Mucha era la expectación que rodeaba al último show de Rosalía ofrecido el pasado viernes, 24 de agosto, dentro de la programación de Starlite. El festival marbellí programó la actuación de la catalana en la recta final de todos los conciertos que han ofrecido este verano, donde se han podido disfrutar de los directos de artistas que van desde Pablo Alborán hasta Pet Shop Boys pasando por C. Tangana o Texas.
La espectacular cantera de Nagüeles, abarrotada hasta la bandera, se perfiló como escenario perfecto para poner el broche final a esta primera tanda de conciertos realizados en España para presentar ‘El Mal Querer’, el segundo y esperadísimo trabajo que Rosalía lanzará a finales de este año. «En Starlite todo es posible«, reza el lema del festival marbellí. Un lema que parece hecho a medida para la que se perfila como la nueva estrella española de alcance global. Si alguien nos hubiera dicho hace unos años, que el flamenco iba a tener una revolución de este tipo, lo habríamos tomado por loco. Y es que visto lo visto, aún no hemos vislumbrado ni la mitad del brillo que desprende el highliter que gasta Rosalía.
Con puntualidad británica, El Guincho, parte clave en ‘El Mal Querer’, salía al escenario para dar el pistoletazo de salida al concierto. Nadie sabía qué iba pasar. Poco o nada se sabe de todo lo que ha gestado la catalana. Si algo está caracterizando esta nueva etapa, es el hermetismo absoluto que rodea todo. Entre cantos celestiales superpuestos, el ambiente se caldeaba para recibir a la cantante, que aparecía rodeada de su equipo de bailarinas para interpretar ‘Malamente’. Aquello no había hecho mas que empezar y el auditorio marbellí ya estaba patas arriba a ritmo del ‘trá, trá’, convertido casi en un grito de guerra entre su, cada vez mayor, legión de fans. A partir de ahí, lo desconocido.
Rosalía nos ofrecía un show abstracto que ha sido orquestado por la artista Carlota Guerrero, con la que ya trabajó anteriormente en ‘Aunque es de noche’. Tomando como base el flamenco, la catalana hace y deshace con el género lo que le viene en gana. Ya se tomo licencias para darle un soplo de aire fresco con ‘Los Ángeles’, pero lo de ‘El Mal Querer’ es otro cantar. Como recuerdo de esa Rosalía cantaora, la parte en la que la artista interpreta ‘Reniego’ (que en el disco cuenta con la colaboración de Rossy de Palma) y que es sin duda la parte más purista de todo el show. Sentada en una silla transparente que emula a las sillas típicas de los cantaores de flamenco, la artista, enfundada en un Palomo Spain que quita el hipo y entre los jaleos del público, se quitó sus deportivas para enfundarse en unos zapatos típicos de baile flamenco y cantar acompañada solo por un cajón.
Poco tiempo dura este momento tan íntimo. Un quad conducido por sus bailarinas irrumpe en el escenario para dar comienzo a uno de los experimentos más locos que Rosalía ha llevado a cabo en este proyecto: hacer una canción de flamenco que tiene como base el rugido del motor de un quad, su voz duplicada y sonidos de ambulancias. Si los puristas se echaban las manos en la cabeza con ‘Malamente’, no queremos ni imaginar cuando vean que la cantante se ha atrevido incluso a cantar el Yeli, mítico cante gitano, pasado por autotune. Destacables son también los momentos más cercanos al pop que encierra el show: el directo de ‘Bagdad’, donde Rosalía samplea el ‘Cry Me A River’ de Justin Timberlake con una puesta en escena muy cercana a los directos de Beyoncé o la locura desatada que levantó a todo el auditorio con ‘Esto está encendío’, canción producida por Pharell Williams y que tiene pinta de coronarse como el principal hit indiscutible de este segundo disco. Como regalo de su último directo del año en España, un pequeño trozo en acústico de ‘Brillo’, su colaboración con J Balvin, que volvió a levantar a todos los allí presentes.
Apenas cuarenta y cinco minutos bastaron para dejar claro que, pese a las críticas de apropiación cultural que la han acompañado estos últimos meses, ella ya juega en otra liga. Recuerda a ratos a Beyoncé por el disco y el show conceptual que presenta, también cuenta con la frescura y el carisma con el que embelesa Rihanna y un arte para provocar con total inteligencia y elegancia digno de la mismísima Madonna. La catalana es suma de muchas cosas, pero tan única como el resto de artistas que hemos mencionado. Engalanada en oros, dueña de sí misma y con un talento incuestionable como bandera, la revolución de Rosalía, a la que ya se han sumado Dua Lipa, Charli XCX o las mismísimas Kardashian, no ha hecho más que empezar.