Nacida en Gijón y afincada en Londres, Carlota Barrera, de 28 años, afirma ser una enamorada de la belleza y de la figura masculina. Por eso decidió crear su propia firma para ofrecer su propia visión de la moda masculina, que realmente no entiende de géneros. El impacto de sus creaciones le ha sorprendido muy gratamente, y asegura que en breve comenzará también a crear prendas para mujer, aunque de nuevo pasadas por su filtro, huyendo de los estereotipos.
Abiertamente LGTBI, es también un referente de visibilidad dentro del mundo de la moda, y confía que cada vez haya más. Dadas las excepcionales circunstancias que vivimos, esta temporada Carlota Barrera no presenta colección en la Fashion Week de Madrid. “Me parecía importante que todos quienes formamos el equipo aprovecháramos estas fechas para volver a nuestras casas y recuperar los lazos familiares que producir una colección enorme. Vamos a trabajar con más tranquilidad ahora, a nuestro ritmo”. Un buen momento para que esta interesantísima diseñadora se autorretrate y nos permita conocerla mejor.
MÁS QUE UN HOBBY
“La moda como hobby me interesó desde pequeña. Siempre veía a mi abuela hacer cosas de ganchillo, y recuerdo ir a comprar chuches con el bolsito de ganchillo que me hizo, superbonito. Y mi madre me hacía siempre disfraces. Disfrazarme y convertirme en otra persona me encantaba, no era yo de las de diseñarles vestidos a mis Barbies y cosas así, me gustaba divertirme yo; si no iba disfrazada no salía de casa. En un principio pensé en estudiar arquitectura, pero no lo hice porque me tiraba más la vena artística, y al final me decidí por la moda.
Estudié en el IED en Madrid, y estuve entre allí y Londres, una ciudad que me apasiona desde que era adolescente, y a la que iba todos los veranos a hacer cursos y a experimentar. Al final de la carrera me fui a hacer el master al London College of Fashion y ya me quedé allí. Llevo cuatro años en Londres, y me encanta la vida que se respira allí. De momento no lo cambiaría por nada. Algún día lo haré por un sitio en que me coja un huerto, porque me encanta la vida de campo también, y la echo de menos”.
CONEXIÓN MADRID-LONDRES
“La marca nació de mi proyecto fin de máster, con mi primera colección, The Matador and the Fisherman. Me puse a trabajar en el estudio del diseñador Richard Quinn, y cuando estilistas y fotógrafos me empezaron a pedir looks para editoriales, decidí crear más para completar la colección, y que fuesen mas ponibles para el día a día.
Como el proyecto nació de mi idea de llevar la artesanía española a Londres, una vez completada quise presentar la colección en Madrid. Fue tan bien, que en cuanto vi que me aburría me puse a crear la siguiente colección. Nunca pensé que estaría viviendo allí, llevando mi propia marca, me parecía un sueño imposible, pero ya es realidad”.
EL HOMBRE DESCONTEXTUALIZADO
«Siempre me ha gustado mucho la sastrería, y no solo la de hombre. Aunque me centré en ella en el máster, y ya decidí diseñar para hombre (aunque las prendas quedan estupendamente en mujeres, porque busco que mis diseños trasciendan el género). Me fascina la figura masculina, y me encanta ver cómo queda en ella cualquier prenda, que puede ser de mujer o genderless. Me apetecía descontextualizar la vestimenta masculina, que hasta ahora era muy rígida, basada en el estereotipo.
Siendo mujer homosexual, mi mirada es diferente, porque no veo a los hombres como un objeto sexual, trabajo conceptos como la sensualidad, que resulta muy sutil a la hora de diseñar. Me encanta que personas como Paco León o C. Tangana se hayan puesto diseños míos, porque les admiro un montón. Que gente tan creativa y relevante apoyen la marca me parece un sueño. Y que cualquier persona que se pone una prenda nuestra diga que se siente increíble con ella para mí es el mejor regalo. Porque yo no trabajo para ser famosa, rica o tener un casoplón. Lo que me interesa es rodearme de cosas bellas”.
SENCILLEZ PREMIADA
“La parte de los focos y la celebridad de esta industria no me interesa nada, y no sé de dónde sacan el tiempo quienes la cultivan. Soy más sencilla en ese aspecto. Sí viví eso al recibir el año pasado el premios Who’s on Next de Vogue, pero eso fue increíble.
Mi carrera es muy corta, y dedico todo mi esfuerzo y todo mi dinero a este proyecto, y pasé por un momento en que me planteé si iba a poder salir adelante solo centrada en la marca. Es que me pongo mucha presión a mí misma: crear no se supone ningún esfuerzo, pero todo lo demás sí: la administración, llevar la empresa… Entonces llegó ese premio, significó mucho para mí y mi equipo. Y además me entregó el premio Jean Paul Gaultier… ¡Guau, menudo sueño!”.
VISIBILIDAD NATURAL
“Cada vez vivo con más naturalidad mi homosexualidad. Cuando vivía en Gijón ni sabía que lo era; allí la visibilidad no existía en ese momento. Descubrí quién era realmente, y empecé a conocerme, cuando me fui a vivir a Madrid. Cuando conocí a una chica fue como ‘guau, esto es lo que yo quería sentir”. La visibilidad es muy necesaria, sobre todo para las mujeres LGTBI, porque no está tan normalizada como en los hombres. Que a mí me costara tanto descubrir quién era fue por no haber tenido ningún modelo siendo adolescente, y fue una pena. Así que hablarlo abiertamente puede ayudar a otras mujeres a identificarse con nosotras.
El estereotipo de la mujer lesbiana no iba conmigo, porque no tenía media cabeza rapada ni tatuajes, y hay que luchar contra esos esterotipos. Ahora veo a actrices como Sarah Paulson, y si yo hubiera tenido referentes así quizá me habría resultado más sencillo todo. Y no es que viviera una adolescencia torturada, pero me aburrí muchísimo [risas]. En el la moda sigue faltando una mayor visibilidad de mujeres, y no solo queer. Es un mundo en que celebramos la inclusividad, y es un trabajo de todos quienes formamos parte de él ir más allá”.