¿Por qué el Orgullo de Madrid es el mejor del mundo?

Es una afirmación que nadie discute. El Orgullo LGTBI de Madrid es el mejor del mundo. En 2018 se cumplen 40 años de la primera manifestación del Orgullo gay que se celebró en la capital.

¿Por qué el Orgullo de Madrid es el mejor del mundo?
Nacho Fresno

Nacho Fresno

Plumilla poliédrico -escondido tras una copa de dry martini- que intenta contar lo que ocurre en un mundo más absurdo que random.

8 julio, 2018
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Es una afirmación que casi nadie discute. O nadie: el Orgullo LGTBI de Madrid es el mejor del mundo. En 2018 se cumplen 40 años de la primera manifestación del Orgullo gay que se celebró en la capital. Un año después del de Barcelona, y nueve del origen de todo, que fueron los sucesos de Stonewall en Nueva York.

Hoy, el Orgullo de Madrid no tiene nada que ver con aquella marcha de unos cuantos valientes que se atrevieron a desafiar las miradas de los españoles de un país que había enterrado a Franco solo tres años antes. En aquellos años, el término LGTBI ni siquiera se podía adivinar. Era Orgullo Gay, aunque muchos de los que salieron a las calles eran transexuales. Hoy, este colectivo sigue siendo el más castigado. En eso hemos cambiado muy poco.

Como decimos, en este año 2108 el Orgullo de Madrid no tiene nada que ver con el de esos años. La propia alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, nos dice en una entrevista que “Nueva York nos copia el modelo del WorldPride» porque nos “hemos convertido en influencers. Pero, ¿qué tiene el Orgullo de Madrid para haberse convertido en los últimos años en el mejor del mundo?

Primero, estamos en una ciudad que, literalmente, se transforma durante los días de esta celebración. El Orgullo se ha convertido en la gran fiesta de la capital. Las celebraciones tradicionales, como San Isidro o La Almudena, o las más castizas y veraniegas como La Paloma (conocidas como El Orgullo Chico) o San Lorenzo y San Cayetano se quedan en nada si se comparan con el Orgullo. Y todo ello ha surgido de una manera natural: la ciudadanía se ha ido involucrando, poco a poco primero, y de una forma masiva en los últimos diez años.

Todo Madrid se tiñe de arcoíris durante estos días, y nadie que visite la ciudad puede quedar ajeno a esta marea multicolor que abandera la diversidad. Esa es, quizá, la clave para que nuestro Orgullo sea el mejor del mundo. A lo largo y ancho del planeta hay miles de Prides: muy grandes, grandes, pequeños o muy pequeños. Algunos son muy divertidos y otros lo son menos. Los hay más festivos, y también más reivindicativos. Hay muchas ciudades que llevan años consiguiendo que se involucren de manera oficial, y otros Orgullos con apenas apoyo institucional… Cada uno tiene su propio color y sabor que lo identifica. Pero en casi todos ellos, si uno pasa durante esos días por la ciudad, solo vive el Orgullo si se acerca a él, a las zonas en las que se celebra, y generalmente solo el día de la manifestación.

 

Aquí no pasa eso. En Madrid, el MADO (Madrid Orgullo) se ha extendido por la capital, diversificando esta marea multicolor por todas las calles y esquinas de la urbe. Venga quien venga a Madrid, lo haga en avión, tren, autobús o coche, se ve ‘contaminado’ por los colores de la bandera arcoíris. Quiera o no quiera. No hay un solo barrio de todo el centro que no esté tomado por el Orgullo. Y, luego, está Chueca…

Emblema de la lucha LGTBI desde los años setenta, fue a finales de los ochenta y principios de los noventa del pasado siglo cuando Chueca sufrió una evolución que ha sido paralela a la del Orgullo. Pasó de ser un barrio casi marginal, completamente degradado, a convertirse en una de las zonas de moda, en la que los bares de travestis (míticos e históricos) se alternan con restaurantes con dos estrellas Michelin. 

Hoy Chueca es el barrio gay por excelencia en España. Pero estas fiestas han tenido que salir, expandirse fuera por una sencilla razón: no caben entre sus coquetas y castizas callejuelas. Pero es que a Madrid también le ha pasado como al Orgullo en Chueca durante los últimos años. La vida LGTBI ha saltado fuera, y Malasaña, La Latina, Lavapiés o el Madrid de Los Austrias son ya barrios tan gays (o más) que el mismísimo Chueca. Es decir, todo el centro. Y otros como Salamanca, Chamberí o Argüelles, tradicionalmente hostiles, van por el mismo camino de baldosas amarillas. Es por ello por lo que, quizás, el Orgullo ha podido extender sus tentáculos de tolerancia por toda la ciudad. Eso sí, esto no impide que en todos ellos sigan produciéndose brotes de homofobia que hay que erradicar para siempre.

Otro de los motivos por los que el Orgullo madrileño es el mejor del mundo es por su actividad cultural. Durante cinco días, año tras año, todo el centro está lleno de escenarios con una programación tan variada que, en este 2018, por ejemplo, ha ido desde los tradicionales homenajes a Eurovisión hasta una retransmisión de Lucía di Lammermoor en directo desde el Teatro Real, pasando por un escenario solo de mujeres en la rebautizada como Plaza de Las Reinas, en el año del #Metoo. Porque la cultura y la reivindicación siempre van de la mano. Todo ello ha hecho que el Orgullo ‘cale’ entre la gente. Y lo hace en todas las edades, clases sociales y condiciones sexuales.

Desde hace años, cada vez más heterosexuales quieren participar. Y no solo es por la fiesta, por lo que haters de estos días definen como “el mayor botellón heterosexual de Madrid”. Y sí, es cierto, es uno de los más multitudinarios del mundo con todo lo que ello implica: turismo, ocio, hostelería, gasto… Pero no hablemos de dinero, que es importante, pero, en este caso, no es lo más importante.

Claro que hay botellón. Y ruido, excesos y, muchas veces, despropósitos. Pero si se comparan con el de otras fiestas multitudinarias de España, son mucho menos. Carnavales, Fallas, Sanfermines… son fiestas muy arraigadas en nuestra geografía y en las que junto a la diversión hay (se supone) también una programación cultural. Pero son eventos que llevan décadas siendo organizados por los respectivos ayuntamientos y administraciones públicas. Y muchas veces encontrar ese ‘lado cultural’ cuesta. Y mucho.

El Orgullo de Madrid nació hace cuarenta años, cuando un grupo de valientes salió a la calle a reivindicar nuestros derechos en una época muy difícil. Se reconvirtió en lo que hoy es a finales de los noventa, cuando AEGAL tomó las riendas para que no solo fuera el día de la manifestación, sino que el Orgullo fuese algo mucho más amplio, con una programación alrededor.

Esa fue la semilla que, vistos los resultados, y le pese a quien le pese, agarró bien en la vida madrileña. Para que, también le pese a quien le pese (que los haters, como las meigas, haberlos, haylos), el de Madrid sea el mejor Orgullo del mundo.

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