Sabemos lo mucho que cuesta la fama, pero en ocasiones se nos olvida el elevado precio que una diva pop debe pagar por ella. Y también para mantenerla. Qué triste es ver que Britney Spears se ha visto forzada a renunciar a su libertad por culpa de su éxito, un precio excesivamente caro. Encerrada en su jaula de oro, comparte con el mundo sus alegrías y sus desequilibrios, sus bailes y sus tops. Nunca su música, que sospechamos que es lo que más pesadillas le provoca.
En ocasiones tendemos a criticar con excesiva ligereza –como si estuviéramos en posesión de la verdad absoluta– cada movimiento que dan nuestras divas preferidas. Las redes sociales nos han hecho creer que lo sabemos todo sobre ellas, incluso más que los/as/es propios/as/es artistas/es. Y por mucho que compartan, nunca debemos olvidar que siempre hay partes que se guardan. Por conservar cierta intimidad y porque no todo (se) vende.
«Tendemos, cada vez más a criticar con excesiva ligereza cada movimiento de nuestras estrellas preferidas»
Los videoclips siguen siendo un vehículo de comunicación excelente. En muchas ocasiones tramposo, algo que no siempre nos molesta. También son un excelente termómetro de la fama de cualquier cantante. Y no solo por el número de visualizaciones que suman, también por los medios que intuimos que se han utilizado para hacerlos. He tenido esta conversación con muches amigues en las últimas semanas, que, dependiendo de quién sean fans, celebran determinados videoclips o no.
Con la llegada de la cuarentena, Dua Lipa sufrió un frenazo importante en la era –recién comenzada, encima– de Future Nostalgia. Y a partir de Break My Heart, sus vídeos no han estado en absoluto a la altura de la música. Drama, y la excusa perfecta para criticarla por parte de algunes. Jennifer Lopez ha vuelto a dar un golpe en la mesa –el segundo con relevancia este año, con la Super Bowl– con el corto que une la desechable Pa ti y la estimable Lonely. Tan radiante aparece que ha dejado a Maluma como un pelele secundario, siendo su ‘coestrella’. Todos contentos (los fans de la Lopez, se entiende).
«Si el edadismo masculino hace estragos en las apps de contactos, el femenino campa a sus anchas en el universo pop»
El mayor drama lo sufren quienes admiran a estrellas ya veteranas como Toni Braxton o Kylie Minogue. Sus más recientes clips desdibujan su poderío, evidencian que ya no son a nivel comercial lo que eran, y eso nunca es fácil de digerir. ¿Hay que cancelarlas por ello? Si las admiras, no hay excusa para hacerlo. Cada esfuerzo hay que valorarlo en su justa medida, y su contexto.
Lo que me entristece es que, en esta cultura de la cancelación que nos ha invadido, pocas oportunidades se le dan a las artistas a realizar esos esfuerzos de cara al público. Sobre todo si tienen más de 40. Si el edadismo masculino hace estragos en las apps de contactos, el femenino sigue campando a sus anchas en el universo pop. ¿Que tu artista preferida no saca el single que tú querías, o la colaboración que esperabas, o no te convence el vídeo? Cancelada –al menos temporalmente–. ¿Que no luce como te/nos gustaría? Criticada salvajemente en las redes.
Ojo, que yo soy el primero que caigo a veces en eso, aunque en ese sentido no puedo ser más fiel a las mías, ni evitar valorar lo más objetivamente posible el trabajo de las otras. A mí la cancelación me dura poco, la descambio enseguida. Me gustaría que hubiese más gente así, que últimamente me encuentro muy poca capaz de dar varias oportunidades tras unos cuantos tropiezos.
Sí, estéticamente la nueva era de Kylie es desastrosa hasta el momento –esas portadas, ese logo–, y sin visos de mejorar. Pero ¿no habría que esperar a escuchar Disco completo para cancelarla (si no te gusta)? Toni Braxton dejó de tener relevancia musical hace mucho, y su perfil público es bajo. Pero acaba de sacar un disco más que estimable (Spell My Name), y ni un vídeo tan cutre como en el Dance debería desanimarte a escucharlo –la canción es total– si te gusta su voz y eres fan del r’n’b noventero.
Lo suyos son, para mí, los ejemplos más flagrantes de esa descalificación fácil hacia ellas por parte de muches. Porque lanzar discos en tiempos de pandemia hemos visto que no es fácil. Y si encima cuentas con un presupuesto menguante, una edad y no tienes detrás el apoyo de una multinacional, menos. Afortunada Dua Lipa, sin duda.