguir actuar en público, y es algo por lo que pelean con convencimiento. Más aún conociendo de primera mano las realidades de tantas artistas que han pasado por su local (por el que hay que recordar que actuaron en su día, cuando eran mucho menos conocidas, Lola Índigo o Rozalén). “La visibilidad de artistas, y en general de mujeres lesbianas, sigue siendo muy pequeña”, denuncia Lara. “Es triste que algunas de esas artistas sigan teniendo miedo a que, si hablan abiertamente como mujeres lesbianas, vayan a limitar el número de seguidores”. Tristemente, comprobamos que es una realidad que sigue siendo actual.
“Lo que está claro es que no se puede sacar a nadie del armario, hay que dejar a cada cual fluir y que lo diga, si quiere, cuando le apetezca”, continúa Bea. “Ninguna artista tiene por qué ponerse en la tesitura de convertirse en un referente LGTBIQ+ si no está preparada. Por suerte, llegan mujeres de nuevas generaciones a las que vemos con otra actitud, y sin preocuparse por las etiquetas. Estamos en el buen camino”. Como madres de una niña de apenas dos años, ahora se preocupan de otro modo por la realidad en que vivimos, y cómo puede afectar a su hija cuando crezca. “Tenemos clara la educación que queremos darle, y está creciendo rodeada de gente muy diversa. No va a tener ningún prejuicio”, dice Lara. Y luego Bea añade: “El problema es que los prejuicios los tienen otros. Vivimos en nuestro universo, en el que respetamos totalmente la diversidad, y nos olvidamos de que mucha gente no es así. Se siguen pegando palizas a personas de la comunidad, se sigue utilizando ‘maricón’ como insulto…”.
«Ninguna artista tiene por qué ponerse en la tesitura de convertirse en un referente LGTBIQ+ si no está preparada»
Es lógico que les preocupe ver cómo su hija está creciendo en un momento complicado para el colectivo por el incremento de los ataques LGTBIQfóbicos y el empeño de la extrema derecha en intentar dar pasos atrás en cuanto a los derechos de las personas LGTBIQ+. “Por eso estamos tan orgullosas de ser una familia visible”, dicen ambas casi a la par. “Nos preocupa mucho lo que pueda vivir nuestra hija en el colegio. Es algo que hablamos continuamente con otros padres LGTBIQ+. Porque, sí, hemos avanzado mucho…, pero vemos a gente muy joven con unos discursos de odio que asustan”, nos cuenta Lara. Las dos tienen clarísimo que el principal valor que quieren inculcar a su hija es el del respeto hacia los demás. “Ante el resurgir de una cultura de lo más casposa, es algo fundamental”, afirma Lara.
Confiesan que ha habido momentos en los que han llegado a plantearse irse de España, porque ver que distopías como las planteadas en series como Years and Years o Black Mirror se parecen cada vez más al mundo en que vivimos les hace estar preocupadas. “No queda otra que mirar hacia el futuro con optimismo”, dice Bea. Que tiene clara la actitud con la que su familia seguirá hacia adelante: “Vamos a hacer todo lo que esté en nuestra mano para que las cosas vayan bien”.
FOTOS: MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ
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